Opinión
¿50% polyester? ¡Oh no! / Rosario Epinal
Por: Rosario Espinal
Detesto colocarme en la crítica ante algo positivo. No es mi interés criticar por criticar, sino criticar para avanzar. Pero quedé perpleja cuando vi la nota de prensa que acompañó la foto de los niños con el nuevo uniforme que adoptará el Ministerio de Educación el próximo agosto.
¿Por qué perpleja?
A pesar del dineral que recibe ahora el Ministerio de Educación, la calidad de la enseñanza sigue siendo muy deficitaria. Mejorarla debe ser el énfasis; no cambiar la camisa. Hay que enseñar, aprender, no aparentar.
En un momento en que la construcción de escuelas ha sido foco de fraudes (extorsión a constructores en OISOE, deudas, vicios de construcción, etc.), el énfasis debería ser saldar deudas, pagar a tiempo, y mejorar la infraestructura escolar con transparencia.
El Ministerio de Educación ha estado realizando auditorias y ha encontrado maestros que cobran sin trabajar. El foco debería ser limpiar la institución de botellas.
Después de tantos años de quejas y huelgas de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), debería obligarse a los maestros a cumplir con sus responsabilidades, sin perder clases. ¡Nada fácil!
En un momento en que importantes servicios, como la salud, necesitan urgentemente más recursos, invertir en uniformes nuevos es, sin duda, trivial.
Con un altísimo endeudamiento del país, el énfasis debería ser racionalizar el gasto público, para reducir al máximo la necesidad de tomar más préstamos.
Por ser el beneficiario de abundantes recursos con el 4% del PIB, el Ministerio de Educación necesita enfocar mejor sus prioridades hacia la calidad de la enseñanza. Es el gran reto.
No puede ser el anunciante principal del gobierno para mantener programas de televisión y radio, ni para promocionar ninguna figura política. Es lamentable que cada dos o tres meses hay una nueva campaña de publicidad millonaria del ministerio.
Lo sé, la propaganda gubernamental no es solo para tener bocinas; los medios de comunicación se han convertido en fuente de riqueza para sus dueños y de empleo para un segmento de la clase media. Todos esperan dinero del Estado para sus programas. Pero el Ministerio de Educación no puede ser el financiador (no debería serlo ninguna institución pública).
Volviendo a los uniformes, al ver el lindo colorido de las camisetas casi acepto la idea de cambiarlos. Pero al leer que el material textil era 50% algodón y 50% polyester, me dije: ¡Oh no! En un clima tropical es mejor 100% algodón. Es más caro, se estruja más; es verdad. Pero 50% polyester es una dosis muy alta de artificialidad para niños y niñas que pasarán el día entero en la escuela, y jugando en patios calientes.
Debo confesar, además, que me gusta mantener algunas tradiciones. La camisa azul con el pantalón de kakis es una institución. ¿Por qué cambiar? Es historia, es presente, es recuerdo. Y si acaso esas camisas son también de polyester, debieron hacerlas de algodón hace ya mucho tiempo.
La lógica simple indica que como los estudiantes tienen la camisa azul, es más barato dejarlas, porque, aún el ministerio regale nuevos uniformes cada año, los viejos sirven de extras.
Ya terminando, podrán decir los lectores que el tema aquí tratado es trivial, y un hecho consumado. ¡Es verdad! Pero ante tantas necesidades en este país, cambiar el uniforme no es una prioridad, y resalta como una acción inapropiada ante la maraña de problemas que hay.
Como ya es decisión tomada, y algunos ganarán mucho dinero con el cambio, por lo menos, reduzcan la cantidad de polyester para mayor ventilación corporal en este trópico implacable.