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Mi primera experiencia virtual en la Suprema Corte de Justicia/ Idalia Guerrero
Como todo es virtual y estaba en mi casa, no me puse zapatos
Por Idalia Guerrero
En la mañana del 20 de noviembre del presente año recibí una llamada de la Secretaría de la Suprema Corte de Justicia, en la que se me informaba que tenía una audiencia virtual en ese magno y augusto tribunal para el día 25 del mismo mes. El caso que se ventilaría regresaba del Tribunal Constitucional y, después de seis largos años, al fin se conocería.
En la tarde me enviaron un link o enlace de acceso a la plataforma Microsoft Teams. Un día antes de la audiencia saqué las armas de combate de todo abogado, que son la toga, camisa blanca, corbata y birrete. Como todo es virtual y estaba en mi casa, no me puse zapatos. La realidad es que sobran, porque en la virtualidad apenas se te ve la parte de arriba. Me reí bastante porque recordaba que de manera presencial hay que buscar más cosas para estar impecable.
Faltando alrededor de 20 minutos para las 9 de la mañana, entré a la plataforma. No encendí vídeo ni micrófono. Una voz femenina me dio la bienvenida para ir anotando mis calidades. Luego se fueron sumando más letrados, hasta que al fin todo estaba en orden para comenzar. Hicieron entrada tres honorables jueces, y puedo decir que me cayeron bastante bien, porque los noté muy humanos, especialmente el que estaba presidiendo la audiencia. Como se celebraba el Día Internacional de la No Violencia contra la mujer, recitó hermosos versos resaltando lo valiosas que somos las mujeres.
El ministerial comenzó a llamar las audiencias y ahí comenzaron los desaciertos de la virtualidad. Lo ideal es que cada abogado que entre a la plataforma no encienda cámara ni audio hasta que le llamen para conocer su caso. Se escuchaban voces, ruidos, ecos, teniendo la secretaria que pedirle a un abogado que tenía el micrófono encendido que lo apagara. Entiendo que en tantos meses de virtualidad eso hay que irlo aprendiendo. Por ratos se entrelazaban las voces de los jueces con los sonidos que salían a través de un micrófono prendido, lo que impedía escuchar lo realmente importante.
No solo es el manejo básico de la plataforma lo que debemos tener en cuenta. También reviste importancia que, llegada la audiencia, se tengan los suficientes datos de navegación y que el internet esté apto para que la imagen no se quede frizada en la pantalla, tal como le sucedió a un abogado, teniendo que recurrir los jueces a un abogado que compartía barra con el togado para que concluyera por aquel al que solo se le veía el birrete y que no contestaba al llamado de los jueces. Cuando el abogado al fin pudo volver a la plataforma y vio que ya las audiencias iban lejos, se disculpó diciendo que el internet le había fallado, pero que estaba listo para la de él. Los jueces le explicaron que fue llamado varias veces y que otro abogado le había hecho el favor de concluir, lo cual tuvo que aceptar con resignación.
A una gran parte de los abogados les está dando problemas lo virtual al momento de poner los datos que se necesitan para navegar de manera exitosa en una plataforma. No todos pueden o tienen internet ilimitado en su oficina o casa, lo que da lugar a que tengan que ponerle los llamados “paqueticos” a los celulares, los cuales no tienen un alcance vasto y se van ralentizando, convirtiéndose en una pesadilla lo que usted y cualquiera puede pensar que saldría con éxito. Ejemplo de ello es otro abogado que, aunque se escuchaba el sonido de que estaba hablando, no se le entendía casi nada. El juez presidente tuvo que preguntarle muchas veces que si concluía conforme al recurso para que solo dijera el monosílabo SÍ. La voz del abogado se cortaba y solo se escuchaban muy mal pedazos de lo que decía. Hasta que al fin una de las juezas afinó el oído y le dijo al presidente que se escuchaba poco, pero que el abogado decía que concluía tal como constaba en su recurso.
Pasadas más de las 10:00 de la mañana, ya iban disminuyendo los integrantes en la plataforma. Oraba a Dios para que no llegara un ruido molestoso en el mismo instante en el que estuviera concluyendo. De un momento a otro escucho un ruido de un taladro, y me doy cuenta que en uno de los apartamentos vecinos están haciendo algún trabajo en la pared. Me quedé en mi casa huyendo de los ruidos infernales que se dan en mi oficina y que si decidía hacer la audiencia allá, tendría que usar los “paqueticos”, los que por experiencia propia sé que no sirven, pues en el mes de abril tuvieron que suspenderme una audiencia porque nada se oía, y solo cuando salí a la calle, algo entendieron de lo que decía, teniendo que suspenderla hasta que llegara a mi casa y me conectara a un wifi que nunca me ha fallado.
Cuando al fin llegó mi turno, me permití hacerles la salvedad a los jueces de que ese caso que está en mis manos deberían verificarlo bien, pues una persona fue condenada a 20 largos años por un crimen en donde debió utilizarse la criminalística para demostrar realmente su culpabilidad penal en el hecho. De manera atenta escucharon mis alegaciones. Espero que algún día los jueces de la Suprema entiendan que un recurso de casación debe defenderse de manera amplia y no de manera mezquina como lo es el leer unas simples conclusiones que dejan un sabor a nada. Sin embargo, vimos el Ministerio Público hacer un discurso aprendido de memorieta y que no dejaba de ser el mismo en cada caso en el que dictaminaba.
Cierto es que los problemas que el Covid-19 ha traído no dejan de ser estresantes y traumáticos, y la virtualidad es uno de ellos. Los abogados debemos prepararnos para un crudo invierno que hace tiempo dejó de ser un hermoso verano. Todo lo arriba narrado es una experiencia real de lo que estamos pasando los que nos dedicamos a esa noble tarea de postular por los demás. Sin embargo, a las grandes crisis hay que enfrentarlas. De nada vale quejarnos, tenemos que ir aprendiendo cosas que las veíamos muy lejanas y hoy son una realidad porque una pandemia las trajo. Algún día llegará la normalidad, pero mientras tanto aprendamos a ser felices con lo que tenemos en el presente.
Autora:
Abogada experta en litigios penales.
Máster en Ciencias Forenses y Medicina Legal Forense.
Directora del proyecto forense Justicia Investigativa IG71.
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