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PSICOSIS Y HOMOFOBIA DEL MATADOR DE CLAUDIO NASCO: “ERA PÁJARO Y NOS CUBIABA”
Por Dr. Jorge Piña
Psisiquiatra lacaniano
Psisiquiatra lacaniano
Nota: Este artículo fue publicado en el año 2013, a pocos días del asesinato del comunicador social Claudio Nasco era todavía reciente.
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Me preocupan las declaraciones, sacadas por la prensa, de la boca de uno de los matadores confesos del periodista, locutor y presentador cubano de la cadena de noticias NCDN, Claudio Nasco, en la República Dominicana, amordazado y asesinado a puñaladas en un motel-cabaña en Santo Domingo este pasado viernes 13 de diciembre de 2013. Me refiero a Oscar Pérez (Yandel), de 18 años, cuando simplemente dijo que: “Era pájaro y nos cubiaba”.
Desde la perspectiva psicoanalítica se trata de un simple pero profundo mecanismo de defensa de “Yandel”, que podria definirse, en principio, como “buscar en el exterior el origen de un deseo o pulsión” o simplemente quiere decir “en sentido propiamente psicoanalítico, operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos, incluso «objetos», que no reconoce o que rechaza en sí mismo (Diccionario de Psicoanálisis, 2004, de Jean-Bertrand Pontalis y Jean Laplanche).
Es decir: El pájaro (gay-Nasco) es él. Yo (Yandel) no soy pájaro. Y en segundo lugar. Ya querían saber el secreto del bello Claudio Nasco, pues ya lo saben. Era gay. Acto sobornable para una figura pública como Nasco. Y naturalmente información esencial para la sobornabilidad de la víctima. Y en tercer lugar no nos pagaba por los servicios sexuales demandados: “Nos cubiaba”. Era un malapaga. Nos engañaba. Y por eso lo matamos. Y punto. De ahí la declaración a boca llena, y a todo pulmón, a la prensa global y mundial con total desfachatez: “Era pájaro y nos cubiaba”. No hay nada más parecido a la locura que el prejuicio, la ignorancia y la intolerancia encerrados en una sola frase. Y los servicios sexuales incontrolables no sólo son orgásmicos sino que suelen ser tanáticos, explosivos, demoníacos, indomables, destructivos, violentos.
Vayamos ahora al psicoanálisis cultural con el propósito único de una posible explicación o perspectiva no acabada de los hechos, que sirva además como proceso educativo global para todos y para que, finalmente, siempre resulte nuestro modelo psicoanalítico en medidas y pasos preventivos en casos similares. Puesto que ya tenemos una casuística tétrica y mortificante como “en el orden cronológico los casos más notables han sido los asesinatos de Jean Luis Jorge, cineasta y productor de espectáculos; el periodista y politólogo Víctor Gulías; el cineasta y productor de televisión Mickey Bretón; William Enmanuel Cordero Acevedo, ejecutivo de ventas”, y ahora el caso que nos ocupa Claudio Nasco” (Ver acento.com.do). Y fundamentalmente cuando el matrimonio monogámico queda excluido, por algunos gays, de la trayectoria de estilo de vida sabia y apropiada, por rápidos momentos sexuales cada vez más riesgosos, sadomasoquistas, escalofriantes y penosos involucrados con la prostitución.
Empecemos ya. Al cuero o la prostituta que se cubea hay que matarla por su cuartos era el decir de los múltiples heridos (as) con cicatrices en la cara, puñaladas diversas en tatúes conspicuos, golpes de peleas en los diversos bares, burdeles y prostíbulos del sur profundo de San Juan de la Maguana para la época de los 70s y como solía ser en cualquiera de las grandes ciudades de nuestro país para entonces. Fue en el Sur donde escuché por primera vez el dicho: “Cuarto en mano. Culo en tierra”. Y sobre todo en caso de que existiera un Chulo o “un Maipiolo” que defienda, cuchillo o punzón en mano, a la prostituta (o), sabiendo de antemano de la afrenta del cubeo.
La presencia de un supuesto Chulo o Maipiolo secreto, posiblemente inexistente, constituiría, sin lugar a dudas, como en nuestro caso, la base y el símbolo actual de nuestra imaginería que podria incluir al peje grande, los poderosos, otro actor intelectual, un jorocón, manos extrañas, manos asesinas, manos ocultas, sicariato, un político, otro amante celoso y todas las trampas de la razón epistemológica de las teorías conspirativas, tan populares y muy apropiadas para el morbo y el telemarketing y los ratings televisivos.
