Opinión

El Silencio de las Tradiciones: El Rostro de la Desculturización en San Juan/ Eddy Ezequiel Suero Castillo

Lamentablemente, este vacío ha sido ocupado por prioridades que distan mucho de ser constructivas o positivas para el desarrollo humano

Por Eddy Ezequiel Suero Castillo

La identidad de la República Dominicana, y de manera muy especial la de mi querido pueblo de San Juan de la Maguana, se está desvaneciendo ante el avance implacable de una desculturización que borra nuestras raíces más sanas. Aquellos días donde las calles se llenaban con la algarabía de los juegos infantiles parecen haber quedado sepultados en el olvido. Ya no se ven los trompos girando con destreza, ni las chichiguas surcando el cielo azul, ni mucho menos el dinamismo de una plaquita o un juego de pelota de trapo en plena vía pública. Estas actividades, más que simples juegos, eran el tejido social que fomentaba la convivencia, la actividad física y el ingenio de nuestra niñez y adolescencia.

Lamentablemente, este vacío ha sido ocupado por prioridades que distan mucho de ser constructivas o positivas para el desarrollo humano. Los adolescentes actuales han sustituido el juego del escondite y el agarrao por hábitos nocivos que comprometen su salud y su integridad moral. El uso desmedido del vaper y la hookah, el consumo temprano de alcohol, la vivencia apresurada del sexo y una ambición desmedida por el dinero rápido —muchas veces obtenido de forma cuestionable— se han convertido en el nuevo estándar. Esta transición no solo es un cambio de gustos, sino una degradación de los valores que anteriormente sostenían a nuestra juventud.

Incluso la festividad más sagrada y alegre de nuestro calendario, la Navidad, no ha escapado de este proceso de pérdida. La esencia de la época en San Juan se ha transformado radicalmente; el eco de los aguinaldos que despertaban el espíritu vecinal se ha apagado, y la tradición de compartir la cena navideña con el vecino de al lado es hoy una excepción y no la regla. Aquellas costumbres artesanales, como la fabricación casera de vinos de uva, maíz y caña, que unían a los jóvenes y las familias en un proceso creativo y de espera, han desaparecido, dejando un hueco que el consumismo vacío no ha podido llenar.

Lo que más duele de esta metamorfosis es la pérdida de la confraternidad y el respeto. El amor por el prójimo, que se manifestaba en pequeños gestos de solidaridad y vecindad, ha sido desplazado por una indiferencia fría. Ya no se siente ese calor humano que caracterizaba a los sanjuaneros; la desconfianza y el individualismo han ganado terreno, alejándonos de aquel modelo de sociedad donde todos éramos una gran familia. Estamos ante una emergencia cultural donde lo “moderno” ha pasado a ser sinónimo de conductas mal sanas que desarticulan nuestra paz social.

Para revertir este panorama, urge implementar un proceso de re-culturización que rescate nuestra esencia. Es vital que desde el hogar, las escuelas y las instituciones culturales de San Juan se promuevan programas que reinserten los juegos tradicionales y los valores éticos en el día a día de los jóvenes. Necesitamos crear espacios de recreación sana que compitan con los vicios modernos, fomentando el orgullo por lo nuestro y educando sobre las consecuencias del dinero fácil. Solo mediante un esfuerzo colectivo de los padres, profesores, los mal llamados políticos y líderes comunitarios podremos sustituir el vaper

por el deporte y la hookah por la cultura, garantizando así una mejor sociedad y un país del que podamos sentirnos nuevamente orgullosos.

————–

El escritor es Abogado y Cientista Social.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Close

Adblock Detectado

Por favor, considere apoyarnos mediante la desactivación de su bloqueador de anuncios.