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Fue hombre molesto con su pareja quien quizo envenenar toda su familia en Bonao

El último conflicto que tuvieron ocurrió hace aproximadamente un mes y medio, cuando Irisneydi estaba junto a su padre, Jesús Camilo Rosario (le decían Cándido), además de sus hermanas, compartiendo en un colmado. Irisneydi dijo que ese día Suriel se presentó al lugar y trató de golpearla, pero su padre intervino impidiendo la agresión. Desde entonces ella regresó a vivir a su casa paterna y cree que en ese momento Suriel comenzó a planificar su venganza: matarlos a todos con un veneno.
En la humilde casa de block y techada de zinc que había construido con esfuerzo Cándido (era maestro constructor), viven Carmen Bonifacio, de 42 años, quien es la madre de Irisneydi, también residen en el lugar Yesaira, 22 años y Carmelina, de 21, quien es madre de una niña de tres años llamada Cristal, que también vive con ellos.
El pasado sábado a las 11:00 de la mañana, todos a excepción de Irisneydi, quien se encontraba trabajando en una banca de lotería, estaban sentados en el pequeño patio trasero de la vivienda conversando. Esperaban a que terminara de cocinarse el almuerzo. Entonces un motoconcho llamado Francisco Aramis Quezada se estacionó frente a la casa y llamó para que recibieran tres empanadas y un litro de refresco que había llevado, pero asegura que desconocía que estaban envenenadas.
“Yo fui quien salió a recibir lo que trajo porque me dijo que lo había mandado mi hermana Irisneydi, entonces lo tomé y lo llevé al patio. Mi papá (Cándido) tenía hambre, porque hacía poco que había llegado de trabajar y estaba sin comer. Se comió una empanada y se tomó un vaso de refresco”, relata Yesaira.
Continuó diciendo que ella le dio una mordida a una de las empanadas y no pudo tragarla, porque le sabía amarga. Su hermana carmelina le dio una mordida, pero tampoco pudo tragarla, sin embargo su hija de tres años sí comió.
“Estábamos diciendo que esas empanadas estaban malas y que tenían un mal sabor, cuando mi papá comenzó a decir que se sentía malo y se desmayó. Mi hermana y mi mamá dijeron que sentían mareos y la niña comenzó a convulsionar. Yo sentía mucha comezón y me estaba mareando, pero logré salir y pedir auxilio a los vecinos, quienes vinieron y nos llevaron al hospital”, expresó Yesaira.
Al llegar al hospital fueron atendidos de inmediato, pero el señor Cándido, quien ingirió la mayor cantidad de los alimentos envenenados, no logró salvarse. Yesaira, Carmelina y Carmen respondieron bien al lavado gástrico al que fueron sometidas, mientras que la niña de tres años tuvo que ser trasladada el domingo pasado a la capital y la ingresaron en el Hospital Pediátrico Robert Reid Cabral, ayer aún permanecía interna.
“Nosotros estamos vivos de milagro. Creo que Dios nos dio una oportunidad, y suerte fue que otros dos niños que viven en la casa no comieron de eso. Ellos tenían la costumbre de probar todo lo que mi papá comía”, dijo Yesaira, quien pidió justicia por el hecho.