Opinión

Jefe, ¡escuche a su relacionista!/ Oscar López Reyes

El relacionista público academizado, versado en la filosofía del saber y con sobrada experiencia fecunda timbra como un aval para prevenir desaciertos y optimizar la reputación y la fidelización

Por Oscar López Reyes

El relacionista público academizado, versado en la filosofía del saber y con sobrada experiencia fecunda, fenomenalmente, como el anca/fortín de la más alta autoridad jerárquica de un cuerpo organizacional público, privado o del tercer sector de la economía. Timbra como un aval para prevenir desaciertos y optimizar la reputación y la fidelización.

Más que formidable creador de planes y contenidos, un insuperable asesor/consejero y un magnífico en la gestión de la identidad institucional y/o corporativa, aun de la República, el ministro, director general, rector, administrador, guía o jefe curiosamente inmaculado, le conviene tener a su lado al del liderazgo responsable, en la bandeja de la sinceridad y la lealtad.

El referido enlace con las audiencias, en el altillo de estrategias, que planifica, ejecuta y monitorea temerosamente, como un bonachón famélico en el siempre responder “sí, señor” -y sobrenadando en la trencilla de los piropos-, entreteje chascos y desilusiones, y coyunturalmente en la garrocha de la opinión pública, la percha judicial y en dardos luctuosos.

Para coronarse como un virtuoso finalista -con más floreos en la flotilla servicial- y hasta firmar autógrafos, habrá que coquetear con una frase de tres palabras: El liderazgo responsable!

Como gerente y asesor/consejero de relaciones públicas (1978-2023), he tenido que asumir el sacrificio de prescindir de ingresos monetarios, para no acarrear perjuicios a proponentes, y hasta para eludir insinuaciones y planteamientos de amigos y clientes.

 Cinco hojarascas restriegan como guisos derretidos, y como réquiem en la grieta de funerales. Detonemos esos petardos:

 1.- Un gremio de profesionales preparó su fiesta navideña, y en horas de la mañana del día anunciado, su presidente advirtió que todos los invitados tenían que cumplir el protocolo de vestimenta. Este servidor le observó que en celebraciones anteriores la mitad no había asistido con trajes y corbatas, y que la tradición no se elimina de un tirón, en un amanecer.

 Mano a la obra. El gremialista jerárquico insistió en el cumplimiento, y en la noche se colocó a la entrada del edificio, para no dejar pasar a los que fueran en camisas o chacabanas. Cuando un convocado sin chaqueta entregaba la tarjeta, le reprochaba: ¡usted no ve que ahí dice que es con ropa formal! Numerosos se retiraron, cabizbajos.

 Se acabó el ¡pare ahí! Un grande y forzudo llegó en chacabana, abrazado de su esposa, y proclamó que iba a entrar, porque esa era su casa y que nadie lo podía obligar a usar traje. Se fueron a las trompadas y al presidente el musculoso le dio estrellones consecutivos, en medio de la calle. El alboroto fue ruidoso -con griteríos de las damas- y al separarlos, ambos sangraban. Ninguno de los dos pudo participar en la fiesta.

 Avergonzado, la máxima autoridad colegiada se marchó a su hogar, y en breve cayó en un estado depresivo, que se le agravó por la hipertensión y la diabetes. En unos meses, quedó fulminado por un infarto al miocardio, y los más cercanos lo atribuyen a su estado emocional surgido a raíz de los golpes recibidos en presencia de decenas de compañeros, a los cuales no les miraba las caras.

 2.- El director ejecutivo de un organismo oficial de tercera categoría, en el que le asistía en comunicación, aspiraba a otro cargo superior. Le recomendé los pasos para lograr ese objetivo, y lo alcanzó. Ya juramentado comenzó a realizar designaciones extrañas, y me dijo que esa era la oportunidad de él y la mía. No aceptó mi sugerencia, ni yo la suya, y no le acompañé en su nueva función. En menos de dos años sobrevinieron denuncias de irregularidades financiero-administrativas, el amigo fue interpelado por una instancia legislativa y sufrió un derrame cerebral. La pena lo enfermó y, por su padecimiento, partió a los brazos del Altísimo omnipresente.

 3.- Otro amigo me pidió que, a través de mi agencia, le convocara a una rueda de prensa y preparara una página publicitaria para ser insertada en todos los diarios de circulación nacional, para anunciar una novedad. ¿Conversó el tema con el Ministro y la Comisión Científica del área?, ¿registró su hallazgo? Ante las respuestas negativas, le sugerí que, para su seguridad y protección empresarial, procediéramos luego de la realización de las dos gestiones. ¡Oh, sorpresa! A la semana, otra oficina citó a los periodistas a un encuentro y colocó el anuncio en los rotativos. Y, prontamente, las autoridades oficiales le cerraron su unidad productiva y le formularon una acusación judicial, que lo abatió y encarriló hacia la sepultura.

 4.- En una década pasada, el presidente de la República informó a un dirigente político que sería nombrado en un organismo estatal, y este último nos buscó para que, a través de nuestra agencia especializada, nos encargáramos de las relaciones públicas. Para efectuar la primera reunión, modernizamos nuestras oficinas, con una cuantiosa inversión monetaria, y en la comodidad de las nuevas alfombras y ojear de las relumbrantes cortinas, el caballero nos propuso que gerenciáramos la publicidad, con un presupuesto respetable.

 Se rajó. Nos propuso, con supina, que regresáramos a sus bolsillos la mitad de esos recursos, para destinarlos a la campaña electoral de su candidatura y su agrupación política. No hubo aceptación, y en poco tiempo el alto funcionario tuvo que acudir a los tribunales para responder a una acusación judicial en su contra, por malversación de fondos del erario. Su imagen pública se deterioró, con el consiguiente impacto emocional…

 5.- Un empresario propietario de una amplia extensión de terrenos ocupados ilegalmente por familias de escasos recursos económicos en una zona céntrica de la ciudad, en los cuales construyeron casas modestas, obtuvo una sentencia favorable del Tribunal de Tierras. Me pidió que le preparara una campaña de comunicación, previo a un planificado desalojo, como apoyo a la acción. Imaginariamente escuché los golpes de mandarrias, los gritos de auxilio, las protestas, los culatazos de policías, las declaraciones a los medios, que tomaban imágenes de las escenas, y mi agencia distribuyendo documentos justificativos. Aunque el acto era legal, se me encogieron los brazos, por el factor humano, y rechacé la propuesta. Como quiera, el empresario logró la desocupación, pero salpicado de sangre.

 Cuando a líderes, conductores administrativos y otras figuras se les mete una idea entre ceja y ceja, no escuchan opiniones ni consejos, en la traición de un apasionamiento incontrolado, entonces el golpetazo avisa tardíamente. Su salvoconducto está, pues, en el director o gerente de mente proactiva de la gestión de relaciones ventajosas, el posicionamiento de la marca, la transparencia y la fiabilidad, y la prevención de crisis y su manejo.

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.El autorPeriodista-mercadólogo, escritor y artículista de El Nacional,

Ex Presidente del Colegio Dominicano de Periodistas
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