Opinión
Crisis de la globalización/ Rubén Moreta

Por Rubén Moreta
En estos días, una caravana de cerca de diez mil centroamericanos hambrientos (hombres y mujeres, niños y ancianos), caminan desde Honduras hacia los Estados Unidos de América. Buscan un oasis, donde aliviar el infortunio que viven, excluidos del bienestar que tanto pregona la sociedad capitalista.
Para detener esta rio de migrantes, el Presidente Donald Trump ha amenazado con enviar el ejército a resguardar la frontera sur, e impedir la entrada de estos indeseados visitantes.
También en Europa vienen ocurriendo olas migratorias importantes. Desde el 2015, millares de seres humanos procedentes del norte y centro de África, y en menor medida del medio oriente, protagonizan una riada migratoria impresionante, tratando de llegar a la icónica Europa y ser parte de los “dechados de virtudes” del viejo continente. El liderazgo europeo definió lo que ocurría como una crisis humanitaria sin precedentes.
Los excluidos de África y los sobrevivientes de los conflictos en Siria, Yemen y los que huían ante el avance de los combatientes que pretendían edificar un Estado Islámico en Irak, Levante y Siria, querían ser parte del mito del progreso, modernidad, paz y vida ostentosa que pregonan tener las veintiocho naciones de la eurozona, de ahí que decidan aventurarse en travesías infernales para llegar a ese “paraíso” terrenal.
Es que el paradigma de la globalización, anclado en el capitalismo occidental, no desaprovecha ningún resquicio mediático para ensalzar el actual modelo económico. Muy lejos del estado de bienestar, África, expoliada y saqueada por occidente desde el siglo XV, presenta serios rezagos que han producido guerras intestinas que las naciones poderosas azuzan para su industria militar ganar… ganar.
Según un informe de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en lo que va de año han llegado a Europa 323,000 inmigrantes de zonas en conflicto.
El periódico El País da una cifra más voluminosa. El rotativo da cuenta que el número de migrantes se acerca a los 350,000, y solamente en el último mes, el número detectado en las fronteras de la Unión Europea ascendió a cerca de 110.000.
La muerte acompaña a estos migrantes: dos mil trescientos se han ahogado en el Mediterráneo. Otras fuentes estiman en más de seis mil los decesos.
La globalización ha logrado derribar las fronteras físicas y sobretodo las fronteras mentales, imponiendo el modelo consumista capitalista. Como no existe ni ven perspectiva de construir ese sistema idílico de bienestar, los pobres migran a perseguirlo. Pero Europa no quiere a los inmigrantes y cada día las normas punitivas son más represivas.
Pasa lo mismo en los Estados Unidos donde la derecha norteamericana maldice a los inmigrantes, elemento que aprovechó y le dio una astronómica popularidad a Donald Trump, que lo catapultó a la Casa Blanca, tras vender un punzante discurso ultra nacionalista en contra de la inmigración.
Obama –demócrata- también saca malas calificaciones, porque repatrió a más de dos millones de indocumentados de América latina, en especial mexicanos y caribeños.
Nadie quiere a los inmigrantes. Pasa lo mismo en nuestra isla, donde millares de haitianos han migrado en un exilio económico para no morir de hambre en su pedazo de la isla, pero los sectores ultranacionalistas detestan su presencia.
Las migraciones son el reflejo del fracaso del modelo neoliberal, que han impuesto en nuestros países los dominadores. La globalización está en crisis porque el bienestar de la gente no se globalizó. Las fronteras están cerradas al libre tránsito de los hambrientos y pobres del mundo.
El autor es Profesor UASD.
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