Opinión
¿Quién pagaría el costo político?/ Juan Bolívar Díaz
Sin duda hay legisladores y políticos que sostienen por convicción la oposición absoluta al aborto, pero muchos que juegan al oportunismo no solo están equivocados, sino que pagan un costo político, al ser visualizados como farsantes
Por Juan Bolívar Díaz
Entre legisladores y políticos timoratos prevalece el criterio de que pagarían un costo político si colocan la República Dominicana junto a los 190 países que han legislado en respaldo a la dignidad de la mujer eliminando la penalización de la interrupción del embarazo cuando peligra la vida de la madre, si el embrión es inviable y si es fruto de violación o incesto.
Muchos temen caer en desgracia política ante los que se oponen radicalmente a esa reforma, lo que no tiene precedente en ninguno de los países donde se ha aprobado. Como cuando se legalizó el divorcio y el uso de anticonceptivos, a lo que todavía se oponen algunas iglesias. Ese costo tampoco se ha verificado ni donde se ha legalizado por completo el aborto.
Muy reciente están los resultados electorales del año pasado: Faride Raful, que como diputada había defendido firmemente la despenalización por las tres causales, postulada a senadora del DN por el PRM, obtuvo el 52.04% de los votos, aunque candidatos y jerarcas religiosos hicieron campaña contra ella. Mientras los partidos que apostaron al poder eclesiástico y al costo político consiguieron pocos votos, como el PRSC 3.70%, la FNP 0.76% y el PQD quedó en 0.54%.
Sin duda hay legisladores y políticos que sostienen por convicción la oposición absoluta al aborto, pero muchos que juegan al oportunismo no solo están equivocados, sino que pagan un costo político, al ser visualizados como farsantes.
La renovación del obsoleto código penal dominicano tiene dos décadas paralizado por el temor de muchos legisladores al falso costo político. Ya lo aprobaron alguna vez sin aceptar las tres causales y el presidente Danilo Medina tuvo el valor de no promulgarlo, ratificando la procedencia de las excepciones en la penalización limitada.
El presidente Lus Abinader recientemente ratificó la resolución de su partido en favor de las tres causales, y las encuestas siguen otorgándole una alta aprobación. Si iba a pagar un costo político, pues ya ocurrió, porque la mayoría de las jerarquías religiosas, no todas, le salieron al frente.
En tal circunstancia no hay excusa para que la mayoría congresual del PRM no honre cuanto antes el compromiso contraído, más aún cuando la segunda mayoría, la del PLD, está comprometida con la posición de su líder Danilo Medina en favor de las tres causales. Entre ambas fuerzas reúnen más de dos tercios en las cámaras legislativas.
Es claro que juegan al engaña bobos quienes por cobardía o irresponsabilidad propugnan por aprobar el código penal con la penalización absoluta del aborto, dejando para después abordar las tres excepciones en una “ley especial”. Juegan al engaño quienes proponen evadir toda concesión a la dignidad de la mujer, para proseguir un debate de dos décadas ya carente de objeto y razón. Otra cosa fuera que aprobaran un código sin incluir el tema, para dejar la definición a una ley sobre el particular. Pero aún eso carece de objeto después de tanto debate y a la luz de las encuestas que no dejan dudas sobre la voluntad de la mayoría.
Si los perremeístas caen en el gancho de la “ley especial”, exponen a su presidente a pagar realmente un costo político, porque o devuelve el código ratificando las tres causales como hizo Danilo Medina, o queda como incoherente y pierde respeto en la mayoría ciudadana, especialmente en los más instruidos. Si ya Luis Abinader arriesgó el costo, que aprueben definitivamente las tres causales, y verán que la vida sigue su agitado curso. Si el PRM no aprovecha la oportunidad, será quien cargue con el costo político, frente a la ciudadanía, no a las jerarquías religiosas.
Ah! Y si se quiere un ejercicio de sinceridad, que le pregunten a los defensores del embrión aun a costa de la vida de la madre, si enviarían a la cárcel a una hija o nieta de 13-14 años que, traumatizada por una violenta violación, apele a un método abortivo para librarse de la ignominia. “Me la pusiste difícil” confesó un radical cuando hicimos la prueba en la televisión.
El autor es periodista
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