Opinión
Un modelo de abnegación política (Sobreviviente en cinco longitudes)/ Oscar Lopez Reyes
(y II)
Por Oscar López Reyes
Sobreviviente (III) de guerra
Al estallar la revolución constitucionalista de 1965 en la capital, el alto mando militar encabezado por Francisco Alberto Caamaño Deñó y los dirigentes del 14 de Junio, tomaron la decisión de expandir la guerra a las regiones Nordeste y Sur del país. Y el 25 de junio de 1965, después de arduos y tortuosos preparativos bélicos, optó por el levantamiento armado en San Francisco de Macorís.
Ya en la madrugada de ese día se escuchaba el tableteo de las ametralladoras y de algunas bombas. Homero Hernández, Aquiles Reynoso Paulino y otros revolucionarios, reunidos en una zona del Barrio Libre, marcharon, armados con metralletas, fusiles y granadas, hacia la fortaleza Duarte.
Cuando avanzaron unas tres o cuatro cuadras hacia la fortaleza, pero ya los estaban esperando: habían sido delatados. Bajo una lluvia de proyectiles, tiros de morteros, etc., vuelos de aviones de combates y helicópteros rasantes –de la funesta “Fuerza Interamericana de Paz”, encabezada por las tropas yanquis–, fueron obligados a retroceder. Prácticamente se formó el caos, y perdieron los contactos entre ellos mismos.
Reynoso Paulino fue retrocediendo hasta llegar a una zona rural, donde su abuela materna, Ramona Paulino, tenía una finca. Allí, casi enterrado en unos montes con zanjas enormes, permaneció unos 10 días, sobreviviendo con frutas y sorbos de agua de un arroyo que pasaba por la zona. Cada dos o tres días, su hermano Washington le informaba de la masacre que ejecutaban las tropas invasoras y las criollas en San Francisco de Macorís.
Por la delación de que fue objeto el levantamiento, los muertos y asesinados a sangre fría se contaron por cientos, entre ellos Sóstenes Peña Jáquez, Abraham Vargas, Pasito Polanco, Frank Sosa Duarte, Chepe Vásquez, Baldemiro Castro, Jimmy Méndez, José García, Franklyn de la Rosa, Papito Quezada y Bayardo Jiménez.
Vadeando la vigilancia policíaco-militar, disfrazado de pastor evangélico, Reynoso Paulino llegó a la Zona Colonial, escenario de la guerra constitucionalista. Se incorporó al comando de San Francisco de Macorís, que se encontraba en la calle Las Mercedes, donde permaneció por espacio de un mes. Luego, por problemas de salud, fue integrado al Comando Central del 14 de Junio.
Sobreviviente (IV) clandestino
Como militante revolucionario de izquierda desde su adolescencia, gran parte de su vida se desarrolló en la clandestinidad. En la era de Trujillo, los famosos “cepillos” le seguían de noche, cuando regresaba a su hogar, en San Francisco de Macorís.
A raíz de la guerra de abril de 1965, y en los preparativos para el levantamiento en San Francisco de Macorís, Reynoso Paulino vivió en la clandestinidad. Sólo salía de noche desde el sitio en que se escondía, generalmente vestido de anciano. Un teniente de nombre Perelló Soto puso precio a su cabeza. Su casa era allanada varias veces a la semana.
También vivió en la clandestinidad durante los 12 años del gobierno de Joaquín Balaguer (1966/1978), portando cédulas de identificación con diferentes nombres y apellidos: Manuel, Sócrates, René, Reynaldo, etc. Haina, San Cristóbal, Barahona, Santiago y la capital sirvieron de teatro de operaciones para sus labores revolucionarias de la época.
Luego de la guerra de abril de 1965, trabajó arduamente en el movimiento sindical, camuflajeado para poder organizar a la clase obrera de la época. Estuvo en Foupsa-Cesitrado, una de las primeras confederaciones sindicales del país. Participó en la organización del Sindicato de la Fábrica de Vidrio, en San Cristóbal y fue miembro del Sindicato de Técnicos y Especializados del Central Rio Haina, donde laboró como ayudante de mecánica y luego en el Departamento de Hojalatería. En estas labores fue apresado en San Cristóbal y encarcelado por varias semanas.
Vivió al salto de la pulga, mudándose regularmente de un sitio a otro, para evadir la persecución policial, que era sistemática y tenaz. Durante todo ese tiempo, se mantuvo prácticamente separado de su esposa, hijos, hermanos y otros familiares. Era una vida apartada y un tanto solitaria, y como solamente hacía vida regular con los camaradas, simpatizantes y amigos del Movimiento Popular Dominicano (MPD) y luego del Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), de los cuales fue dirigente de sus máximas cúpulas.
Reynoso Paulino admite que en los primeros años, ese partido fue muy “combativo y revolucionario”, pero que ya a mediados de la década de los 1970, “se caracterizaba por su sectarismo, dogmatismo y aislamiento de todas las demás organizaciones políticas y grupos democráticos de la época”. El 22 de julio de 1977 salió de esa organización.
Sobreviviente (V) productivo
Una vez fuera de la vida política partidaria, se dediqué al trabajo honrado y productivo, y en 1977 fue administrador de Constructora Jaya, empresa de un amigo de infancia, que le brindó la oportunidad de reiniciar una vida normal y fuera de los avatares de la lucha clandestina.
Más adelante pasó a trabajar como asistente administrativo de Muebles Omar. Y luego, con varios socios fundó a Herrajes Dominicanos, empresa de la que llegó a ser presidente-administrador, hasta su cierre en 1999.
Desde el 2000 hasta el 2005 fungió como director de Negocios del Consorcio Dominicano de Industriales de Muebles y Colchones (Conaimco), que agrupaba unas 30 pequeñas y medianas empresas del sector de muebles y colchones.
En su última etapa adulta, Aquiles Reynoso Paulino comparte su tiempo discretamente con modestísimos proyectos inmobiliarios, el ocio con su esposa Fior, sus hijos Anthony, Jéssica, Paver, Tanzania y Khaterine y con sus 6 nietos entre sus brazos; la gastronomía como encanto alimenticio, sus viajes recreativos a España y sus tertulias políticas con viejos camaradas de confianza, como quien escribe.
Consejero en sus enfoques filosóficos y holísticos sobre la existencia humana y las transformaciones estructurales, este héroe de la Patria camina –a sus 82 años de edad- sin incertidumbre, en paz consigo mismo y con quienes los rodean. En público, sólo se le ha visto participando en todas las manifestaciones de la Marcha Verde.
Considera que la democracia de República Dominicana de la primera década del 2000 es una farsa. La izquierda revolucionaria se diluyó en las luchas intestinas y la ultra-derecha ejerce el poder a sus anchas, dejando a su paso décadas de miseria, desempleo, corrupción, narco-tráfico, delincuencia e impunidad.
Aquiles Reynoso Paulino aspira a que las nuevas generaciones tomen la bandera de lucha de sus héroes, desde Enriquillo, Caonabo, Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Manolo Tavares Justo, Francisco Alberto Caamaño y otros titanes de nuestra historia. Y termina con las consignas de guerra de aquellos tiempos: decidido a luchar, resuelto a vencer, y quien no teme morir cortado en mil pedazos, se atreva a desmontar al emperador”.
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