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Senador de Haití compró mansión de 3,4 millones de dólares en Canadá

Se supo a principios de 2021, y en pesos dominicanos serían cerca de 200 millones y ha provocado múltiples protesta en aquel país del norte de América

Una imagen de Rony Célestin de una publicación de Facebook en 2017

La unidad de antilavados de Haití anunció que investigaría el caso en febrero, pero hasta ahora se desconocen los resultados de la misma

MONTREAL — Es uno de los pocos legisladores que quedan en Haití, un cercano aliado del presidente asesinado que ha conservado su escaño mientras las instituciones democráticas del país han quedado mermadas.

Rony Célestin, uno de los diez miembros que quedan en el Parlamento haitiano, un personaje arrogante que se presenta como multimillonario por méritos propios, pertenece a un pequeño círculo de dirigentes con la autoridad legal para sacar a la nación de la crisis ahora que el presidente ha muerto.

Sin embargo, para muchos haitianos, Célestin también es símbolo de uno de sus mayores reclamos: una clase dirigente que se enriquece en tanto que muchas personas pasan hambre.

En los últimos meses, mientras el país estallaba en manifestaciones por el abuso de poder de la élite política, Célestin ha estado esquivando las acusaciones de corrupción de activistas haitianos por la compra de una mansión a poco más de 3000 kilómetros de distancia, en Canadá.

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La extensa residencia de 3,4 millones de dólares, con su amplio camino de entrada, cine en casa, cava y piscina con vistas a un lago, fue una de las casas más caras que se han vendido en uno de los barrios más adinerados de Quebec, y la compra desencadenó una investigación de corrupción relacionada con Célestin por parte de las autoridades haitianas.

La mansión se ha convertido en un emblema del abismo que existe entre el lujoso estilo de vida de la élite haitiana y la mayoría de la población, que gana en promedio menos de 2,41 dólares al día. La propiedad de Célestin ha provocado indignación por la fuga de capitales —tanto legales como ilícitos— que drena el dinero de Haití y debilita las instituciones del país.

Célestin niega con vehemencia haber actuado mal y se describe como un hábil empresario cuyo éxito y donaciones a la campaña electoral del presidente asesinado, Jovenel Moïse, le han proporcionado una serie de privilegios, entre ellos la posibilidad de pagar la mansión y conseguirle a su esposa un trabajo en el consulado de Haití en Montreal.Una imagen de Rony Célestin de una publicación de Facebook en 2017

“Tengo suficiente influencia; si quisiera que fuera embajadora, eso sucedería”, comentó a The New York Times.

No obstante, el Times encontró pocos o ningún indicio en Haití de los prósperos negocios que Célestin cita como fuente de su gran riqueza. Algunos parecen operar a una escala mucho menor de lo que él afirma, si acaso.

Su abogado se negó a dar detalles sobre sus negocios debido a la investigación anticorrupción en curso en Haití. La indignación provocada por la mansión llegó a tal punto que algunos miembros de la comunidad haitiana de Montreal se escabulleron en los arbustos que rodean la casa en Laval, un suburbio acomodado, y se colaron en el terreno, con la esperanza de enfrentar a Célestin y su familia.

“Haití es un país pobre en el que la gente se muere de hambre, y aquí hay gente rica que intenta sacar su dinero del país y comprar mansiones en efectivo”, dijo Frantz André, un destacado defensor de los derechos humanos haitiano en Montreal que ha liderado protestas frente al consulado de Haití en los últimos meses.

Dado que Haití, un país de 11 millones de habitantes, tiene tan pocas instituciones en funcionamiento, Célestin podría ayudar a dar un giro al futuro de la nación. Solo quedan diez senadores de 30 en el Parlamento, y Célestin es uno de ellos. Los mandatos de los otros 20 expiraron, y nunca se convocó a nuevas elecciones. La cámara baja del Parlamento está totalmente vacante, y el jefe del más alto tribunal de la nación murió a causa de la COVID-19 en junio.

Eso significa que senadores como Célestin son de los pocos funcionarios electos que quedan en Haití, con una poderosa voz para determinar cómo debe dirigirse el país tras el osado asesinato de Moïse el miércoles.

Sin embargo, los detractores califican al Senado de disfuncional. Y mientras el país se convulsionaba en los últimos meses, los miembros de la élite política han prosperado en el extranjero, en lugares como la República Dominicana, Estados Unidos y Canadá, invirtiendo su dinero —y en algunos casos lavándolo, según las autoridades— en bienes inmuebles.

A pesar de los miles de millones de dólares de ayuda para la reconstrucción tras el devastador terremoto de 2010, el país no se ha recuperado y muchos afirman que está peor. Las pandillas armadas controlan muchas zonas, la pobreza y el hambre van en aumento, y funcionarios como Célestin han sido acusados de enriquecerse pese a que no proporcionan al país ni siquiera los servicios más básicos. Transparencia Internacional, el monitor anticorrupción, clasificó a Haití en el puesto 170 de 180 países según los niveles de corrupción percibidos en 2020, en un empate con Corea del Norte.

En una entrevista inusitada concedida a finales de marzo, Célestin, de 46 años, aseguró que había acumulado su riqueza con la agricultura, la importación y otros negocios legítimos que le permitían ganar millones de dólares al mes. Dijo que le dio a su esposa, Marie Louisa Célestin, el dinero para comprar la mansión a finales de 2020, para que ella y sus hijos pudieran disfrutar de las “ventajas sociales” de vivir en Canadá.

“No tengo que justificarme, estoy harto de tener que hacerlo”, dijo Célestin.

Célestin, un hijo de agricultores que creció en el campo, dijo que empezó su carrera empresarial con la importación de productos en un camión que alquilaba y que en ocasiones dormía sobre los costales de azúcar y harina que transportaba. Ahora forma parte del partido Tet Kále, al que pertenecía el presidente asesinado.

“Salí de la nada y me convertí en quien soy sin ayuda”, dijo. Sobre sus críticos, añadió: “No necesito tenerle miedo a un montón de vagabundos, bastardos y delincuentes”.

Pero los rastros del imperio empresarial de Célestin en Haití difieren mucho de la imagen que pintó.

Fotografías de un listado de bienes raíces de una mansión de Montreal valorada en 3,4 millones de dólares adquirida por Rony Célestin, un senador haitiano, la cual se encuentra en Laval, CanadáCredit…Nasuna Stuart-Ulin para The New York Times

Lea aquí el artículo completo:  The New York Times

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