Por Dra. Iris Luna
El tipo de nostalgia al que deseo referirme en esta ocasión, tiene que ver con el sentimiento o anhelo que aparece cuando evocamos momentos, contextos, personas, música, objetos, olores o sabores que habitan en nuestro pasado. Por los general cuando nos referimos a la nostalgia, añoranza o “saudade” hacemos una asociación con el otoño o el invierno, pues en estas épocas se suelen experimentar más añoranzas que en otras épocas del año.
Ya sea que la nostalgia aparezca con una fotografía, el recuerdo del primer amor, o un olor muy familiar; este sentimiento evoca un sentido muy personal de tiempo, espacio o lugar. Todos conocemos esa sensación: una añoranza por lo que ya no está, que aparece en tonalidades invariablemente sepia, en blanco y negro o teñida por la luz del ocaso.
Milan Kundera se refiere a esa emoción como algo prodigioso: “El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia”; y Gabriela Mistral nos muestra el deseo de regresar en el tiempo: “Quiero volver a tierras niñas; llévenme por favor a un blando país de aguas. En grandes pastos envejezca y haga al río fábula y fábula”.
Hace poco tiempo fui de visita a mi ciudad natal, Popayán (Colombia). Al pasear por sus calles coloniales busqué con la memoria los helados de paila y el salpicón de la heladería Baudilia; así como la droguería San Jorge, el Bar de la Topa – Tolondra y la librería Macondo. Todos esos negocios que frecuenté en mis épocas de estudiante ya no existen. Pero todavía viven dentro de mí y de mis imaginarios, al formar parte de mi historia.
La nostalgia se presenta en individuos pertenecientes a todas las culturas y de todos los grupos de edades. A pesar de darse en contextos culturales tan diversos, se encuentran ciertos rasgos que son comunes en la mayoría de las experiencias de este tipo.
Así pues, los pensamientos nostálgicos que experimentamos son acerca de personas muy cercanas afectivamente, un suceso relevante o un lugar que fue importante para nosotros. Además, casi siempre somos personajes relevantes en nuestras escenas nostálgicas, aunque por lo general estemos rodeados por otras personas.
Pero, la nostalgia al parecer cumple una función más allá del romanticismo. No es ninguna casualidad que acudamos a hechos del pasado para generarnos bienestar. Existe un interés científico detrás del fenómeno de la nostalgia, que la hace un objetivo de diversos trabajos de investigación.
¿De dónde proviene el término nostalgia?
El término nostalgia fue empleado por vez primera durante el siglo XVII, cuando el físico suizo Johannes Hofer decidió combinar las raíces de dos vocablos griegos: “nostos” que viene de nesthai (regreso, volver a casa) y de “algos” (sufrimiento), para describir la sensación de añoranza por el hogar que sentían los soldados suizos. Podría definirse entonces la nostalgia como el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar.
Pero como todas las cosas, el término nostalgia ha evolucionado hasta nuestros días, y es descrita en la actualidad como una condición psicológica que tiene un importante componente neurológico. El profesor de Neurociencias de la Universidad de Nueva York, Joseph LeDoux, sugiere que aunque no se conozca a fondo la llamada neurociencia de la nostalgia, al parecer está relacionada en la manera en que nuestros recuerdos y emociones se han almacenado en nuestro cerebro.
El Dr. Clay Routledge, docente de psicología en la Universidad de Dakota del Norte nos advierte cómo la nostalgia depende de la intensidad de nuestros recuerdos. Según sus propias palabras: “La nostalgia podría ser tomada como una parte de una historia más extensa que almacena cómo nuestras emociones se guardan dentro de los recuerdos, ni positivos ni negativos, simplemente complejos”.
¿Cuáles son los tipos de nostalgia?
Nostalgia sentimental o elogio al tiempo vivido
En este caso la persona se vive lamentando por las pérdidas de la vida, se la pasan comparando. Por eso se hace recurrente el recuerdo del primer amor, sobre todo si no hemos tenido buenas experiencias después. Parece que se siente cierto sosiego al regresar a esos días felices. Aunque puede tratarse de un bonito recuerdo, este se asocia a la incapacidad de volverlo a repetir.
Con la nostalgia sentimental acumulamos experiencias muy significativas y su recuerdo inesperado nos lleva a los instantes claves de éxito, espiritualidad o enamoramiento. Podríamos afirmar que este primer tipo de nostalgia es un elogio al tiempo vivido. Y es conveniente que ese elogio se haga desde el agradecimiento, la compasión y la serenidad del espíritu.
