Opinión

Galíndez/Kashoggi

Por Bernardo Vega

Galíndez al llegar a nuestro país, en plena dictadura de Trujillo, consiguió empleo en la secretaría de trabajo y en la cancillería. Kashoggi era de una muy conocida y rica familia de Arabia Saudita y se llevaba bien con la familia real.

Galíndez se fue a vivir a Nueva York donde estudió en Columbia. En una revista cubana, en un artículo contra Trujillo, citó lo que los dominicanos “en la cosa” sabían y era que Ramfis Trujillo había nacido mucho antes que su madre, María Martínez, se hubiese casado con el dictador, algo que Ramfis desconocía y quien enfrentó a su padre con la noticia y desde entonces las relaciones entre ambos devinieron muy tensas y distantes. Galindez, además, decidió escribir su tesis doctoral sobre la horrible dictadura dominicana. Khashoggi se fue a vivir a Washington, sacó residencia y desde el más importante periódico de esa ciudad, el Washington Post, escribió fuertes críticas contra la familia real, su corrupción y su violación de los derechos humanos.

Trujillo logró que un ex agente de la CIA y del FBI en su nómina sobornara a elementos corruptos de la policía de Nueva York y se presentaron al apartamento de Galíndez en un patrullero de la policía y lo convencieron de entrar a él, donde fue dominado. Khashoggi fue al consulado saudí en Estambul donde fue asesinado.

Galíndez fue llevado a un pequeño aeropuerto de Long Island desde donde un piloto americano de apellido Murphy lo voló a Miami y luego a Montecristi, donde fue trasladado en ambulancia a Dajabón donde el piloto comercial dominicano Tavito de la Maza lo transportó en un avión de la CDA a la capital dominicana donde el vasco fue asesinado. Su cuerpo, al igual que el de Khashoggi, nunca fue encontrado.

El rapto de Galíndez y el asesinato de Murphy tuvieron fuerte impacto en Estados Unidos. El presidente Eisenhower, quien había sido presidente de la Universidad de Columbia tres años antes del rapto, dio declaraciones públicas al respecto. Para tratar de confundir, como ahora hacen los sauditas, Trujillo hizo que de la Maza fuese asesinado, simulando un suicidio, por supuestamente haber matado a Murphy. Antonio de la Maza, hermano de Tavito, juró vengar la muerte de su hermano y, efectivamente, su escopeta recortada hirió mortalmente a Trujillo el 30 de mayo.

Lo de Khashoggi pone en jaque a la familia real saudí, sobre todo a Mohammed Bin Salman, una versión arenosa de Johnny Abbes García y quien mantuvo preso al primer ministro del Líbano, forzando a que renunciase públicamente, de lo que pudo arrepentirse una vez pudo salir de ese país. Su guerra contra Yemen ha provocado muchos muertos civiles.

Stalin declaró que un muerto era una tragedia pero que mil muertes son simplemente una estadística.

Pero Trump está “agarrado por el pichirrí”. Para poder seguir criticando a Cuba, Venezuela, Nicaragua y a Putin (que también ordena matar fuera de su país), Trump tiene que criticar la muerte de Khashoggi, pero dentro de pocos días entra en vigencia el embargo petrolero norteamericano contra Irán y se había acordado que Arabia Saudita aumentaría su producción para que el precio internacional no se dispare aún más. Si los árabes, ante la reacción americana por lo de Khashoggi, echan para atrás, Trump será culpado por esa alza. Además, Trump quiere cumplir con su compromiso de vender muchas armas a Bin Salman. La primera visita oficial de Trump no fue a Canadá, o México, como se acostumbra, sino precisamente a Arabia Saudita, donde apoyó fuertemente a la familia real que entonces logró organizar una campaña contra Qatar.

¿Caerá Mohammed Bin Salman del poder como ocurrió con Trujillo?

El congreso americano tiene más probabilidades de sancionar a Arabia Saudita que Trump. Podría reducir la venta de armas que se usan en la guerra contra Yemen y sancionar a un grupo de sauditas. Pero la familia real podría sacar a estudiantes árabes de los Estados Unidos, como ya ha hecho en Canadá, por un tuit considerado ofensivo.

Mientras tanto, desde las gradas Putin se está riendo. Pero desde enero los dominicanos estaremos en la silla de alfileres en el Consejo de Seguridad recibiendo presiones de todos lados.

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