Las autoridades educativas y municipales de San Juan de la Maguana no le dieron el significado social y moral correspondiente a la muerte de una sanjuanera ilustre, como la profesora Inés Suzaña Herrera, que falleció ayer en San Juan de la Maguana, luego de 50 años en el magisterio. Algunos consideran que el ayuntamiento debió emitir una resolución de pesar, declarando el día como de “Duelo Municipal” y la Dirección Regional de Educación debió suspender la docencia para que los estudiantes acudieran al sepelio de la educadora cuyo nombre alcanzó la celebridad en el municipio. Era justo que hiciera un alto en el camino para reconocer la memoria de una educadora harto sobresaliente en la región.
Una muerte como esta debió mover los cimientos mismos de la sociedad sanjuanera. Comisiones y notas de luto no son suficientes para reconocer un acontecimiento como lo es la muerte de un ícono de la educación en un pueblo como San Juan de la Maguana, que se conoce como culto y civilizado.
La profesora Inés Suzaña, en el ámbito municipal, alcanzó el rango que solo obtienen las mujeres célebres. Era la admiración de varias generaciones, y el terror de profesores y profesoras indignas del magisterio y que la criticaban porque nunca lograron alcanzar su estatura moral y proyección social.
La profesora Suzaña, quien no contrajo matrimonio y se mantuvo virgen toda su vida, era conocida como la señorita Inés Suzaña, ya que era una dama “chapada a la antigua” lo que le daba un carácter suis generis en el magisterio y a su personalidad.Personas de su calibre deben ser ponderadas a la hora de su muerte, y sus valores deben reseñarse como prendas valiosas para cualquier sociedad que busque un destino mejor. Los buenos ejemplos deben ser destacados.
La profesora Suzaña fue un tipo de señorita, al estilo de la “Señorita Emilia”, historia escrita por el norteamericano William Faulkner o la “Miss Harriet” del escritor francés Guy Maupassant.
Fue hermana del destacado abogado sanjuanero, ya fallecido, Tomás Suzaña
Sin dudas fue bastante incomprendida por la población en la que desarrolló su magisterio, pero una cosa nadie niega: marcó con su sello a varias generaciones, y alcanzó gran notoriedad y prestigio, pese a ser una mujer discreta y por lo tanto de bajo perfil. Era lo que se podría llamar una dama a la que le sobraba dignidad. Fue una personalidad, en todo el sentido de la palabra, y así fue reconocida, aunque ahora, disminuida por los años y las enfermedades, se le haya ignorado post mortem, como se le ignoró en vida. ¡Que mala memoria tenemos y que ingratos somos!
Si hubiera sido política partidarista, otra fuera la historia. Si hubiese estado pegada, otra fuese la historia. Así está hoy nuestro pueblo de sectarizado. Muchos de nuestros políticos han perdido la cabeza y no ven más que amigos y enemigos. Los que no están con ellos no valen nada. Si así es que pensamos rescatar los valores de nuestra sociedad, estamos perdidos. La deshumanización nos continuará cegando y dejaremos de dar honor a quien honor merece. De alguna forma, en el magisterio la señorita Inés Suzaña era una especie de hermana Teresa de Calcuta.
Ahora se acaba de ir sin pena ni gloria. Las autoridades del ramo educativo, a la que le dio su vida, dejaron que fuera enterrada sin pena ni gloria. Las autoridades municipales ignoraron su deceso. Qué lástima! San Juan de la Maguana no reconoce sus grandes personalidades. No reconoce sus héroes ni sus heroínas. ¡Cuanto nos hemos degradado como pueblo!
La población sanjuanera y sus instituciones deben cuestionarse. La Dirección Regional de Educación debe cuestionarse. El Ayuntamiento Municipal, la Sala Capitular del cabildo, deben cuestionarse.
Si no honramos a quien honor merece ¿ a quién carajo vamos a honrar?