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Margarita¿una idiota, una estúpida o una imbécil?

Tenía todo el perfil de una gran compañera para un hombre como el doctor Leonel Fernández, conocido por su sobriedad, educación, sencillez y amor al saber

Por Cassandro Fortuna M.A.

CUANDO la señora Margarita Cedeño apareció en el escenario público era una gran desconocida para el pueblo dominicano.

El país no sabía quien era ella.

Pero entró al gran escenario nacional de la mano del doctor Leonel Fernández. Y la nación se fijó en ella. Una mujer bonita, preparada, equlibrada, discreta, educada. Leonel le dio todas las oportunidades para que se desarrollara como quisiera. Y ella mordió su mano.

Tenía todo el perfil de una gran compañera para un hombre como el doctor Leonel Fernández, conocido por su sobriedad, educación, sencillez y amor al saber.

Era una pareja perfecta. Leonel era el líder y Margarita su fiel esposa. Su gran colaboradora y amiga.

Pero ese estado de cosas comenzó a cambiar.

Al ocupar Margarita el Despacho de Primera Dama, con un apoyo presupuestario excepcional, la mujer discreta y sencilla comenzó a marearse. Del bajo perfil en el que había estado toda su vida de pronto comenzó a sonar en los medios de comunicación.

Era una mujer poderosa. La Primera Dama. Esposa del Presidente. Con el gobierno en las manos.

Margarita tenía poder para nombrar personas en todos los estamentos del gobierno. Su esposo era quien emitía los decretos y, obviamente, ella jugaba con esa influencia presidencial.

Entonces, hubo un momento en el cual  Margarita tenía tantos adeptos dentro del gobierno, era tan elogiada y alabada que el diablo comenzó a tentarla. No se sabe cuando, pero un día llegó a la conclusión de que ella era una gran lider. Nunca evaluó de donde había salido su líderazgo ni por qué ni por quien. Eso la habría llevado a Leonel. Y evadió esa reflexión para no agradecerle nada a su esposo. Simplemente se creyó que su inteligencia, carisma y habilidades la habían llevado a donde estaba y se creyó más apta que todos  los dirigentes del PLD para gobernar el país y decidió lanzarse a buscar la presidencia de la república sin nisiquiera consultarlo con su esposo.

Su desenfreno político llegó a punto tal que se alió con los enemigos políticos del hombre que le abrió de par en par las puertas de la gloria política. Y quiso ponerse por encima de él. En verdad, se comportó como una mala mujer. Y no es que no tuviera derecho a buscar su espacio y procurar hacer sus sueños realidad, sino la forma abiertamente descarada en que lo hizo. Son muchos los hombres y las mujeres que hablan muy mal de ella en nuestro país.

Para entonces todos sus sentimientos anteriores se habían modificado.  Comenzó a pensar que podía sustituir a Leonel. Quitarle el liderazgo. Fueron pensamientos muy perversos. Torcidos. Y ella se dejó llevar por ellos, sin importarle el precio a pagar.

Para minimizar lo más grande que Leonel le había dado en política, que era ser Primera Dama, dijo que “estaba cansada de ser Primera Dama”. El país la vio como una ingrata, pero ella ni se percató de eso.En verdad a Margarita nunca le importó lo que el país pensara de sus acciones para lograr la presidencia de la república. Se creía por encima de todo.

Ella decidió ser “un carro sin freno y sin reversa’ en pos de su objetivo.

La gente se reia de ella. Se burlaba de ella. Al menos una buena parte del país lo hacía, pero ella no se daba cuenta.

Margarita fue una embullada de la política.Margarita llegó a la cúspide del poder sin hacer nada. Y creyó que todo era así de fácil.

Por eso estaba segura que llegaría a la presidencia del país porque el pueblo dominicano la adoraba.

Obviamente, estaba más perdida que el hijo de Lindbergh; pero ella no lo sabía.

Se consideraba una especie de heroína sin haber hecho ningún acto heroico trascendente. Presumía de ser una gran líder. Se desplazaba por el país en siete u ocho jepetas negras, de alto cilindraje, a gran velocidad, tocando la sirena a todo dar, como si fuera una jefe de Estado.Eso pasa con la gente vanidosa y que muestra orgullo excesivo por las cualidades o actos propios .

Sin embargo, la verdad cruda y desnuda, es que ella, desde que llegó a la vice-presidencia, no fue más que una ficha en el tablero político del PLD, y nunca se dio cuenta de ello. En verdad, hace dos décadas que estuvo durmiendo y disfrutando un sueño maravilloso que acaba de terminar.

La pasada consulta ciudadana del Partido de la Liberación Dominicana (PLD)  acaba de despertarla. Ella no está apta para ver lo que ocurre en el mundo real. Ella cree que la engañaron. Quedó en un lejano tercer lugar con un 15% de los votos.

En mi opinión su liderazgo, de cartón, cayó en picada y aun no ha llegado al suelo. Creo que no se levantará jamás. Sus jugadas políticas perdieron el soporte de quien, en verdad, le daba fortaleza, que era Leonel.

Ahora no tiene ni pito ni flauta.

En su caso, como siempre, la ambición rompió el saco.

Y no, Margarita no es una idiota ni una estúpida ni una imbécil, es solo una pobre mujer, que, en medio del deslumbrante y aturdidor poder de quien fuera su esposo, se perdió en la jungla de la política dominicana, creyó que ella y no él, era la importante, y perdió las perspectivas.

No creo que se levante de esta derrota.

El autor es periodista, director de El Granero del Sur

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