La locura del transporte de pasajeros en la República Dominicana tendrá que terminar algún día, pero la pregunta es ¿cuándo?
Las aguaguas del transporte urbano en la capital son un verdarreo desastre. Existen no se sabe cuantas asociaciones de transportitsas y ninguna brinda un servicio ni siquiera mínimamente adecuado.
Los autobuses son cargados de pasajeros hasta niveles exagerados. Tales unidades se mueven en las calles y avenidas como si fueran pequeños motores, deslizándose de un carril a otro en la vía pública e interrumpinedo el tránsito hy provocando tapones constantemente.
Asi mismo los conductores de tales unidades manejan de forma temeraria, no tienen ningún cuidado en cuanto a su presentación y vocabulario y se comportan como los dueños de calles y carreteras. No tienen paradas fijas, por los que se detienen a dejar o tonar pasajeros en plena vía pública sin respetar ni siquiera las más elementales reglas del tránsito.
Todo ello sin añadir la gran cantida minibuses y microbuses destartalados, que sin reunir las condciones básicas de lugar, realizan el trabajo de transoporte de pasajeros. Lo grande del caso es que diferentes gobiernos han comprado o han hecho préstamos para la compras de miles de autobuses y minibuses para canjearlos por los inservibles que transitan por las calles de la ciudad, y la corrupción ha hecho que todo eso se vuelva sal y agua.
En el país, pero sobre todo en la capital hace falta que una compañía privada se haga cargo del tránsito y corrija todas esas anomalías. Es lo que procede, y lo que se ha hecho en las grandes capitales del mundo, pero aquí seguimos en el caos y los dirigentes sindicales, todos millonarios, no tienen en su agenda ninguna solución a este problema. Y la pregunta del millón es ¿hasta cuando?
