Opinión

El derecho a la protesta/ Fernando Rodríguez C.

Esta reflexión surge ante la proliferación de actividades de protestas públicas programadas o anunciadas para los próximos días

Por Fernando Rodríguez C.

El derecho a las protestas públicas pacíficas es una prerrogativa constitucional que nadie discute y el Gobierno tiene el deber de garantizar esa actividad, propia del sistema democrático, siempre que, concomitantemente, garantice el derecho de la ciudadanía a desarrollar, sin cortapisas, sus actividades cotidianas ya sean de trabajo, comercio, transportación, educación y de cualquier otra índole.

Esta reflexión surge ante la proliferación de actividades de protestas públicas programadas o anunciadas para los próximos días, las cuales incluyen hasta un llamado a huelga nacional por una pequeña entidad política que, como otras agrupaciones y hasta algunos denominados “influencers,” pretenden montarse en la cresta de la ola del antihaitianismo patriotero buscando popularidad.

Entre los protestantes hay quienes marchan motivados por un sincero y legítimo rechazo a la presencia ilegal haitiana, otros por estar en el can, otros apostando a crear problemas en escenarios tan sensibles como las zonas turísticas del país porque no soportan el auge y beneficio que reporta esta actividad a la imagen y finanzas del Gobierno, y otros faranduleros que buscan protagonismo o like.

El Gobierno debe garantizar el derecho a la protesta siempre que no atente contra el derecho a la paz, orden y desenvolvimiento normal de la mayoría ajena a este tipo de actividad.

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