Hoy le fue ratificada medida de coerción a Pablo Ross, quien representa la vergüenza del hombre inteligente convertido en una rata, derrotado y humillado.
Ross atraviesa en la actualidad por el momento que nunca hubiera querido pasar un hombre culto, a quien se consideraba, sino íntegro, por lo menos sabio para medir sus actos. De hombres como él se esperan acciones inteligentes. He ahí el problema. Con inteligencia, con cultura, se comportó como un estúpido de más de los que se dejan arrastrar, como imbéciles, por su bajas pasiones.
Pablo Ross se dejó arrastrar por sus pasiones. Le siguió los pasos a las figuras del arte, la cultura y el glamour internacional que en algún momento fueron íconos de talento. Ahí están los casos de Roman Polansky, el afamado director de cine, acusado de abusar de una menor. Y de no menos célebre Woody Allen, capaz de echar su matrimonio por el suelo, con una dama como Mia Farrow, para darse el inmenso placer de tener desnuda en su cama a Soon YI, su hija adoptiva.
La derrota de Pablo Ross, es la derrota del hombre inteligente, culto, informado. Es la vergüenza del hombre inteligente. La vergüenza por la que ningún hombre quisiera pasar. porque así como provoca ira la prevaricación de cualquier autoridad, también resulta indignante y reprochable que un hombre inteligente caiga en el lodo de la forma estúpida como lo hizo Ross. Así no actúa el hombre el inteligente. Pero en su caso no usó la inteligencia. Es la negación de la inteligencia. Terminó siendo esclavo de sus pasiones, como diría Bertrand Russell, y estas lo llevaron directamente al fracaso.
En poco tiempo destruyó su imagen, su matrimonio, su nombre. Hoy nadie lo respeta. La mayoría lo desprecia.
Es una lástima ver un hombre inteligente convertido en un ratón.
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