Opinión
La queja de Isidro Sosa, Segunda Parte/ Cassandro Fortuna
Por: Cassandro Fortuna M.A.
El buen amigo Isidro Sosa, actualmente uno de los empresarios más próspero de la región, y ejemplo de trabajo serio y honesto,se queja de la falta de unidad prevaleciente en el empresariado sanjuanero. Sosa, que viene de la pobreza, que es un hombre que viene de abajo, que no se avergüenza de sus orígenes, sabe muy bien lo que es esforzarse al máximo para triunfar en un medio pobre como el nuestro. “Un medio pobre”, aclaro, pero con un potencial extraordinario de riquezas. Por eso muchos han hecho fortuna en este “medio pobre”.
Pero en fin, la queja de Isidro es valedera. Esa falta de unidad implica algunas cosas preocupantes. Quiere decir que hay dispersión en un factor tan fundamental para el desarrollo de cualquier comunidad como lo es su “clase” empresarial. Esa “clase” unida seria capaz de generar cualquier cosa buena, por impresionante que fuera, para esta comarca. No en vano dice el refrán que “la unidad hace la fuerza”. Un ejemplo claro de ello está a la vista de todos: la Cooperativa Central, que nació hace algunos años en el municipio de Las Matas de Farfán y hoy es un hermoso ejemplo para el país y el mundo de lo que puede hacer la unidad entre las personas.
Al parecer, sin embargo, en San Juan de la Maguana campea el individualismo, el protagonismo y el personalismo en su sector empresarial. Nada más lejos de los ideales de progreso. La Historia de la humanidad demuestra que el hombre ha logrado sobrevivir y desarrollarse debido a la cooperación a gran escala. Hace mucho tiempo que se sabe que “una golondrina no hace un verano”.¿Qué ha hecho de Santiago de los Caballeros lo que es hoy en día? La unidad de su sector empresarial. Ese fue el sector que parió la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, de ese mismo sector nació el Banco Popular, y ellos mismos fundaron el Instituto Superior de Agricultura (ISA).
Pero, para que haya unidad debe existir, previamente, confianza y liderazgo. Escribo confianza primero porque sin confianza es imposible que haya un liderazgo y sin liderazgo es imposible lograr la unidad.
Esta falta de confianza y liderazgo en el terreno donde pisan y conviven nuestros hombres y mujeres de empresa es fatal para nuestro pueblo. Les ha impedido crear una estructura que pudiera ser una especie de catapulta que nos lanzara cada vez más lejos hacia el campo fértil del progreso económico, político y social. Ese factor, no solamente mantiene atrofiado nuestro potencial de desarrollo, sino que como sociedad nos ha puesto a pasar vergüenza. Pongamos un ejemplo de esto último:
Hace varios años vino a nuestra ciudad una comisión de la Asociación de Desarrollo de Santiago. Su visita a nuestra comunidad tenía como objetivo mostrarnos su progreso material y cómo lo habían logrado. La idea era animarnos a nosotros, los sanjuaneros, a ser también emprendedores. Una iniciativa altruista, digna de encomio.
Al final de la interesante charla hubo una picadera muy rica. El autor de este artículo estaba disfrutando aquellos deliciosos bocadillos hasta que supo que los santiagueros fueron quienes llevaron aquella comida (pastelitos, quipes, etc.) La verdad, me sentí avergonzado de que nosotros no fuésemos capaces de poner, por lo menos, aquella picadera. La gente de Santiago llegó a nuestro pueblo para darnos a conocer cómo se habían organizado para alcanzar ciertas metas. Hombres y mujeres recorrieron muchos kilómetros para llegar hasta nosotros, y nosotros no pudimos, al menos, hacerles un brindis adecuado. Ni siquiera fuimos capaces de aportar los bocadillos. Nos dieron el santo y la limosna.
Entonces, hay que añadir, además de la falta de unidad y liderazgo, también hay carencia de criterio y de visión. Ausencia del propio valor,y, por supuesto, baja autoestima. Claro, a ello hay que sumarle que entre los miembros de nuestro empresariado hay muchos que tienen una mente miserable y mezquina que retrata de cuerpo entero su miopía e incapacidad. Voy a poner un ejemplo.
Hace algunos años un destacado empresario de nuestra ciudad aspiraba a senador. Para dar a conocer públicamente sus pretensiones convocó una rueda de prensa en una pizzería de esta ciudad. Los periodistas llegaron a la cita y él no aparecía. Finalmente, llegó con retraso, con una funda debajo del brazo, de la cual sacó uno de los rones más baratos del país y los colocó él mismo sobre la mesa (para ahorrarse tener que pagarle a un camarero, según supimos después). Algunos periodistas, entre risas burlonas, comenzaron a servirse aquel trago de baja calidad. Al terminar la rueda de prensa, aunque la bebida que había llevado aquel infeliz estaba siendo consumida por los presentes, el aspirante a senador comenzó a recogerlas y se las llevó ante el asombro de todos. ¿Qué les parece? Demás está decir que aquel pobre hombre se volvió en el hazmerreir de todos los que fuimos a tan cómica y penosa rueda de prensa.
Pero todavía hay más. La Cámara de Comercio, Industria y Producción es una entidad respetable que ha motorizado iniciativas de progreso muy significativas en muchas provincias del país. En el caso de San Juan es una entidad que parece natimuerta, para no decir ausente. Y la traigo a colación ahora porque recuerdo que hará cosa de unos 20 años en esa entidad se armó una gran discusión durante una de sus reuniones ordinarias.¿Cual fue el motivo de aquel debate? Que alguien propuso que la cuota que pagaba mensualmente cada miembro de la entidad, que era de 15 pesos, fuera subida a 20 ya que el dinero entrante no alcanzaba para cubrir gastos operacionales y porque los empleados de aquella entidad ganaban suelos de miseria que había que mejorar. Esa discusión fue muy fuerte y al final la mayoría votó por el “no al aumento”. Y lo consideraron una gran victoria. Quien visitaba las oficinas de la Cámara notaba su miseria y su pobreza. Pero los miembros se hacían de la vista gorda. Hace 20 años 20 pesos era una miseria para un empresario.Sin embargo, se negaron a subir la cuota.
continuará…