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Una mirada para transmitir una idea a los políticos dominicanos /Leandro Ortiz
Decía Robert Louis Stevenson que la política es la única profesión para “la que no se considera necesaria ninguna preparación” y tenía razón
Por Leandro Ortiz
Por ser de interés y atendiendo a los engaños que elecciones tras elecciones somos sometidos los electores tenemos a bien hacer las siguientes reflexiones que constituyen el paradigma que ha de exigir nuestro pueblo a políticos que nos pasan, y nos pisan sin que los advirtamos.
Decía Robert Louis Stevenson que la política es la única profesión para “la que no se considera necesaria ninguna preparación” y tenía razón, pero no es menos cierto que hay una cualidad imprescindible para tener éxito en política, para lograr atraer a una comunidad centrada en sus propios problemas en torno a una serie de principios. Esta cualidad no es otra que el liderazgo político.
El país ha tenido ejemplos de buen liderazgo en el mundo deportivo, empresarial, popular, religioso existen ejemplos claros de buen liderazgo, pero en el mundo político nuestro y especialmente en los últimos años observamos precisamente lo contrario, la falta de un líder que en tiempos de incertidumbre pueda servir de referente, que por sus virtudes pueda guiar nuestro pueblo, que lo conduzca hacia un estadio de desarrollo, capaz de aglutinar los distintos sectores de la República Dominicana en determinar: que tenemos, que hacemos, que nos falta en el orden social, económico, educativo, salud , agrícola, transporte, turismo, medio ambiente zona franca, minero, urbanístico, judicial y la mejoría de los servicios en cada una de las distintas áreas que son de vitales importancia para que con orgullo podamos decir “Somos una República Dominicana en Desarrollo” o sea estamos cumpliendo con los ejes fundamentales de la estrategia nacional de desarrollo de cara al 2020-2030.
Todo lo contrario en nuestros políticos predomina el Narcisismo, la lejanía o inaccesibilidad, prepotencia, intolerancia basado en los gestos goriloides, los trajes finos y las bien planchadas guayaberas, todos por los altos privilegios y comodidades que el cargo obtenidos les da gracias al favor de nuestro pueblo que les ha elegido.
Faltan líderes que en los actuales momentos puedan servir de referentes a nuestro pueblo, que la gente le vea, que no nos usen como pavo de noche buena o una paleta de fundita, que después que la chupamos la botamos para jamás acordarnos de ella, pero cuando viene el calor al paladar deseoso de un voto acudimos al pavo o la funda que somos los electores.
Todo lo contrario necesitamos líderes que por sus virtudes y vocación puedan guiar al país por sendero de desarrollo y progreso.
A decir verdad, la sociedad se cansa de que les hagan aparentar lo que sus autoridades no son siendo lo que en verdad son;
A decir verdad la sociedad se cansa de que les vendan a una persona que lo único que ofrece es limosna, regalos, ayudas, prebendas que ni siquiera proviene de sus bolsillos, porque es de lo que es del pueblo lo que a los electores les dan;
A decir verdad, la sociedad se cansa de que les den un trabajo o empleo con salario no digno y luego tenga que rendir culto a alguien que entiende que piensa que el Estado es de él, que no es su fuerza de trabajo, sus conocimientos y capacidad la que usted pone a su servicio;
A decir verdad, la sociedad se cansa de la desigual repartición de aseso a oportunidad, porque la clase política apadrina la exclusión, los privilegios, el desvalije, el robo, la corrupción, el blanqueo de capital sin que alguien se apiade de la sociedad que quiera un verdadero desarrollo;
A decir verdad, la sociedad se cansa de tengamos un Estado nada protector de los pobres, de un sistema educativo, de salud, agrícola, deportes, transporte en franco deterioro;
A decir verdad, la sociedad se cansa de la desigual repartición de aseso a oportunidad, de que un funcionario salga de una posición habiendo sido un pobre diablo económico y mañana un supermillonario en base al cargo ostentado;
A decir verdad, la sociedad se cansa de que la justicia y los tribunales sean una comedia o una jornada de pezca que solo quedan atrapados en la red de los privilegios para la no imposición de un castigo aquellos pejes gordos donde para tan solo contamos con el ejemplo de nuestras cárceles ¡No hay un solo preso por corrupción ni una gran narcotraficante!
