Vacunas, imágenes y el culto a la personalidad / Bernardo Vega

Por Bernardo Vega

Lamentablemente se está haciendo política con relación a la elaboración y distribución de la tan esperada vacuna que nos inmunizaría contra el corona virus y, consecuentemente, permitiría a las economías del mundo crecer de nuevo.

Putin en Rusia anunció que ya la tenía y la llamaron Sputnik, para rememorar el gran éxito ruso en el espacio en 1957, agregando que su hija ya había sido vacunada. Pero desde entonces ha hecho mutis. China informó que pronto tendrá una y que la regalará al tercer mundo. Presumimos que se refiere a los países que reconocen al gobierno de Pekín, en cuyo caso el nuestro la recibiría, más no el tan necesitado Haití.

En Estados Unidos el presidente Trump está presionando para que la vacuna esté disponible antes de las elecciones del 3 de noviembre, para así asegurar su victoria, aun si se violasen las normas de los protocolos científicos y hasta ha tratado de acordar con laboratorios europeos que vendan cuando esté disponible su vacuna primero a Estados Unidos. Su gobierno ha entregado enormes sumas a varias empresas norteamericanas para que desarrollen el producto, lo que, hasta ahora, ha resultado en un aumento en el valor de las acciones de las mismas, así como en altas bonificaciones a sus principales ejecutivos. Cuando tengan una vacuna se anticipa que la venderán a precios altos. La India, país donde el sector farmacéutico es muy grande y exitoso, también está desarrollándola.

En Inglaterra la muy prestigiosa universidad de Oxford está produciendo una vacuna que luego se reproducirá en Argentina y México. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha informado que le han prometido una cuota que distribuiría por toda la región, asignando dos millones de unidades a la República Dominicana. El gobierno de Danilo Medina había anunciado que esa sería la fuente que utilizaríamos y hasta ahora el de Luis Abinader no ha negado esa información. La Fundación Melinda y Bill Gates, uno de los grandes millonarios del mundo y que ahora se dedica a la filantropía, está trabajando lo de la vacuna y adelanta que concentrará su distribución en el tercer mundo y a costo muy bajo.

Cuando contemos con la vacuna la prioridad debe ser aplicarla a los muy sacrificados y heroicos médicos, enfermeras y otros servidores de nuestros hospitales y clínicas donde se atiende a los enfermos con corona virus. La segunda prioridad serían las personas de alto riesgo, los mayores de 65 años. Para inmunizar a toda la población probablemente se requerirá la ayuda de nuestras fuerzas armadas. Tendrá que decidirse si la inmunización se hará gratis o al costo. Debemos evitar que los pudientes y la clase media adquieran primero vacunas de altos costos en Estados Unidos mientras no hayan llegado los pedidos hechos por el gobierno, pues eso provocaría tensiones sociales y políticas. Ambas vacunas deben llegar simultáneamente, pero sin que se atrasen los pedidos del gobierno.

Cambiando de tema, debemos felicitar al presidente Abinader por su decisión de no permitir que su imagen sea colgada en las oficinas públicas. Aunque eso es práctica en otros países, como Estados Unidos, nuestra historia de dictadores ególatras, caudillos y afanes reeleccionistas, recomienda seguir el ejemplo de Abinader. Nunca me olvidaré de aquel día durante el primer gobierno de Balaguer (1966-1970) en que recorriendo la frontera, en uno de los muchos puestos militares encontramos a un raso que estaba siendo trasladado y quien me pidió “bola”. Su único equipo era una pequeñísima maleta y una muy grande fotografía de Balaguer. Tampoco me olvidaré de la destrucción en noviembre de 1961 de todos los símbolos de Trujillo, hasta de las tapas de metal de los registros de agua por estas tener inscritas “Ciudad Trujillo”.

La reciente sustitución del nombre de Bosch en una de las salas del ministerio de Cultura puede que represente el inicio de una reacción contra excesos de un PLD buscando homenajear a una persona que no solo fue muy honesta (como no lo fueron la mayoría de sus discípulos), sino que aborrecía el culto a la personalidad.

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