Opinión
Alfa y Omega de Leonel Fernández / Bernardo Vega
La primera vez que Leonel Fernández llegó a ser presidente se debió a un fraude electoral, pero no cometido por él o su partido, el PLD, sino por los reformistas de Balaguer
Por Bernardo Vega
La primera vez que Leonel Fernández llegó a ser presidente se debió a un fraude electoral, pero no cometido por él o su partido, el PLD, sino por los reformistas de Balaguer. Fue su Alfa. Hoy día un supuesto fraude electoral, atribuido ahora a sus propios compañeros de partido, puede que implique el fin de su carrera política, su Omega
Hace un cuarto de centuria, unos veinticinco años, la campaña electoral presidencial era entre José Francisco Peña Gómez del PRD, quien nunca había sido presidente y el seis veces presidente Joaquín Balaguer, del Partido Reformista. Esa campaña fue sucia, enfatizando Balaguer y los reformistas que Peña Gómez era descendiente de haitianos y acusándolo de auspiciar la reunificación de la isla, en un momento en que Washington buscaba el retorno al poder de Jean Bertrand Aristide y la salida del General Raoul Cedras. La Junta Central Electoral había entregado el padrón a los partidos pero el día de la votación en las mesas surgió un patrón diferente del cual habían sido borrados cincuenta y cuatro mil perredeistas. El escándalo tuvo fuertes repercusiones internacionales. El gobierno de Clinton, senadores americanos, la embajadora de Washington en Santo Domingo, el AID, la Fundación Internacional para sistemas Electorales (IFES), el Instituto Nacional Democrático (NDI), el Centro Carter, la prensa de Washington, y otras instituciones extranjeras presionaron. Igualmente lo harían Peña Gómez, Monseñor Agripino Núñez Collado, Rafael Herrera, Participación Ciudadana, y grupos empresariales. Juan Bolívar Díaz en su obra “Trauma Electoral” diría: “La comunidad internacional y la participación de los Estados Unidos jugaron un papel fundamental en el esclarecimiento del fraude”.
Las negociaciones llegaron hasta el mismo día 16 de agosto en que se juramentó Balaguer, pero la solución provino de la propuesta de un joven político peledeísta, Leonel Fernández, en un momento en que las facultades mentales de Bosch se habían deteriorado mucho. Propuso que desde el poder no se podía optar por la reelección, bloqueando así a Balaguer como candidato, y el establecimiento de una segunda vuelta si ningún candidato lograba el 40% de los votos, luego subido a un 50%. El nuevo gobierno de Balaguer sería sólo por dos años (1994-96), por lo que en 1996, los candidatos fueron Leonel Fernández y Peña Gómez. Este último ganó en primera vuelta, pero con menos de un 50%. Para la segunda, los marxistas peledeístas se taparon las narices y pactaron con un conservador Balaguer y ganaron.
Ahora la cuestión es diferente. No es un pleito entre partidos sino de un mismo partido. No sabemos en que Círculo de Estudios se evaluaron los algoritmos, pues en la revista del partido “Teoría y Acción”, no se habla de eso. No es una elección presidencial, sino una primaria. Antes, los villanos eran técnicos en computadoras, social cristianos venezolanos ubicados en
Casa de Campo. Ahora se trata del mismo lugar, pero de un indio. Además, ya no está Clinton sino Trump. La OEA y otros grupos de observadores estuvieron aquí y no se han quejado. Entre los amigos extranjeros de Leonel tan solo un desprestigiado ex presidente, Ernesto Samper de Colombia, ha gritado. Otra cosa hubiese sido Julio María Sanguinetti.
Localmente, el gobierno (la otra vertiente del PLD, incluyendo el grueso del comité político), los empresarios, la iglesia, y la sociedad civil apoyan a una JCE muy diferente a la que organizó Leonel. Si se queda en el PLD le irá mal y también si se va. Omega.
P.D. Abinader está feliz.
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