Opinión
Ideas en movimiento o fragmentos de mi pensar (1)/ Miguel Collado
Los primeros destellos del ensayo literario, de naturaleza critica, en la literatura dominicana habría que buscarlos en los primeros textos en prosa del Alejandro Angulo Guridi (1823-1906) de la etapa cubana, es decir, en la primera mitad del siglo XIX
Por Miguel Collado
Al poeta Alexis Gómez Rosa
in memoriam
1. POSIBLE ORIGEN DE LA CRÍTICA LITERARIA DOMINICANA
.Los primeros destellos del ensayo literario, de naturaleza critica, en la literatura dominicana habría que buscarlos en los primeros textos en prosa del Alejandro Angulo Guridi (1823-1906) de la etapa cubana, es decir, en la primera mitad del siglo XIX. Luego de su imprevisto nacimiento en San Juan (Puerto Rico), en mayo de 1823, se trasladó con sus padres —Andrés Angulo Cabrera y Francisca Guridi Leos, ambos dominicanos emigrados— a en la isla de Cuba, donde estuvo residiendo hasta 1852, año en que arriba a la República Dominicana, su patria de origen. En la patria de José Martí fue cofundador, siendo muy joven y graduado ya en Derecho, de la revista El Prisma (La Habana, 1846-1847), cuyo espectro temático era muy abarcador: en ella eran publicados textos filosóficos, literarios, jurídicos, históricos, económicos, sociales, científicos, etcétera. Trabajos de crítica literaria de su autoría aparecieron en ese medio de vida efímera: su ensayo «José María Heredia», por ejemplo, el cual aparecerá, en 1854, en el periódico dominicano El Orden (Santo Domingo). Angulo Guridi —a quien dedicamos varios capítulos en nuestra obra Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana (1993)— era un intelectual poseedor de un gran carisma, pionero de la novelística dominicana, polemista, jurista, lingüista, pensador, de vida errante y capaz de hacer patria a dondequiera que llegaba; fue un ejemplar ciudadano de América y gran amigo de Eugenio María de Hostos. Falleció, en Masaya (Nicaragua), el 17 de enero de 1906.
2. LA LITERATURA Y LA EDUCACIÓN
La literatura contribuye a refinar la expresión, a elevar el nivel cultural y a hacer fluir el pensamiento de manera más coherente y efectiva. Entonces, si el educador tiene como herramienta de trabajo el discurso que estructura desde la lengua, es un crimen que el mismo ignore todo lo que la obra literaria puede poner a su disposición. Por lo anterior, es oportuno consignar que para poder lograr el éxito en el fomento del libro dominicano en los diversos centros de enseñanza los educadores deberían convertirse en lectores entusiastas, pues el educador que carece del hábito de lectura no será capaz de motivar con éxito a sus alumnos para que éstos sientan el profundo deleite que produce el ahondar en las páginas de un buen libro
3. LEER EN FORMA SELECTIVA
No alcanza la vida humana para leer todos los libros publicados en el mundo: según la UNESCO anualmente se publican 2,200,000 libros en el mundo. Es lo que nos obliga a pensar en leer en forma selectiva, eligiendo aquellas obras que revisten mayor interés para nosotros desde el punto de vista del placer que podría brindarnos su lectura o desde el punto de vista utilitario o quizá desde el ámbito de la exigencia académica. De ahí que existan manuales y guías de recomendación de lecturas que nos simplifican esa tarea de
selección, la cual, a veces, se nos presenta como un laberinto fastidioso que, con frecuencia, es causa de desencanto y entonces decidimos no leer nada.
4. LAS ANTOLOGÍAS LITERARIAS COMO HERRAMIENTAS DIDÁCTICAS
Diversos son los pretextos y motivos que suelen dar origen a una antología literaria. Algunos de ellos: 1) cuando se desea destacar la literatura de un país en sus diversos géneros literarios (Lecturas dominicanas, de Carlos Fernández Rocha y Danilo de los Santos); 2) cuando el objetivo es dar a conocer la poesía de una comunidad específica de ese país (Antología de poetas mocanos, de J. J. Julia); 3) cuando el interés se concentra en una promoción o generación literaria ( Antología informal: la joven poesía dominicana, de Pedro Conde); 4) cuando el fin es resaltar la producción literaria de los autores de un sexo determinado (Sin otro profeta que su canto: antología de poesía escrita por dominicanas, de Cocco De Filippis); 5) cuando se busca destacar un tema específico, como el de la literatura de la diáspora (Poemas del exilio y de otras inquietudes: una selección bilingüe de la poesía escrita por dominicanos en los Estados Unidos, de Daisy Cocco De Filippis y Emma Jane Robinett); 6) cuando se desea dar a conocer los textos ganadores en un certamen literario (Cuentos premiados 1986, de Casa de Teatro); 7) cuando se desea resaltar lo mejor de la producción poética de un autor determinado (Antología poética de Domingo Moreno Jimenes, de Manuel Mora Serrano); 8) cuando el objetivo es promover la literatura de una ciudad o pueblo (Antología de poetas petromacorisanos, de Víctor Villegas); o 9) el caso de la antología personal editada por el propio autor (Poesía. Antología personal, 1972-1995, de Tony Raful). Cabe señalar que desde la perspectiva de la divulgación literaria, las antologías tienen una importancia capital para la introducción de los lectores y estudiosos en el mundo literario de los autores antologados. A la vez, son valiosos materiales didácticos para la enseñanza de las letras tanto en las escuelas y colegios como en los centros de enseñanza superior en el campo de las humanidades.
