Locales
Las emotivas palabras de Peter P. por la muerte de su madre
La dama fallecida fue inhumada la tarde de ayer en el cementerio El Refugio de esta ciudad; era madre también del periodista Gilberto Mateo

El Granero del Sur las publica como homenaje póstumo a la dama fallecida:
Mi madre, la mejor.
Mi madre no fue a la escuela, pero me mandaba todos los días a la escuela.
Mi madre no sabía leer, pero me ponía a leerle los libros y mi cuadernos.
Mi madre no sabía escribir pero me corregía las caligrafías, ella estaba clara que las letras de lápices eran las respuestas.
Mi madre no era torera pero me cuidó siempre de las vacas sebuas que estaban alrededor de aquella casita roja donde nací.
La tierra tembló cuando ella me llevaba en su vientre, y me sujeto fuerte para que no haya problema.
Mamá despaloto maíz y maní para darme de comer.
Ella recogió guandúles y cuando llegaba a la casa encendíamos el fogón y poníamos al caldero.
Ella y mi papá hicieron todo lo que no los avergonzaban para mantenernos, cuando se casaron llegó un tiempo malo y cerca de la casa habían unas matas de mango a las que acudían a marotear para alimentarse estando yo en el vientre.
Ella, mi mamá, me lavaba mis ropas y le dejaba un olor tan agradable que todavía lo recuerdo.
Nunca camine con los pantalones rotos porque era amante de la costura a manos.
Mamá mi confidente, mi defensora, fue mi enfermera, cada vez que me cortaba un dedo ella me curaba, decia que lo hacía con limón con sal, pero nunca sentí que me picaba, por tanto siempre quise saber y nunca me dijo que era lo que usaba.
Después que me hice hombre quise construir un palacio para ella y créanme comencé q construir algo que para mi era un palacio, pero no pude terminarlo, simplemente para intentar pagar el 0.01 por ciento de lo que ella hizo por mi y mis hermanos.
Cada ves que pasaba el tiempo le debía mas a mi madre porque también ya hecho hombre y con hijos estando en su casa y en un descuido cuando me quitaba la camisa, ella tomaba mi franela y la lavaba no sé si para que me diera el olor, pero se que lo disfrutaba.
Recuerdo que cuando partí a estudiar en el liceo y la universidad, vivía donde mi madrina y también madre por adopción Angelica y allá mamá me seguía con una fundirá negra que siempre resultaba ser un pollo sazonado, un gofio y otras meriendas que ella nos daba a los hijos para combatir la anemia y que nos diera fortaleza para memorizar la clase.
Ahora que mamá partió, no se con quien me tomaré un café o un té de jengibre, que en los últimos meses lo hacía yo en vez de ella.
Trataré de vivir con el vacío de estar sin ti mi madre, pero satisfecho por tantas cosas buenas que viví contigo.
Gracias madres por siempre te amo
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