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Muere Fernando Birri, padre del nuevo cine latinoamericano
El argentino Fernando Birri, el utópico andante, padre del nuevo cine latinoamericano, murió a los 92 años en Roma, donde vivía con su mujer. Su fallecimiento, debido a un paro cardiorrespiratorio, tuvo lugar en su casa a última hora del miércoles, según informaron allegados al director.
Birri nació en la ciudad de Santa Fe, casi 400 kilómetros al norte de Buenos Aires, el 13 de marzo de 1925. Procedente de una familia de artistas santafesinos, Birri destacó primero como pintor, poeta y tirititero antes de decantarse por el cine. En 1950 viajó a Italia para ingresar en el Centro Sperimentale de Cinematografía de Roma, con Vittorio De Sica y Luigi Chiarini como su grandes influencias.
Imbuido de cine social, Birri regresó a Argentina en 1956 y creó el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral en su ciudad natal, donde dio sus primeros pasos como director. Primero, con el documental Tire Dié(1960) y un año más tarde con la ficción Los Inundados, ganadora del Festival de Venecia como mejor opera prima. “Y ahora… quién sabe cuándo vendrá inundación”, se lamentaba el protagonista de la película, Gorosito Gaitán, en la escena final. Lo que iba a llegar era un cambio de rumbo del cine de América Latina, al que con los años se sumaron directores como el brasileño Glauber Rocha, el cubano Tomás Gutiérrez Alea y el chileno Raúl Ruiz, entre otros.
Como formador de cineastas, intensificó el trabajo iniciado en Santa Fe en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños de Cuba, que fundó junto a Gabriel García Márquez en 1986. Dos años después, adaptó un cuento del Nobel colombiano Un señor muy viejo con unas alas enormes y fue director de la escuela hasta los noventa.
La filmografía de Birri está cruzada por el compromiso social a través de una gran variedad estética y estilística que incluye documentales biográficos -como Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983); Mi hijo el Che – Un retrato de familia de don Ernesto Guevara(1985) y Che: ¿muerte de la utopía?- ficciones y películas experimentales como Org (1976). Además de filmar, mantuvo su afición a la escritura y a la pintura. “Es un artista del Renacimiento en el siglo XXI”, lo definió el boliviano Humberto Ríos tras rescatar su figura en 2013 en el documental El utópico andante.
En 2008 Birri donó toda su obra, incluidas películas y escritos a un fondo con su nombre en la Biblioteca de la Universidad de Brown, asociada con la Rhode Island School of Design de Estados Unidos. En 2011 firmó su último largometraje, Fausto criollo, y anunció que saldaba así la vieja deuda de dirigir una película de temática histórica. Alejado de la dirección, dos años después aceptó protagonizar Paisajes devorados, la última película de Eliseo Subiela, fallecido en 2016.
“Para muchos él más grande referente artístico y ético del cine de nuestro continente. No puedo evitar la tristeza, se sube al tren y parte con sus inundados para siempre”, escribió en las redes sociales el realizador Juan Chiesa. “Abrió los caminos de un nuevo cine latinoamericano que asumiendo su identidad, reflejó y marcó las luces y sombras de la región a través de los inconfundibles cineastas y sus películas surgidas de la influencia de quien se convirtió en el gran maestro”, señaló la asociación Directores Argentinos Cinematográficos en un comunicado.
A lo largo de su vida no paró de viajar y durante años alternó su residencia entre Cuba e Italia. “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”, respondió Birri cuando al término de una charla, en Cartagena de Indias, un estudiante le preguntó para qué servía la utopía. “Se ha ido Birri, se fue de paseo a encontrarse con la Utopía. En la Tierra dejó el ojo y la oreja, las ganas de soñar y vivir”, lo despidió el Festival de La Habana.