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Historia Contemporánea: La hermana que ‘convirtió’ a Nietzsche en nazi

Más allá del mundo académico, todavía hoy existen dudas sobre si el pensamiento del filósofo alemán precedió o dio cobertura al nazismo; Elisabeth tuvo buena parte de la culpa

Resulta aún hoy recurrente situar al filósofo alemán Friedrich Nietzsche como un pensador que no solo influyó, sino que fundamentó la barbarie del nazismo avant la lettre. Pese a los numerosos esfuerzos que el mundo académico ha dedicado en los últimos decenios a quitarle tal peso, aún quedan restos en el imaginario colectivo de esa relación. Aún resulta fácil vincular el concepto de superhombre de Nietzsche al ideal ario nazi. O de ver en su idea de la voluntad de poder un precedente del ascenso de Hitler. Pero, ¿cómo pudo suceder que un pensador que en madurez rechazó el nacionalismo y el antisemitismo que imperaban en la Alemania de Bismarck –hasta el punto de que llegó a romper por esa razón su amistad con su admirado Richard Wagner – fuera publicitado por el Tercer Reich como una suerte de precursor de sus ideas y aún, 120 años después de su muerte, deba arrastrar esa carga?

Varias son las razones. Sin duda los estudiosos apuntan a que su estilo ferviente, exaltado y literario, a veces contradictorio y abierto a numerosas interpretaciones, propició ese impúdico uso por parte de los nazis. Y, siendo eso cierto, también lo es que nada así habría sido posible sin el papel de la propia hermana del filósofo, Elisabeth Förster-Nietzsche, la autora intelectual de la manipulación histórica que sufrió Nietzsche en buena parte del siglo XX.

Friedrich Wilhelm Nietzsche fue manipulado por su propia hermana

Friedrich Wilhelm Nietzsche fue manipulado por su propia hermana (Bildagentur-online / Getty

Entender el rol de Elisabeth en esta historia nos obliga a remontarnos a la atormentada biografía de Nietzsche, y a especialmente de uno de los aspectos que más curiosidad ha suscitado, como es el de su extraña relación con las mujeres. Huérfano de padre a los 4 años de edad, Nietzche convivió en su juventud con su madre, su hermana, su abuela materna y sus dos tías, hermanas del difunto progenitor. Los biógrafos de ambos cuentan que Friedrich y Elisabeth, dos años menor que él, estuvieron muy unidos, incluso en la primera adultez. De hecho, solo sus familiares mujeres llegaron a ser importantes en su vida, porque de Nietzsche no se conoce que llegara a tener pareja, más allá de amores de corte más platónico como el no correspondido por la poetisa rusa Lou Andreas-Salomé.

Los caminos de ambos hermanos se separaron cuando ella se casó en 1885 con Bernard Förster, un maestro de escuela de ideas profundamente antisemitas que tuvo una enorme influencia en la ideología de Elisabeth. Parece ser que el propio Nietzsche rechazó acudir a la boda debido a las ideas supremacistas del novio. Al poco, el matrimonio se embarcó en una empresa que daría buena cuenta de su fanatismo. Convencieron a catorce familias alemanas de viajar hasta Paraguay y fundar en el mismo corazón de la selva suramericana una colonia aria. La expedición arrancó en febrero de 1887.

¿Cómo pudo suceder que un pensador que en madurez rechazó el nacionalismo y el antisemitismo que imperaban en la Alemania de Bismarck fuera publicitado por el Tercer Reich como una suerte de precursor de sus ideas y aún, 120 años después de su muerte, deba arrastrar esa carga?

Pero pronto el proyecto racial de los Förster-Nietzsche se reveló como imposible. Los exploradores ni sabían absolutamente nada del terreno que querían colonizar, ni se adaptaron bien a las altas temperaturas del lugar ni tuvieron suerte a la hora de cultivar sus nuevas tierras. La propia Elisabeth relató por carta a Friedrich las dificultades de la empresa. El fracasó se culminó dos años más tarde, cuando el proyecto entró en bancarrota y Förster probablemente acabó suicidándose en junio de aquel 1889 en la localidad de San Bernardino -otras versiones dicen que tuvo un infarto- dejando a la viuda un mar de deudas. Aunque Nueva Germania sigue existiendo hoy allí donde fue fundada, los descendientes de aquellos colonos no tuvieron reparos en mezclarse con los nativos y nada queda ya de esa utopía de pureza racial.