La nostalgia sentimental debería ser un elemento de equilibrio interior. Poder ver hacia atrás, lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer, en paz y ecuanimidad. No se trata de evitar una presencia nostálgica, sino asumirla como una parte importante de la oportunidad de haber vivido instantes tan personales que han marcado nuestra ruta en la vida, e influido en lo que somos.
El mito del eterno retorno
Algunas personas viven sin desprenderse jamás de sus momentos del pasado. Viven como en un mausoleo de recuerdos. Los recuerdos son evocados adrede, viven la vida a través de fotos o videos, no los dejan de lado en ninguna conversación (…éramos tan felices, no había mejor pareja que nosotros, ¿recuerdas el día que…?) Es una forma de quedarse atascado dentro del túnel del tiempo, evitando a toda costa enfrentar la realidad inmediata, tal vez más complicada y poco satisfactoria que el periodo de vida que se recuerda.
Obviamente, esto es una trampa mentirosa, una comparación injusta, porque probablemente aquellos días no eran tan maravillosos, ni el presente es tan horrendo. Infortunadamente ocurre, que al creer con tanta convicción en los recuerdos del pasado, todo lo bueno que pueda ocurrir en el momento presente será subvalorado para no estropear el recuerdo de felicidad que se tiene.
Cuando vivimos de tal manera que “todo era mejor en el pasado” tendremos un problema existencial. Un inconformismo, una comparación constante, una devaluación de cuánto tenemos. No habrá un equilibrio entre el pasado experimentado y el aquí y el ahora. Aquí la nostalgia genera tristeza, frustración y sensación de pérdida continua.
Una obsesión de regreso carcome por dentro e impide avanzar. Este tipo de nostalgia se puede convertir en un resguardo adictivo al que se vuelve de manera incesante a través de fotografías, cartas, objetos; y se vuelve finalmente en un confinamiento personal para llenar los vacíos personales del presente. Y eso, no es bueno.
Como bien dice la psicóloga Valeria Sabater: “El pasado nos debe servir como trampolín para nuestra realidad y no como una ventana donde quedarnos asomados diariamente, ahí donde perdernos a nosotros mismos y con riesgo de caer finalmente en una depresión”.
El regreso a casa
Con este tipo de nostalgia la persona anda buscando de manera constante la manera de regresar a su casa como un símbolo de encuentro con la paz interior. A menudo esa paz o sosiego también se encuentra en el regreso a los contextos que nos construyeron durante la infancia y la adolescencia.
De esta manera, los lugares, sus habitantes, sus calles, sus iglesias y colegios conforman un collage de paisajes, olores, imágenes, secuencias de nuestro paso por allí anclados con fuerza a nuestro repertorio de emociones. Es por esto que muchas personas, cuando llega la hora de jubilarse, prefieren regresar a sus lugares de origen y reencontrarse con esas viejas emociones. Por otra parte se busca la serenidad y la familiaridad.
Luc Ferry, un filósofo francés, etiqueta de cosmológica este tipo de nostalgia y tiene que ver con reconciliarse con el yo que ya no existe.
Nostalgia Histórica
El anhelo de escapar en un mundo de imaginarios, un mundo idealizado de una época anterior (incluso antes de nuestro nacimiento), representa según la Dra. Krystine Batcho un tipo diferente e independiente de nostalgia denominada Nostalgia histórica.
Dicha nostalgia histórica es a menudo concurrente con una enorme insatisfacción con el tiempo presente y una preferencia por las cosas y situaciones como estaban hace mucho tiempo. A diferencia de la nostalgia personal, alguien con nostalgia histórica podría tener una perspectiva bastante cínica del mundo, marcada por el dolor, el trauma, el arrepentimiento o experiencias desagradables en la infancia.
No obstante, desde el punto de vista del tratamiento psicológico, los informes sugieren que la nostalgia personal puede ser utilizada terapéuticamente para ayudar a los individuos que se mueven más allá de un traumatismo en las secuelas de la violencia, el exilio o la pérdida. Al mismo tiempo, una persona que ha sufrido un trauma, sin el tratamiento adecuado, podría llegar a ser subsumido por una forma maligna de nostalgia que conduce a un anhelo perpetuo a volver al pasado.
¿Para qué nos puede ayudar la nostalgia?
* Puede promover nuestra salud psicológica al estimular la aparición de emociones positivas, mejorar la autoestima y tener la sensación de sentirnos amados y protegidos.
