Opinión

Cassandro Fortuna/TRUJILLO, MI PARECER

Por: Cassandro Fortuna

Director El Granero del Sur

TRUJILLO representa uno de los peores traumas de la historia dominicana. Es un personaje polémico que fue eliminado físicamente el 30 de mayo de 1961, pero como ser histórico sigue vivo, aunque cada día su imagen y recuerdo son más difusos; aunque sus ofensas a la dignidad del pueblo dominicano lo harán eternamente odioso.
Como estudioso de ese personaje reconozco que como gobernante tuvo aciertos y desaciertos. En honor a la verdad, he valorado sus aportes a la nación, sobre todo con las obras de infraestructura que ordenó construir y de las cuales todos nos hemos beneficiado de una forma u otra, y si pretendemos ser honestos no podemos suprimir ese hecho.
Ahora bien, su forma vil y degradante de gobernar la nación, despóticamente, pesa mucho más, en el ánimo nacional, al momento de evaluar su paso por el poder en la República Dominicana.
Personalmente, rechazo a Trujillo y al trujillismo (eso lo aprendí en mi casa desde niño). Admiro los grandes hombres. Como Jesús, Gandhi, el doctor Albert Schweitzer, Juan Pablo Duarte, etc. Admiro mujeres como la madre Teresa. No siento admiración por personajes como Napoleón o Adolfo Hitler. Me gusta la gente que trata bien a los demás por encima de todas las cosas. Soy un partidario del amor y no del odio. Con amor, cooperación y fe, los pueblos y los individuos progresan y son felices. La Historia Universal da testimonio de ello.
Los grandes personajes, que han alcanzado notoriedad por su gran egoísmo personal, los considero “pequeños hombres ante la vida”. No le rindo culto a nadie, solo a Dios.
Trujillo cavó el lugar de su propia tumba histórica en nuestro país: en el basurero. Allí está junto con otro gobernante indigno. Buenaventura Báez. Muy cerca están enterrados, históricamente, de ese otro gran personaje, sumamente controversial, de la historia dominicana: Pedro Santana. Los tres están en el mismo sitio. Se sabe, sin embargo, que por lo menos a Trujillo y a Santana algunos les rinden culto en privado, y el doctor Balaguer, arbitrariamente, llevó los restos de Santana al Panteón Nacional y lo puso junto a patriotas que mandó a fusilar. De ese modo hizo “un arroz con mago”, mezclando unos con otros. Algo improcedente.
En fin, Trujillo, como ser histórico, irá muriendo cada día. Su recuerdo se va haciendo cada vez más difuso y aunque todavía se habla mucho de él (y la sola mención de su nombre provoca encendidas polémicas) un día será un personaje que solo podrá ser encontrado en los libros de historia. Es su destino final.
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