Por Rubén Moreta
Eugenio María de Hostos, el más ínclito de los educadores de américa, nació el 11 de enero del 1839 en Río Caña, próximo a Mayagüez, Puerto Rico. Fue el gran maestro, el apóstol de la iluminación dominicana, el pedagogo rebelde, el sociólogo impulsor del cambio y el filósofo del compromiso con la libertad e independencia de los pueblos caribeños.
Hostos fue sembrador de la crítica y la razón, un moralista acrisolado, un procero cultor de la emancipación y el más genuino profeta de la concienciación a través de la escuela.
Fue un peregrino que caminó los confines del continente latinoamericano esparciendo -con su pluma- esperanza y sueños. Asimismo, se atrevió a denunciar la esterilidad del dogma religioso, a renegar de la penetración del catolicismo en el mundo escolar y políticamente, a promover la unidad antillanista.
A pesar de su fecunda impronta, sus aportes a la revolución cultural de la República Dominicana son ignorados. Hoy recordamos a al Educador de América en el 180 aniversario de su natalicio.
Honor a este prócer latinoamericano.
El autor es Profesor UASD.
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