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HABITACIÓN DE BALAGUER. Esta es la diminuta cama donde Balaguer depositaba su cuerpo para el descanso, al que dedicaba solo tres horas. Se observan las efigies de santos en el gavetero.
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Santo Domingo.-En una angosta habitación de la avenida Máximo Gómez número 25, parte atrás, en el centro de una pequeña mesa del comedor hay un recipiente en aluminio de dos por tres pulgadas; en su interior se guarda un puñado de azúcar moreno claro, con sabor a caramelo, desde el fatídico jueves 4 de julio de 2002.
Inamovible desde aquel día por el celo con que se cuidan las más esenciales pertenencias del dueño de aquella modesta moraba, se encuentra -además- la silla que solía usar esa figura que gobernó la República por 22 años, el ciudadano que despachó y observó la forma cómo lidiaba Rafael Leónidas Trujillo con el poder y con sus enemigos.
Después de dormir dos horas, justo en la alborada, comenzaba sus labores matinales aquel hombre austero, impresionantemente culto y solitario. Ese día no llegó a posar las asentaderas en el lugar habitual donde desayunaba de cara al sol. Aunque tres sillones más completan la mesa del comedor personal, casi nunca nadie le acompañó.
Como siempre, esa mañana se dispuso el desayuno en la mesa, pero una vida de 96 años, buena parte de los cuales estuvo sometida a las intensas batallas políticas, ese jueves no pudo más. Su salud, aquejada de una úlcera sangrante, se deterioró y hubo de ser llevado a la clínica Abreu de la avenida Independencia.
En el comedor personal, aún permanece el azúcar moreno que utilizaría Balaguer el día que enfermó para no mejorar.
Aunque para el año 2002 no ejercía la función Ejecutiva, Joaquín Antonio del Sagrado Corazón de Jesús Balaguer Ricardo (Joaquín Balaguer, 1906-2002) vencía los días del calendario sometido a intensas horas de trabajo, que difería entre la labor intelectual limitada, o escuchando quejas y peticiones de personas comisionadas que provenían de disímiles comunidades del territorio nacional.
Cuando la casualidad, el destino o las circunstancias le situaban en la conducción del país, después de una extenuante jornada de trabajo despachando asuntos de Estado, Balaguer llegaba a su refugio sagrado, el lugar donde nunca admitió intromisión extraña, ni siquiera el perturbador sonido de los tacones en el piso, pues dedicaba sus limitadas energías a la soledad de su intelecto, alimentado con miles de libros que recelaba de ellos como su único tesoro.
La tristeza asomó al rostro de Xiomara Herrera, una de sus asistentes, y cuyos ojos se tornaron vítreos al asomar las lágrimas cuando trata de buscar retrospectivamente las imágenes de su líder en su memoria.
Las pertenencias de Balaguer
En la parte posterior del Palacio Nacional de la avenida México, en los terrenos donde familias pobres erigieron un villorrio, el doctor Balaguer construyó las oficinas gubernamentales y la Biblioteca República Dominicana. Concluidos los dos proyectos, el mandatario dio instrucciones para que su hemeroteca de libros infantiles fuera llevada a la Biblioteca República Dominicana, con lo cual comenzó la donación de su escaso patrimonio personal.
En este salón biblioteca, ubicado en el segundo piso de su residencia, el doctor Balaguer solía recibir comisiones para tratar asuntos que no tuvieran que ver con el Gobierno, generalmente para temas políticos con dirigentes del Partido Reformista Social Cristiano.
Se desprendió de una de las más grandes bibliotecas personales. La Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña recibió el donativo, que incluyó su mobiliario. La casa materna, ubicada en el solar 16 de la manzana 130, del Distrito Catastral número 1 de Santiago, de 432 metros cuadrados, perteneciente a sus padres, fue pasada a las Hermanas Paulinas, sirviendo como testigo el fenecido monseñor Juan Antonio Flores.
El 19 de abril de 1991, el doctor Balaguer cedió a la Universidad Tecnológica del Cibao la parcela 163-A-Reformado-1, en Pontón, La Vega, con una superficie de 126 hectáreas, con una casa de dos pisos en concreto. Asimismo, donó a Hogar Crea Dominicano una porción de terreno de 529 tareas en el municipio de Juan de Herrera, San Juan, con una mejora de dos niveles. La residencia que por muchos años ocuparon algunas de sus hermanas, propiedad del político, en la avenida Máximo Gómez número 25, fue cedida a la Liga Dominicana Contra el Cáncer, para cumplir con los deseos de su hermana Emma Balaguer de Vallejo.
La foto del fondo en blanco y negro es de Saint Frances Xavier Cabrini, a quien Balaguer oraba todas las mañanas al despertarse. Fue la primera monja que fue declarada santa por el Vaticano.
En las oficinas de la fundación situada en el primer piso, Rafael Bello Andino, Xiomara Herrera y un puñado de estudiantes universitarios voluntarios, sostienen una consistente y discreta labor social. En ese espacio, las estanterías hacen acopio de una obra literaria que se inició en 1944 con el libro “Guía Emocional de la Ciudad Romántica”. Allí, se respira recuerdos, lealtad y también olvido.
Una de las fotos de Joaquín Balaguer que cuelgan en su casa.
Dos gaveteros frente a su cama.
BAÑO PERSONAL. En su baño personal se guarda el traje blanco y la banda Presidencial que muchas veces usó en la toma de posesión.
SE EJERCITABA. Una bicicleta para hacer ejercicios se preserva en el baño personal del doctor Balaguer, la cual usaba para ejercitar sus piernas afectadas de flebitis.
Carmen Celia Ricardo, madre de Balaguer.
En este despacho, contiguo a su habitación, Balaguer recibía visitas privadas.