Desigual Prestancia, comunicación, imagen, dedicación, son atributos que no deberían ser ajenos a las figuras de nuestros políticos que tienen más de veinte años dirigiendo nuestro pueblo, pero ahora bien, caven las siguientes preguntas y detenernos a reflexionar:
¿El país cuenta con los líderes políticos que posean las características que definirían el liderazgo político de nuestro tiempo?
¿Los políticos que tenemos en la actualidad son el paradigma que verdaderamente necesitamos?
¿Son estos los rasgos que le reconoceremos, indubitadamente cuando salgan del Poder?
¿Son en verdad unos líderes políticos? ¿…… haga usted las demás preguntas?, oh dígame usted elector, si reúnen las cualidades que le enumero acontinuación:
• La credibilidad. Es la cualidad más importante para un líder. Los políticos que tenemos cuentan con ella y quienes se mencionan a querer llegar la tienen.
El descrédito actual que vive la clase política sólo podrá superarse si elegimos políticos con gran nivel de credibilidad y esto se consigue haciendo a los electores conscientes de que si algo como país, como sociedad podría hacerse realidad.
• La firmeza. La política no es terreno para pusilánimes y mucho menos en tiempos de crisis. Ver dudar a un oficial en el campo de batalla es un anticipo de un fracaso seguro y en un espacio, el de la política, en el que los valores son el combustible de una máquina diseñada para gobernar, la firmeza, y la capacidad son cualidades que proporcionan seguridad a los ciudadanos.
• La autoridad. Distingámoslo de la firmeza, puesto qué, mientras que la primera se refiere a la imposición y la previsibilidad del yo, la autoridad se ejerce frente al resto.
También es conveniente diferenciarla del autoritarismo que convierte al líder político en un caudillo local, en una persona que pierde la referencia del partido para convertir la política en él mismo, aunque el poder del dinero, el uso de la fuerza y las coyunturas del Poder se confunden siempre con la autoridad.
• La honestidad. El líder político necesita, ser honesto con sus votantes, con los ciudadanos. Precisamente, a través de las realizaciones concretas, del paso a paso, como se configuraría el mayor espacio de democracia política, ofrecer lo posible y los demás, decir, haremos el esfuerzo, pero eso no tengo como ofrecerlo.
Es lo que acaso le resulta a los políticos de ahora decir sí a sabiendas de que no es posible lo planteado, o decir que no a sabiendas de que lo planteado está, ya se realizó.
• La convicción. El líder político actúa conforme al diálogo, no a la imposición, ha de entender que una cosa es obedecer en base a migaja y otra es estar convencido de que lo planteado es posible, es correcto y viable. Su autoridad en este sentido es más moral que ejecutiva porque realmente convence tanto a sus seguidores como incluso a sus adversarios.
• La empatía. Vital en el siglo XXI. A menudo observamos cómo los políticos de san juan se quieren asemejar a personas que caminan en los copos de las nubes nunca se dejan ver y una pose que contrasta a cuando eran pobres diablos de ayer. No se trata de eso, ni de ser simplemente gracioso.
Se trata de empatizar con aquellos ciudadanos que a pesar de no estar pasando por una buena situación, consiguen llamar su atención y visualizarse como la solución a ese problema. Una mirada para transmitir una idea, pero también era capaz de captar los sentimientos de sus ciudadanos y convertirlos en su trabajo: la política.
• La integridad. Un político integro es aquel que siempre hace lo correcto, que hace aquello que considera bueno y es útil para la sociedad sin importar que por hacer lo contrario estaría pensando en cuidar intereses.
Y por último preguntamos: ¿Estas siete características las tienen nuestro políticos?, los electores y munícipes tienen la última palabra.
El autor es Licenciado en Derecho, egresado de la Universidad Central del Este; Exprofesor de OYM 2010 hasta 2018 en la Escuela de Comunicación, exprofesor de Ufhec y actual profesor de la Universidad Central del Este (UCE),en la facultad de Derecho y Facilitador de Curso Monográfico, Maestría en Derecho Laboral y Administrativo y Varios Diplomados en Derecho Constitucional y Procesal.
Actualmente Labora como Abogado Analista Legislativo de la Cámara de Diputados de la República Dominicana; litigante, dedicado al ejercicio libre de la profesión en despacho propio, durante 25 años.
El autor es abogado y periodista
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