Internacionales
Trump amenaza con fijar aranceles sobre los coches de fabricación europea
Donald Trump no frena. El presidente de Estados Unidos parece decidido a un cuerpo a cuerpo comercial con Europa. El viernes la UE había advertido de represalias por el anuncio de nuevos aranceles al acero que exporta al mercado estadounidense y el sábado Trump replicó en su cuenta de Twitter con otro desafío. “Si la UE quiere aumentar aún más sus aranceles y barreras sobre las empresas estadounidenses, simplemente aplicaremos un impuesto sobre sus coches que llegan libremente a EE UU. Hacen imposible que nuestros coches (y otros productos) se puedan vender allí. ¡Gran desequilibrio comercial!”, escribió.
También insistió en su discurso proteccionista: “EE UU tiene un déficit comercial anual de 800.000 millones de dólares por nuestros estúpidos acuerdos y políticas. Nuestros trabajos y riqueza están siendo entregados a países que se han aprovechado de nosotros durante años. Se ríen de lo tontos que nuestros líderes han sido. ¡Nunca más!”.
El lenguaje ya se ha adentrado en el terreno de la guerra comercial, esa que Trump invocó con ligereza el viernes, y queda por ver si también lo hacen las políticas de ambas grandes economías. El discurso de esta semana ha sembrado el pánico en Canadá y México, sus viejos socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), en plena renegociación del mismo.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se expresó de forma combativa y, aunque si amenazas directas, alertó de que nada que considere una afrenta comercial saldrá gratis a Estados Unidos. Tachó las nuevas tarifas de “absolutamente inaceptables” y aseguró que causarán daños “significativos” a ambos lados de la frontera. “Por eso le estamos recalcando a la Administración estadounidense la naturaleza inaceptable de estas propuestas que van a perjudicarles a ellos tanto como a nosotros”, subrayó.
El jueves Washington anunció la introducción de unos nuevos aranceles del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio. Aunque los detalles de las tarifas se harán públicos la próxima semana, no parece que vaya a haber países exentos, según fuentes de la Casa Blanca, lo que pone a Canadá en aprietos. Se trata del mayor proveedor de acero y aluminio de EE UU, con un volumen de 7.200 4.300 millones de dólares el año pasado, respectivamente. México, por su parte, es el cuarto mayor exportador de acero a la primera potencia mundial, tras la propia Canadá, Brasil y Corea del Sur.
Más allá de los nuevos aranceles, lo que más siembra inquietud en la Ciudad de México y Ottawa canadienses y mexicanos es el discurso que lo acompaña. En paralelo a los continuos ataques de Trump discurre la séptima ronda de renegociación del TLC, ya de por sí lastrada por la discusión telefónica que Trump y el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, tuvieron hace unos días y que llevó a cancelar los planes de un encuentro.
El desencanto en las conversaciones para la actualización del mayor acuerdo comercial del planeta no se circunscribe únicamente al lado mexicano: también al canadiense y, en cierta medida, al estadounidense. En el primer caso, el encargado de verbalizarlo ha sido Jerry Dias, jefe del mayor sindicato de Canadá (Unifor): “El equipo canadiense está completamente frustrado. Está claro que todo el tono de las negociaciones del TLC ha dado un paso atrás”, ha afirmado después de reunirse con el jefe negociador canadiense, Steve Verheul. En el segundo, el estadounidense, por el desconcierto de sus propios negociadores: muchos son los mismos que se sentaron a la mesa, también con México y Canadá, para tratar de sacar adelante el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) en tiempos de Barack Obama. Por aquel entonces, la máxima estadounidense era el libre comercio. Ahora, menos de un lustro después, les toca defender el discurso contrario.
La séptima ronda estaba señalada en rojo en el calendario como aquella en la que los tres países debían acercar posturas si querían cerrar un acuerdo preliminar dentro de un mes, en la cumbre de Washington. De no alcanzar ese pacto en la capital estadounidense, el margen para alcanzar un acuerdo antes de las elecciones presidenciales mexicanas de julio es mínimo.