El caso es que Elisabeth, destrozada por la muerte de su marido y en la ruina económica, volvió a Alemania, donde su destino volvería a cruzarse con el de su hermano. El 3 de enero de 1889, en Turín, ocurrió el episodio vital más conocido de la biografía de Nietzsche. Aunque hay confusión sobre cómo sucedieron los hechos, parece ser que el filósofo se topó en plena plaza Carlo Alberto de la ciudad italiana con un cochero que golpeaba de forma cruel a su caballo. Al ver la escena, Nietzsche se abrazó al animal y comenzó a llorar desconsolado, paso previo a desplomarse en el suelo víctima de un colapso cerebral que lo tendría casi en estado vegetativo hasta su muerte en 1900.

Elisabeth se casó con Bernard Förster, uno de los líderes del antisemitismo alemán. Ambos fundaron en Paraguay una colonia que pretendía ser una utopía racial. El proyectó fracasó y Förster se suicidó.

Solo hacía pocos años que los textos incisivos del pensador alemán habían comenzado a captar la atención de la intelectualidad europea más vanguardista. Fue en ese punto, con un Nietzsche ya incapacitado pero con una fama creciente, cuando irrumpió su hermana, que se agenció con la custodia de su obra. Elisabeth compró a su madre, Franziska, la cesión de todos los derechos de los libros de su hermano y comenzó a explotarlos, aún con Nietzsche vivo. Consciente de que su hermano cada vez tenía más adeptos, Elisabeth alimentó un culto a la personalidad de su figura e incluso llegó a organizar visitas a su casa familiar de Naumburgo para que se le pudiera ver en la cama, a pesar de que éste ya no podía valerse por sí mismo.

En 1894, Elisabeth fundó el Archivo Nietzsche, la institución que debía organizar y recopilar toda su obra. De hecho, a Elisabeth le debemos la buena conservación de un sinfín de material del filósofo alemán, incluyendo cartas, notas, aforismos, borradores y todo tipo de escritos. Sin embargo, también a ella, como única encargada de su divulgación, cabe reprocharle la tergiversación de toda esa documentación. Así fue como poco a poco, en una labor que duraría más de 40 años, Elisabeth vendió a su hermano como un nacionalista y un belicista, primero en el contexto de la Alemana del Segundo Imperio y después en el nazismo.

Imagen del Archivo Nietzsche Archive, con sede en la ciudad de Weimar. Esta entidad fue fundada por Elisabeth en 1894 y conserva un gran número de notas, cartas y todo tipo de documentación del pensador alemán

Imagen del Archivo Nietzsche Archive, con sede en la ciudad de Weimar. Esta entidad fue fundada por Elisabeth en 1894 y conserva un gran número de notas, cartas y todo tipo de documentación del pensador alemán (Heritage Images / Getty)

Varias operaciones se pueden incluir en este proceso de manipulación. La más importante, sin duda, fue la edición y publicación de La voluntad de poder en 1901, poco después de la muerte del filósofo. Nietzsche tenía en mente hacer esta obra y, de hecho, elaboró muchos esbozos y anotaciones. Sin embargo, desechó la idea poco antes de su colapso y se centró en la que sería su particular autobiografía Ecce Homo, que escribió en 1888.

Así, Elisabeth decidió retomar la obra abandonada reuniendo todo tipo de notas y apuntes de su hermano, que ordenó cómo ella misma decidió, y presentó el libro al mundo como el más fundamental del pensamiento del filósofo. Así lo decía ella misma en el prólogo de aquella edición que, en realidad, no era otra cosa que un corta-pega interesado. La voluntad de pode r se convirtió así en uno de los libros de cabecera de muchos sectores nacionalistas y reaccionarios de la Alemania del momento y, como no, influiría en el nazismo.

La hermana del filósofo se quedó con los derechos de autor de Nietzsche e incluso organizó visitas a su casa cuando éste estaba en estado vegetativo

La protagonista de esta historia también decidió retrasar la publicación de dos de los últimos libros que escribió su hermano antes de perder la cabeza, el mencionado Ecce homo y El Anticristo (también de 1888). Más adelante, autorizó que se publicaran pero de forma recortada, omitiendo partes que bien podrían haber demostrado que Nietzsche no era aquel patriota exacerbado que estaba diseñando.

