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Boyer nunca invadió la República Dominicana/ Cassandro Fortuna

Ni Toussaint Louverture en 1801 ni Jean Jacques Dessalines en 1805

Por Cassandro Fortuna MA

En el artículo pasado afirmamos que la enseñanza de la historia ha fracasado en nuestro país. Usábamos como ejemplo el hecho de que 500 años después alabamos la colonia española en un mundo que estigmatiza todo tipo de colonialismo.

Ocurre que la escuela, en nuestro país, no fomenta un espíritu crítico de la historia con el objetivo de formar ciudadanos más responsables, conocedores de su pasado y su presente, para estar en mejores condiciones de visualizar su futuro. En otras palabras no se nos enseña a pensar históricamente, y por tanto, no sabemos cómo manejarnos dentro de las tres dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro.

Ahora voy a mostrar otro ejemplo de lo mal que hemos aprendido nuestra historia.

Mucha gente cree que Jean Pierre Boyer invadió la República Dominicana.Creen que Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella, Francisco del Rosario Sánchez y los demás trinitarios reaccionaron en ese mismo instante para combatir “esa invasión a la república mancillada”.

Como no conocen bien la historia no logran precisar que Boyer ocupó el territorio del Este en 1822. Para entonces la República Dominicana no existía. El pueblo dominicano, como tal, tampoco tenía ninguna existencia. Todavía el territorio se llamaba oficialmente La Española y los ciudadanos eran entonces oficialmente españoles; aunque dos meses antes de que entrara Boyer, un oportunista llamado José Núñez de Cáceres, el 1 de diciembre de 1821, había dado un golpe de palacio, proclamado la independencia del territorio  denominada como “Estado Independiente de Haití Español”, sin consultar a nadie. Y de la misma manera, solo con el concurso de sus amigos civiles y militares, conformó un gobierno y redactó una especie de constitución. Cuando eso ocurrió todo el mundo se quedó con la cara larga.¿Qué era lo que había hecho este hombre y sus amigos? Quitaron la bandera de España y en su lugar colocaron la de Colombia. Todo de manera inconsulta y arbitraria.

Dos meses después llegó Boyer con 12 mil soldados. Tomó posesión del territorio antes español. Nuñez de Cáceres, el supuesto gran líder del momento, recibió a Boyer con sus amigos, parte de la oligarquía colonial y el clero, y le entregó pacíficamente la llave de la ciudad al Presidente haitiano. Acto seguido entraron a la catedral y se ofició un Te Deum, que es una misa de acción de Gracia, como testimonio de conformidad y hasta de complacencia por la llegada del jefe militar a la ciudad. Nadie protestó. Nadie se quejó.No hubo un solo héroe. No hubo una sola batalla. Es más, Boyer no tuvo que disparar ni siquiera un solo tiro. Baste decir que por el camino de entrada a nuestro territorio todo el mundo lo recibió con alegría. Me pregunto ¿ y eso fue una invasión? Así no son las características de ese tipo de iniciativa bélica. Pero ya discutiremos eso en otro momento.

En cuanto a los trinitarios, para esa época no había uno solo de ellos. En ese momento, cuando Boyer entraba a la ciudad de Santo Domingo, Juan Pablo Duarte, que había nacido un 26 de enero de 1813, tenía solo 9 años, Sánchez, un 17 de marzo de 1817, tenía 7, y Mella un 25 de febrero de 1816, tenía 6, para solo mencionar a los tres más destacados. Como se ve eran niños. Por su mente no había pasado ni la más mínima idea de luchar contra el invasor ni mucho menos por la creación de una república independiente. En esos momentos, seguramente, solo estaban por jugar.

Para la época existía todavía la esclavitud en la isla y el abuelo de Sánchez era esclavo de los españoles. En tanto su padre era un liberto y de la condición de Sánchez, no sé mucho, pero debió nacer libre. El tiempo de la esclavitud en la isla es uno de los tesoros mejor guardados del mundo. Por eso la mayoría la ha olvidado. Hemos sido educados para olvidarla, según afirma Frank Moya Pons (1).

Lo que ocurrió después fue que la cúpula económica y política de Santo Domingo se sumó a Boyer. Ocuparon los mejores puestos de su gobierno. Hasta que el jefe militar haitiano comenzó a tocar sus intereses. Emitió un decreto aboliendo la esclavitud. Eso disgustó a los españoles esclavista, porque perdieron su esclavos.. Le quitó sus privilegios  y muchos bienes a la iglesia católica. Eso molestó a alto y bajo clero y confiscó la tierra de los españoles  que habían abandonado la isla (los llamados absentistas). Más tarde cometió una serie de torpezas, como pretender sustituir el español por el francés, que la gente del Este pagara una parte de la deuda que Haití tenía con Francia,  e implementar aquí el Código Rural, entre otras odiosas iniciativas, que le pusieron fin a su luna de miel con la oligarquía española que entonces comenzó a conspirar contra él.

A partir de entonces comenzó a respirarse un rechazo profundo hacia la dominación haitiana. Ese repudio fue creciendo cada día.

De allí nació el disgusto que impregnó a Juan Pablo Duarte de su determinación de luchar por la independencia. Organizó todo contra el ejército de ocupación y el 27 de febrero se proclamó la independencia y creación de la república.Allí, también, se anunció el nacimiento del segundo pueblo dominicano.

Pero ese es otro tema. Para otro artículo. Aunque quienes auspician la historia patriótica, con la que nos adoctrinan desde niño, odian este tipo de explicación o comentarios.

Por el momento solo quiero recordar que Boyer no invadió la República Dominicana porque en 1822 no existía. Por ese mismo hecho Toussaint tampoco invadió la República Dominicana en 1801, ni Dessalines en 1805. No podían invadir una república que no existía.A esas las llaman, erróneamente, las grandes invasiones haitianas a la República Dominicana.

Las incursiones de los ejércitos haitianos a nuestros territorio, luego de 1844, esas si fueron invasiones a la República Dominicana.

Si los profesores enseñaran mejor la historia  este tipo de aclaraciones no sería necesarias.

Debemos aprender mejor la historia de nuestro país.

Nota:

Frank Moya Pons, “La Otra Historia”, Santo Domingo, Librería Dominicana, 2008.

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El autor es director de El Granero del Sur, abogado, periodista, y tiene una Maestría en Derecho Internacional, Derechos Humanos y Cooperación Internacional. Ha escrito y publicado cinco libros.

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