Irse más lejos de la simpleza del delito, del horror del drama y de las condiciones del propio odio homosexual de un sujeto enajenado, de los tabúes frente al tema y de las condiciones culturales y sexuales dominicanas es entrar también en un proceso de locura aberrante y de psicotización mercadológica de los medios de comunicación de masas.
Y como se sabe en la cultura dominicana del vocablo vernáculo cueril de la prostitución clandestina de nuestro país, estos jóvenes, hoy asesinos, son los denominados “bugarrones”. Son los que penetran a los homosexuales, pero jamás sin dejarse penetrar por el otro, supuestamente. Lo que también constituye una ofensa mortal. Es decir, si intentas metermelo te mato porque, en el fondo, los bugarrones, viven una vida de pareja normal, casados en su mayoría con esposas e hijos o novias.
Pero además se trata de cobrar una gran cantidad de dinero, en este caso $4000 pesos por servicios sexuales, casi $100 dólares, lo cual es mucho dinero en nuestro país y cualquier lugar del mundo en desarrollo. A la pregunta, de nuevo, de los periodistas de que si están arrepentidos, todos responden que sí, menos Yandel, quien en su bravuconería parece no entender, el salvoconducto de la periodista de salirse de la condición de psicópata o de asesino, aludiendo al arrepentimiento cristiano, a la frialdad, cálculo y premeditación del psicópata-asesino.
El bugarrón dominicano es un homosexual en potencia, no confeso, latente, a sueldo para ocultar su preferencia sexual. El bugarrón es un ser encantador (de buenos tratos diré Diep con estas palabras: “este es un chico popular entre los gay, era muy agradable al trato”), seductor y en la mayoría de los casos dotado de un aparato reproductor masculino de gran y extraordinario tamaño que tanto complace a mujeres como a hombres. Y de ahí la confusión del bugarrón ya que es buscado y apetecido tanto de las mismas mujeres como de los hombres. Y en consecuencia el no puede ser un homosexual. Y de ahí la ocultación a través de la labor de la prostitución masculina, la protección familiar irresponsable y de la demanda constante de más servicios sexuales de la comunidad gay “curiosa” por placeres desconocidos e irrefrenables de estos jóvenes potentes, fogosos, furiosos y nuevos.
Pero lo que siempre oculta en bugarrón es un profundo odio a sí mismo y un profundo prejuicio homofóbico hacia el homosexual. Y de ahí su peligro, suspicacia, arrebato, impredecibilidad y miedo. Porque el deseo del Otro / gay / maricón / pájaro o marica lo obliga a hacer lo que él oculta de sí mismo: su homosexualidad, su odio así mismo y en consecuencia su profundo prejuicio homofóbico. El bugarrón termina siendo un total homofóbico (Diep hace el llamado de que hay que cuidarse de ellos: “son unos monstruos esos jóvenes”). No son gays sino jóvenes, en efecto, son bugarrones dominicanos que se venden por dinero pero que pueden llegar a ser altamente agresivos, vengativos y violentos. Volvemos al la proyección: el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro lo que rechaza en sí mismo”.
Freud fue el primero es establecer la relación que existe entre la homosexualidad, la paranoia, la psicosis y el mecanismo de proyección. Siempre que Freud vuelve a ocuparse de la paranoia, recurre a la proyección, especialmente en el Caso Schreber, como representaciones intolerables que vuelven al sujeto en forma de reproches. El Dr. Paul Schreber relata su locura en “Sucesos memorables de un enfermo de los nervios”, obra que es analizada por Freud en su ensayo “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente” (1911) y posteriormente por Jacques Lacan en El Seminario Libro III: Las Psicosis (1955-1956), así como en el artículo “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” (1959).
En nuestro caso en cuestión, el bugarrón oculta su preferencia sexual homosexual atribuyéndosela al padre, al Otro, transgrede la Ley de castración y del incesto y en este proceso se vuelve loco. “Era pájaro y nos cubiaba”. Es decir, el homosexual es él (Nasco). Nosotros no. Podemos ser prostitutos y hasta bugarrones pero jamás pájaros. Hay en esta frase también una clase. Un grupo. “Nos cubiaba”. Los supuestos matadores son tres. Los dos siguientes son Macuto, de 20 años, y Pateo, de 18 años. He omitido sus nombres a propósito para sólo conservar el apodo impropio, impersonal y antihéroe. Por otro lado, de Yandel su hermano dice que: siempre le gustaba tener ropa fina y buena, y que nunca tomaba “romo” barato sino de marca y caro y que podía mostrar el closet del mismo para demostrar la tanta ropa fina de su querido hermano que nunca ha tenido un delito hasta este momento.
