Opinión

Las mentiras sobre Boyer / Miguel Reyes Sánchez

Por Miguel Reyes Sánchez

George Orwell escribía el 4 de febrero de 1944, que “ la historia la escriben los vencedores”. Pero en esta ocasión, se relatará desde la perspectiva de los perdedores y aclarar objetivamente la veracidad de los hechos.

La fábula recurrente de que cuando Boyer invadió la parte este de la isla de Santo Domingo en 1822, lo recibieron con júbilo y vítores, es una premisa falsa y tergiversada, auspiciada por historiadores haitianos y unos cuantos dominicanos.

El 10 de febrero de 1822, apenas dos meses y 8 días después de la fracasada independencia efímera, se produce la invasión de Boyer a nuestro territorio, dando al traste con la emancipación pretendida.

Los pobladores de Samaná y el Seibo se convirtieron en el foco de resistencia contra Boyer, ya que no querían volver al yugo haitiano, oponiéndose a esta invasión.

Los habitantes españoles y franceses de la zona se resistían con temor a las huestes haitianas, encabezados por Francisco Mueses, Cura de Samaná; Diego De Lira, comandante en armas de Sabana de la Mar, hasta el comandante Antoine Drouot, jefe de la fragata de guerra Duchesse de Berry, anclada en la bahía, al momento en que Boyer se disponía a entrar.

Drouot pidió ayuda al contraalmirante Jacob para que se realizara una expedición francesa desde Martinica, donde estaba apostado, para rescatar la Bahía de Samaná y desde ahí articular acciones para consolidar su espacio territorial colonial.

Pedro Mir en su obra “La noción de período en la historia dominicana” relataba que “El 25 de febrero zarpó desde St. Pierre, Martinica, una expedición compuesta por un barco de línea, 3 fragatas, 3 gabarras, 4 bergantines y 4 goletas, llevando a bordo dos mil hombres y 50 piezas de artillería de campo”.

El gobernador de Martinica envió una misiva a José Navarro, gobernador de Puerto Rico, sobre las pretensiones del presidente haitiano de apoderarse de toda la isla, habiendo enarbolado su pabellón en Montecristi y Santiago, cuya acción había desesperado a los “blancos” y a los habitantes de Samaná.

En efecto, muchos franceses y españoles se habían replegado a Samaná y Sabana de la Mar para oponerse a la invasión haitiana.

La expedición de Jacob llegó a la isla paseándose por la costa de la Bahía de Samaná y el gobernador Navarro envió a Juan Nepomuceno Cárdenas en el buque Francés para presentar un pliego a Boyer y reclamar a nombre de España el territorio hostilmente ocupado. Pero a la llegada del navío a Samaná, todo estaba consumado, encontró ya ocupada la península por los soldados haitianos.

La escuadra recogió algunos colonos y operó un desembarco en Sabana de la Mar para proteger ciudadanos y bienes, salvar algunos animales y recoger productos de las plantaciones.

Luego de varias hostilidades, los franceses se reembarcaron. La escuadra tuvo unos quince días en la posición, desplegó velas para Francia y la suerte de la parte este de la isla quedó a su suerte, iniciándose los 22 años de ocupación haitiana.

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