Opinión

Caso Senasa: Los ricos también roban: Hazim

La sorpresa colectiva no está en el delito, sino en el perfil del señalado. Santiago Hazim no encaja en el estereotipo tradicional del corrupto

Por Angely Moreno

Durante décadas se nos ha contado una historia cómoda: que la delincuencia, el robo y la corrupción son males propios de la pobreza. Que quien roba lo hace porque no tuvo oportunidades o porque el sistema lo empujó. Ese relato, repetido hasta el cansancio, no solo ha sido injusto, sino profundamente engañoso.

El caso Senasa vuelve a desnudar una verdad incómoda para muchos: los ricos también roban.

La sorpresa colectiva no está en el delito, sino en el perfil del señalado. Santiago Hazim no encaja en el estereotipo tradicional del corrupto. No viene de la escasez, sino de la abundancia. Es rico de cuna, miembro de una de las familias más poderosas del Este del país, específicamente de San Pedro de Macorís. Es, además, un médico ortopeda súper exitoso, con una carrera que le había permitido, sin tocar un solo peso público, vivir rodeado de lujos, prestigio y reconocimiento.

Pero la avaricia venció. Como suele ocurrir en estos esquemas, el poder no actúa solo.

Como todo rico, Hazim habría puesto el “negocio” en manos de expertos. Expertos que cobran caro. Según el expediente, Giraldez y Jhonny Morales aparecen como co-protagonistas, ambos con antecedentes en casos de corrupción como la Operación Calamar, que involucra a 11 instituciones del Estado, y el caso Plan Renove respectivamente.

Hazim buscó a los mismos delincuentes para que mejoraran el esquema. De acuerdo con las evidencias, que incluyen audios, documentos, testimonios y testigos, el dinero comprometido no era cualquier dinero. Eran recursos que el Estado tomó prestados a altos intereses con un objetivo esencial: invertir en la salud de la gente. Dinero que no pertenecía a un partido ni a una gestión, sino al pueblo dominicano.

Aquí el caso deja de ser individual para convertirse en estructural. Cuando quienes vienen del privilegio deciden rodearse de operadores con historial para maximizar los beneficios.

Hazim, según lo que ha salido a la luz, no solo habría comprometido su nombre y su carrera profesional, sino que se ha llevado entre las uñas la imagen del gobierno que lo designó y del partido que lo respaldó.

Ese mismo presidente y partido han tenido que accionar y apartarse, en un país donde la impunidad ha permitido que los mismos personajes pasen de gobierno en gobierno durante décadas, el caso SENASA es una prueba de fuego y nadie se va a joder por él.

No se trata de condenas anticipadas, sino de coherencia institucional. Porque la corrupción no se mide por la necesidad del que roba, sino por el daño social que causa.

Mientras la impunidad siga siendo la moneda de cambio entre el poder político, económico y judicial, la corrupción no será una excepción, sino una regla heredada de gobierno en gobierno.


La autora es periodista

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