Por Américo Valenzuela G.
Europa no cesa. No duerme. No descansa. Lucha y está empujando con toda fuerza y con todo empeño y vigor por renovar y ampliar la dimensión de su gobierno mundial. A raíz de la desaparición de la URSS en 1991, Europa ha logrado atraer hacia su dominio a gran parte del territorio y de las Naciones Europeas que formaron parte del Bloque Socialista.
Hoy en dia se destaca otra variante de la misma intención: permanecer como Metrópolis de aquellas tierras otrora conquistadas y colonizadas a espada y fuego. Para ello, a través de años, se ha valido de una especie de segregación racial como la vivida por los negros de Nelson Mandela en Sudáfrica. Es una forma de renovar el colonialismo y la dependencia utilizando para esos propósitos nada más y nada menos que familias descendientes radicadas y con raíces profundas en nuestras sociedades.
Hace más de 500 años la civilización occidental se impuso sobre la civilización indígena del continente americano. Y pasado el tiempo, enraizadas las Naciones, muy pocas son las esperanzas de que en el Norte continental-sin excepción de México y sus mestizo, Nacion que conoció el levantamiento indigenista del 1ero de Enero del 1994 ocurrido en Chiapas, dirigido por el Movimiento Zapatista en reclamo de los derechos de las razas autóctonas, y la creación de la Comunidad Lacandona- pudiera regresar el dominio de la cultura histórica con las tradiciones y creencias de los siux, cherokees, lakotas, y otros.
Tomemos en consideración la actualidad político-social y cultural de Bolivia, donde el movimiento indigenista logró reconquistar y retener el poder político, reinstaurar su religión ancestral, su calendario, retomar creencias, promover a sus propios héroes, rehacer su historia. Y dar pasos de progresos sociales, económicos, científicos, tecnológicos, humanos, etc. Sin embargo, en poblados como Santa Cruz, donde reside una gran masa de familias descendientes de europeos, políticos golpistas, usurpadores, impostores, explotadores y entreguistas, estos descendientes de raza blanca son apoyados y promovidos por la Unión Europea, quien desea y busca de manera afanosa retrotraer el tiempo y restaurar allí su dominio, y reimponer su cultura. Europa prefiere a Carlos Mesa en Bolivia, cuyo padre es originario de Valdegranada, Alcalá, España.
La misma causa que motiva a Europa a apoyar a sus descendientes en Bolivia, la enfrenta a Correa en Ecuador, un promotor de los derechos y de las esperanzas de la raza originaria suramericana. La enfrenta a los intereses del Partido Frente Amplio del Uruguay. Colombia tiene su propia historia, y no destaca estas cualidades pro-europeas, distante a la Argentina, donde el aborigen de la Pampa juega en el Estado un rol de poca luz.
Pero tenemos el caso Perú donde existen familias de poder político y económico ajenos a los nativos, aquí en los últimos años ya no es solo Europa, ahora conocemos otra estirpe. Los abuelos de Keiko Fujimori proceden de la aldea Shirahama del Japón, son estos quienes desean jugar el rol de representantes locales del Imperio del Sol. La familia Fujimori busca, al igual que muchos descendientes de europeos, representar en el Perú, la Metrópolis de sus ancestros. Lo que está en juego en ese país no es sólo la legitimidad del triunfo del Candidato Pedro Castillo-apoyado por Evo Morales, José Mujica ex gobernante de Uruguay-, es la oportunidad del poder en manos nativas.
Puede pretender alguno de nosotros que líderes de origen y tradición indigenista como Chávez-de origen azteca- y Maduro-cuya madre nació en Cúcuta, Colombia, encuentren apoyo en los gobernantes de Europa y todo Occidente? No. Jamás. Apoyo encuentra el Opositor Capriles, de origen polaco-judío.
Podemos nosotros esperar Premios, Reconocimientos, y Condecoraciones de Europa como los recibidos por Mario Vargas Llosa del Perú, Sergio Ramírez de Nicaragua, etc.? Eso tiene precio. Y motivos. Subordinación. Y pasa por aceptar como irremediable la actual situación.
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