* La nostalgia contrarresta los efectos nocivos de la soledad al incrementar la percepción de apoyo social.
* Refuerza vínculos entre el pasado y el presente. Es decir, la nostalgia puede procurarnos una visión positiva del pasado y esto, a su vez, podría ofrecernos la posibilidad de desplegar un mayor sentido de continuidad y darle un mayor sentido a nuestras vidas. La nostalgia se ha visto como un recurso interesante para “generar significados en la vida”. Así que la nostalgia puede actuar como un almacén de emociones positivas en nuestra memoria, al cual tenemos la posibilidad de acceder conscientemente y recurrir de manera frecuente para fortalecer nuestras emociones y estabilizarnos por dentro. Los profundos sentimientos sobre el pasado que revivimos nos ayudarían a enfrentar mejor el futuro.
* En los ancianos, que son más vulnerables al aislamiento social, la nostalgia puede ayudarles mucho a manejar los sentimientos de soledad. Recordemos esa frase tan popular: “recordar es vivir”.
* Una serie de estudios realizados por el psicólogo Constantine Sedikides sugieren que la nostalgia puede actuar como un recurso al cual recurrimos para conectarnos con otras personas o eventos, para poder avanzar con menos miedo y objetivos más claros.
* La nostalgia nos ayuda a acordarnos de aquella persona que fuimos y poder contrastarlo con la que somos en la actualidad. El sentimiento de nostalgia o añoranza no deja de ser una pérdida por un yo que existió y que se ha transformado irremediablemente con el paso del tiempo y los acontecimientos. La añoranza se entromete a veces en nuestra cotidianidad y generalmente le damos su espacio para poder viajar con ella en el tiempo. No obstante, poco tiempo después (en la mayoría de los casos) regresamos de nuevo a lidiar con el presente, a enfrentar nuestra vida actual, que puede percibir con serenidad que la existencia es un fluir continuo.
* Los recuerdos nostálgicos tienden a centrarse en nuestras relaciones satisfactorias de antaño y esto nos puede ayudar a superar momentos difíciles. El recordar que hemos podido experimentar en algún momento el amor incondicional como niños nos puede dar seguridad en el presente, principalmente durante épocas de crisis. Estos buenos recuerdos podrían alimentar el valor para afrontar nuestros miedos, tomar algunos riesgos razonables y hacer frente a los retos. En lugar de dejarnos en un limbo del pasado, la nostalgia puede ayudarnos a liberarnos de la adversidad, promoviendo nuestro desarrollo personal. Las personas que tienen una mayor propensión a la nostalgia suelen ser más capaces de hacer frente a la adversidad y están más dispuestos a buscar apoyo emocional, asesoramiento y ayuda práctica a los demás. También tienen una mayor tendencia a evitar las distracciones que les impiden hacer frente a sus problemas y resolver dificultades.
* El revivir buenos momentos puede ser bueno para tratar determinados trastornos del estado de ánimo, promoviendo emociones positivas y anulando las negativas.
* La nostalgia puede ayudar a disminuir el impacto de los sentimientos negativos sobre la propia muerte.
* Un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton ha demostrado que la nostalgia también nos reporta un confort a nivel físico haciéndonos sentir más tolerantes e incluso aumentando nuestra percepción de calor. La nostalgia tiene una función homeostática que le permite a nuestra mente regresar a esos momentos de alegría para producir una sensación de confort, no solo mental sino también físico. Esta idea fue “confirmada” a partir de técnicas de neuroimagen en las cuáles se ha visto que la nostalgia provoca una activación del córtex insular anterior, una zona involucrada en la representación fisiológica del cuerpo y en la conciencia emocional.
Para finalizar, es importante señalar que cuando nos centramos en nuestras propias experiencias de vida -volver a rebuscar en nuestra mochila de recuerdos- la nostalgia es una herramienta útil. Es una manera de aprovechar el pasado internamente para soportar el cambio y crear esperanza para el futuro. La nostalgia puede ayudarnos a tener presente lo que fuimos, lo que disfrutamos y lo que experimentamos, para luego obtener un buen aprendizaje de nuestros recuerdos nostálgicos. La nostalgia debe ser algo que forme parte de nuestro archivo personal, ahí donde poder volver de vez en cuando, pero no debe convertirse en nuestra razón para vivir. Los recuerdos y los instantes fluyen, intentar retenerlos además de necio, se convierte en una verdadera pérdida de tiempo.
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