El lamento de la naturaleza cada segundo del día

Por Pedro Diógenes Espinal
Somos fruto de la naturaleza, y sin embargo los seres humanos no hemos aprendido a respetarla y quererla como merece. Nuestro ecosistema se encuentra, en pleno siglo XXI, en una fase de no retorno: hemos talado los árboles que poblaban las selvas amazónicas, hemos derretido los polos, y por supuesto no dejamos ni un solo día de emitir gases tóxicos que destruyen la atmósfera.
El afán de las sociedades capitalistas por buscar el máximo beneficio económico está causando muchos problemas a nivel ambiental. Ya se empiezan a notar los efectos en el aire que respiramos, totalmente contaminado, y estamos experimentando un aumento inusitado de las temperaturas.
¿Hasta cuándo vamos a seguir dando la espalda a la naturaleza? ¿Por qué razón los seres humanos no comprendemos que la naturaleza y nuestros cuerpos son una misma cosa? Para restaurar este sentimiento de pertenencia al entorno natural.
La naturaleza nos rodea y nos cuida, sin embargo, los seres humanos no estamos cuidándola como merece, y provocamos que nuestro planeta sea cada vez más inhabitable.
El respeto por el medio ambiente ha ganado adeptos desde que datos científicos han demostrado que la acción del ser humano está causando un grave perjuicio en la calidad del aire.
El agujero en la capa de ozono causa también descompensaciones en el clima de varios continentes, lo que a la postre genera un efecto de incremento de la temperatura global, provocando deshielo y problemas medioambientales que requieren soluciones inmediatas.
Por eso digo hombres, mujeres y niños si hoy día comprendemos la naturaleza es resistiéndola a dañarla porque cuanto más la cuidamos, más la entendemos y si
mantiene tu amor hacia la naturaleza, es porque es la verdadera forma de entender el arte más y más, ya que, en la naturaleza las cosas están mucho más separadas que las almas y nunca la sabiduría dice una cosa y la naturaleza otra.
Comprendemos la naturaleza resistiéndola, porque cuanto más la cuidamos, más la entendemos, ya que en la naturaleza las cosas están mucho más separadas que las almas, sabía que nunca la sabiduría dice una cosa y la naturaleza otra.
Todas las obras de la naturaleza deben ser tenidas por buenas, hay un libro abierto siempre para todos los ojos: que es la naturaleza, ella nos enseña todo lo que queremos aprender. El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros, no nos juzga, pero sí nos integra en ella.
Sólo podemos dominar la naturaleza si la obedecemos es una paradoja, ya que la naturaleza es la mejor maestra de la verdad.
El hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales, pone en evidencia cómo tratamos a otras formas de vida. En la naturaleza nada hay superfluo.
Todo tiene un sentido porque la naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de ver la verdad.
Todo el mundo sabemos que la naturaleza es el arte de Dios, porque así es la forma en que la naturaleza se expresa es con la fuerza que tiene superior y si contemplamos a los árboles nos damos cuenta que son los esfuerzos de la tierra para hablar con el cielo y ver si escuchan el lamento que tienen todos los segundos del día, por el maltratos de los seres humanos hacia ellos por el simple hecho de ellos brindarnos oxígeno, techo, alimento, medicina y protección.
Fuente: Gastón Bachelard, Georg Simmel, Vincent Van Gogh, Marco Tulio Cicerón, Averroes, Arthur Schopenhauer, San Agustín, Francis Bacon, Friedrich Nietzsche, Jean-Jacques, Cicerón, Rabindranath Tagore, Dante Alighieri, Juvenal, Rousseau, Google y Wikipedia
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