Particularmente grave fue la publicación en 1904 de una amplia biografía de Nietzsche, libro que firmaba la propia Elisabeth, y que de nuevo, a través de numerosas fantasías novelescas, presentaba una imagen idealizada del filósofo. Lo más curioso de esta biografía, que se tituló La vida de Nietzsche, es que también le presentaba como a un hombre religioso, algo delirante si se conocen mínimamente las ideas del autor. Pero Elisabeth estaba logrando su propósito. Las obras de su hermano fueron ampliamente difundidas –lo que significó además cuantiosos ingresos para ella–, hasta el punto que Así habló Zaratrusta fue una de las más leídas por los soldados alemanes en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

Adolf Hitler acudió al funeral de Elisabeth Förster-Nietzsche, que falleció en 1935

Adolf Hitler acudió al funeral de Elisabeth Förster-Nietzsche, que falleció en 1935 (ullstein bild)

Treinta años después de la muerte del pensador, Elisabeth decidió afiliarse al partido nacionalsocialista y puso al servicio de su ideología el legado de su hermano. Los nazis supieron aprovecharse de ello y fue entonces cuando vincularon la idea de superhombre a su ideal ario. A la imagen de patriota germánico de principios del siglo XX, ahora se le sumaba un Nietzsche de corte belicoso y agresivo, y profundamente antisemita. El vínculo fue tal que, en 1935, cuando Elisabeth murió, acudió al funeral el propio Adolf Hitler. Al frente del archivo se mantuvo Max Öhler, primo de la familia y que mantuvo el carácter nazificado de las obras hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.

Tuvieron que pasar varios años hasta que se comenzara a reparar esta tergiversación. Los italianos Giorgio Colli Mazzino Montinari, a mediados del siglo pasado, fueron los autores de una nueva edición de las obras completas del filósofo que partía de los textos originales. Con el esclarecedor título de La voluntad de poder no existe, Montinari demostró que el tratado publicado en 1901 no era más que una mezcla de citas que no se correspondía a lo que realmente pensaba su supuesto autor. En parte a esos trabajos minuciosos se debe que Nietzsche, un pensador maldito por buena parte de la intelectualidad europea de la primera mitad del XX, fuera recuperado por la academia y, no solo eso, sino que ahora sea estudiado en escuelas de todo el mundo.

Elisabeth se inventó una vida novelada de su hermano, editó un libro a partir de fragmentos atribuyéndole ideas que no tenía y, ya al final de su vida, se afilió al partido nazi y unió el legado de Nietzsche al Tercer Reich

Sobre la relación de los hermanos Nietzsche se ha escrito mucho, sobre todo en los últimos años. Particularmente interesante resulta la biografía de Elisabeth que publicó la británica Carol Diethe Nietzsche’s sister and the will of power (2001). Desde una perspectiva feminista, la autora huye del estereotipo que la convierte en la mala de esta película y abunda en los motivos que la hicieron actuar con su hermano como lo hizo. Sin justificar sus actos pero buceando en la psicología del personaje, Diethe explica que tal vez la condición de escritora frustrada –algo en lo que puede que su hermano tuviera algo que ver– crearan en ella un notable resentimiento.

También es destacable la reciente aportación de la nueva biografía de Nietszche, ¡Soy dinamita! (Ariel) de la novelista también británica Sue Prideaux, en la que se desmontan muchos mitos del filósofo, entre ellos uno de los más controvertidos: el de una posible relación incestuosa con Elisabeth. El origen de esta falsedad tiene que ver con un libro publicado en 1951 y atribuido al propio Nietzsche, Mi hermana y yo, en el que supuestamente él mismo describiría la naturaleza de dicha relación. Nada más lejos de la realidad. En definitiva, una nueva falsificación en torno a la figura filosófica más fascinante de los últimos dos siglos.

Solo después de la Segunda Guerra Mundial se pudo recuperar al verdadero autor de ‘Así habló Zaratrusta’, que todavía es hoy uno de los pensadores más influyentes y estudiados.

lavanguardia.com

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