Opinión
¿Superó Balaguer a Maquiavelo?/ Alejandro Herrera
“Se ha dicho que soy un meritorio discípulo de Maquiavelo…”, comienza diciendo Joaquín Balaguer en la ya comentada obra de Pablo Gómez Borbón: “Yo, Balaguer”
Por Alejandro Herrera
“Se ha dicho que soy un meritorio discípulo de Maquiavelo…”, comienza diciendo Joaquín Balaguer en la ya comentada obra de Pablo Gómez Borbón: “Yo, Balaguer”, donde nuestro singular personaje declara, aclara y se confiesa respecto a un sinnúmero de incógnitas, acusaciones y demás provocaciones intelectuales que a lo largo de su longeva vida de 95 años le han llovido desde todos los ámbitos académicos, políticos y personales. Todo ello con tan asombrosa e inacabada naturalidad, que hemos de creer que nunca conoceremos al verdadero Joaquín Balaguer en su absoluta cabalidad.

Fotografía muestra a Joaquín Balaguer, cuando era secretario de Estado del Dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina.Archivo General de la Nación (AGN)
Una de las más llamativas, común y provocadora acusación contra Balaguer, es precisamente la que tradicionalmente le vincula al célebre florentino Nicolás Maquiavelo (1469-1527), autor de la clásica e influyente obra del Renacimiento italiano: “El Príncipe”, en la que sobre la base de puro y descarnado realismo Maquiavelo logra desvincular por primera vez la moral y la religión de la política. En su empeño patriótico ante una Italia debilitada políticamente a causa de la fragmentación, división y el enfrentamiento de las Ciudades-Estados, y tratando de “enseñar a adquirir, consolidar y mantener el poder en un contexto político inestable” al nuevo Príncipe”.
No igual a Balaguer, y muy a pesar de la fama e influencia universal que ha adquirido su obra desde hace más de 500 años, lo cierto es que Maquiavelo no alcanzó a ver ni disfrutar el éxito de sus libros que llegaron a ser más de una decena, incluyendo la más conocida: “El Príncipe”, que al dedicársela a Lorenzo de Médicis ni siquiera logró congraciarse con la gobernante e influyente familia de éste. Más bien en su momento dicha obra fue recibida como un sacrilegio y prohibida por la poderosa y cogobernante Iglesia Católica.
Ya antes, Maquiavelo, carente de fortuna y de riqueza, había sufrido los sin sabores de la prisión, la tortura y el destierro, a consecuencia directa de la tragedia que conllevaban las acusaciones por conspiración política que le involucraba en favor de uno de los bandos en disputa en la inestable Italia de la época. Como fue el caso cuando estuvo del lado de su favorecido y admirado Cesar Borgia.
Estas circunstancias son las que atestiguan y confirman su azarosa vida llena de infortunios, frustraciones y caída en desgracia de la que no pudo recuperarse jamás, y que quizás le forzó e inspiro a refugiarse en la escritura.
Ante la sentencia de que “en política se muere solo para resucitar”, el propio Balaguer que habla en la obra de Gómez Borbón, en franca demostración de su superioridad frente a Maquiavelo, remacha aseverando: “Maquiavelo, en cambio, sucumbió a la primera caída en desgracia y ya no pudo levantarse”. Maquiavelo murió políticamente, pero no logró resucitar. El autor de “El Príncipe” prosperó durante la República de Florencia. No pudo, sin embargo, sobrevivir al retorno de los Médicis al poder, “a diferencia de la mía”, continuó Balaguer. El florentino murió a los 58 años, el 21 de junio de 1527 a causa de una peritonitis aguda.
¿Dónde, pues, convergen Balaguer y Maquiavelo? Convergen en el común interés que tuvieron por conocer y entender los inescrutables misterios de la naturaleza humana. Ambos acudieron y se formaron en la historia y en el saber filosófico grecorromano. Estos descubrieron muy temprano los entresijos de la mente y el alma humanas. Robert Kaplan en su brillante obra: La mentalidad trágica revela: “Pocas razas han valorado tanto la razón como los griegos… pero eran demasiado razonables como para ignorar el poder de lo no racional en los seres humanos”. Y ahí reside el meollo del asunto: el equilibrio-desequilibrio de lo racional y lo no racional en las mentes de los humanos.
Maquiavelo con su doloroso destino se confiesa a Dios por boca de Giovanni Papini en su clásica obra “El juicio Universal,” cuando manifiesta: “No pudiendo reinar por la prudencia y por la espada, anhelé reinar por el arte y por la palabra y de ésta me valí para vengarme de la malignidad y bestialidad de los hombres” que, al mismo tiempo, “olvidan más fácilmente la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”. Esa es la naturaleza humana desde que los homínidos adquirieron la destreza del lenguaje.
Igualmente, Balaguer aconsejó sobre los pecados más peligrosos de los que puede adolecer el hombre público: la vanidad, el orgullo y la soberbia, además de la impaciencia, o no saber esperar, así como la volatilidad del hombre en su relación con el poder. De nuevo la naturaleza humana.
¿Dónde divergen y Balaguer supera a Maquiavelo? En primer lugar, en el espacio y el contexto histórico que separa a ambos personajes en cuanto a acumulación del saber y medios de actuación. En segundo lugar, Balaguer como ya se sabe, le supera en su longeva vida de 95 años durante la cual no sufrió ni prisión ni tortura, a la par en la que desarrolló una dilatada carrera política por cerca de 80 años. Ejerció el poder central de la nación como presidente Constitucional de la República por 22 años y enseñó como subir, como mantenerse, y lo más importante, como saber bajar de la presidencia sin que nadie le tocara ni con “el pétalo de una rosa”, consagrándose como maestro indiscutido en el ejercicio del poder.