Y es que la falta de valores sociales y culturales y familiares hace que la gente viva, de alguna manera, en un proceso de aceptación de la locura colectiva compartida. Aunque a veces aflora la conciencia de la realidad penal cuando dicen los vecinos de Yandel que sabemos que hicieron (los tres) algo malo como si se tratara de cosas inocentes de muchachos y no de un brutal y horrendo asesinato con premeditación y alevosía. En el fondo no soportan todos la realidad homosexual más allá del bien y el mal, del tanato ominoso y del delito cruel y fehaciente.
El inconsciente colectivo social y político dominicano lo permea todo hasta convertir a los hijos, hermanos y familiares en locos. Psicóticos sin ética y con profundos prejuicios homofóbicos. Y como la mamá ha dicho. Ese hombre venía dos y tres veces semanales desde hace aproximadamente 4 años, en su Yipeta a buscar a mi hijo y nunca se apeaba para yo conocer la supuesta novia vieja de mi hijo como él me decía y que siempre lo trataba bien. Sabemos que en su expediente judicial el propio Yandel ha dicho, como confesión, que conoció a Nasco hace 9 meses por el Internet en un sitio de Gays. Y de ahí el hecho de que Nasco era un corruptor de menores y que a la vez de ser homosexual cabe la posibilidad en la mente joven y prejuiciada de cualquier Yandel de asesinar al único culpable de su corrupción, homosexualidad, deleite y prostitución: Claudio Nasco. De ahí la furia de la comunidad y del barrio de Hato Nuevo, al saber, del arresto y detención de los tres acusados de tan horripilante crimen.
Parece ser que una de las salidas del bugarron de su proceso psicótico, homofóbico y fanático es el asesinato de sí mismo matando al Otro. Lo mato al penetrarlo pero si me penetra a mi también lo mato porque yo no soy un maricón o un pájaro parece ser también el modus vivendis mental del bugarrón. Un proceso permanente que termina en el alcoholismo, las drogas, el vandalismo, la violencia, la muerte o la cárcel. Y todo esto encubierto por un proceso cultural trujillista del hombre macho dominicano que penetra pero que jamás se deja penetrar.
Se oculta, el bugarrón, en la brutalidad del odio y del propio prejuicio homofóbico contra sí mismo. Es el macho descarado que jamás aceptará su propia preferencia sexual. Su propio deseo íntimo sexual y natural. No es que saldrá del closet alguna vez. Es que el closet jamás existirá par él. Primero la cárcel o la desaparición. Su proyecto y destino es el dinero, la buena y facil vida, el lujo, el romo caro, la ropa elegante. Nunca le falles a un bugarrón con sus cuartos o su dinero después del servicio sexual ofertado, cual que fuere. Nunca le des dinero envuelto y de menos. Es la única condena de muerte. Debemos conocer su único propósito y fin malvado, seductor y encantador: money / dinero. Y su insaciable deseo de ocultación social de su propia condición homosexual a toda costa, contra viento y marea incluyendo como salida final el asesinato contra quien sea.
El bugarrón nuestro es un Yandel cualquiera. Un ser joven prejuiciado, codicioso y ambicioso que no esta en decadencia y que se pasea por cualquier barrio de la República Dominicana, del Caribe o de Latinoamérica, buscándose en su delirio y frialdad, en su escasez y miseria. Buscándose en los intersticios del crimen, la violencia, la prostitución infantil, la drogadicción, el vedetismo y la validación gloriosa del saltinpankis, el sadomasoquismo, la desesperación y la maldad.
El autor es psicoanalista con práctica privada en New York: http://www.vcita.com/v/jorge.pina Es poeta, escritor y gestor cultural. Realizó una maestría en “Estudios Psicoanalíticos” en la New School University de la Ciudad de Nueva York y en la actualidad realiza un PhD en “Psicoanálisis y Cultura” de la Boston Graduate School of Psychoanalysis de Massachusetts. Es además el creador del Movimiento Internacional Metapoesía (MIM). Tiene 7 libros publicados. Su bitácora digital “Psicoanálisis y Cultura” se puede seguir aquí: http://psicoanalisisycultura.com