5. BIBLIOGRAFIAR EL TEATRO DOMINICANO ES UN DRAMA
Bibliografiar la dramaturgia dominicana resulta un tanto complejo —¡un verdadero drama!—, puesto que casi siempre, y desde sus orígenes, ha sido concebida para la representación en teatros, no como proyecto editorial, lo cual explica, quizá, el porqué tantas piezas dramáticas consideradas clásicas, pioneras en la literatura dominicana dentro del género que hizo inmortal a Tirso de Molina, no se dieron a conocer en volumen: el Entremés de Llerena en el siglo XVI y los dramas de Félix María del Monte en el siglo XIX, por ejemplo. Cabe decirlo: los literatos que menos piensan en los lectores son los dramaturgos, porque el destino lógico de sus creaciones es el teatro, el mundo del espectáculo, el escenario que se convierte, al final, en el deleite audiovisual de esos lectores. Por eso es que hemerografiar es la alternativa que les queda a los historiadores y antólogos de las letras dominicanas.
6. EL ESCRITOR Y LA LENGUA
Un escritor que se precie de serlo no tan solo tiene el deber de hacer un uso correcto de la lengua en que escribe para comunicar sus emociones y sus ideas, también debe hacerlo cuando, en un plano conversacional, interactúa en la sociedad con las personas: en el hogar, en el ámbito laboral, cuando enseña en la universidad. Es decir, siempre que use su lengua materna o cualquiera otra lengua aprendida será su deber hacer un uso correcto de la misma,
respetando su normativa gramatical tanto al momento de escribir como al momento de asumir su rol como hablante, aunque el nivel lexical tenga que variar tomando en cuenta el nivel cultural de sus interlocutores, teniendo siempre presente que hablar sencillo, comprensible hasta para los oídos de un infante, no significa hablar incorrectamente. Es mi opinión.
7. LA INTERJECCIÓN INGLESA «¡WOW!» NOS INVADE
«¡Wow!» es una interjección del idioma inglés que, por lo regular, manifiesta un estado emocional de sorpresa. Indica un estado de ánimo. Definiciones posibles de «¡Wow!»: «1. Es una exclamación de admiración, asombro, etc.; 2. Es una persona o cosa que es increíblemente exitosa, atractiva, etc.; y 3. Es para despertar un gran entusiasmo». El problema es que hay personas que por todo es un jodío «¡Wow!»: si mean mucho es un «¡Wow!», si mean poco «¡Wow!»; si el equipo ganó es un ¡Wow! Y si perdió… otro «¡Wow!» Eso me recuerda una frase de un pensador cuyo nombre no recuerdo: «Tan estúpido es sorprenderse de todo como estúpido es no sorprenderse de nada». Es decir, a mí me parece bastante estúpido eso de estar todo el tiempo con un «¡Wow!» en la boca, como si fuera un perro que todo el tiempo está ladrando: «¡Guau, guau, guau!»
8. AMO LA LITERATURA
La literatura es una placentera manera de entrar a la historia cultural de un país. Ella refleja sus luchas, sus glorias y sus sufrimientos y penurias. Como el estudio de la lengua, la literatura nos ayuda a medir lo que ha sido la evolución histórica y cultural de un pueblo. Y es que la ficción no tan solo se nutre del imaginario del autor, sino también del imaginario de los colectivos humanos cuyas realidades —como ya tantas veces ha sido dicho— muchas veces la superan dando paso a la fantasía. Esas obras clásicas cuya naturaleza épica ha sido motivo de grandes emociones en los lectores del mundo son un ejemplo de ello, especialmente la narrativa basada en las legendarias hazañas de héroes reales o creados por la imaginación de los escritores. Se confunden la realidad y la fantasía en las leyendas contadas desde el más antiguo pasado de la humanidad: desde la milenaria Epopeya de Gilgamesh, en la que es narrada la aventura del rey Uruk tras la conquista de la inmortalidad. Recorrer las páginas de cada libro producido en la literatura de cualquier país, antigua o contemporánea, siempre dejará abierta la posibilidad de que habremos de entrar a un mundo desconocido que nos aguarda y podría constituir una fascinante aventura espiritual. Por eso y mucho más ¡amo la literatura!
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