Arte, Ciencia y Literatura

¿Qué es la muerte para usted?

Médicos, un obispo, el novelista leonés Luis Mateo Díez, un filósofo y un ciudadano que ha sufrido varios accidentes graves responden a esta pregunta

La festividad religiosa del Día de Todos los Santos, que se celebra mañana, es una fecha en que los castellanos y leoneses acuden a los cementerios para visitar las tumbas de sus seres queridos fallecidos. En una cultura poco familiarizada con la muerte, el 1 de noviembre se convierte en un momento para recordar a los que nos han dejado. La agencia Ical ha preguntado a varios castellanos y leoneses qué significa para ellos la muerte y cómo se enfrentan a ella en su vida diaria.

Luis Mateo Díez, académico y novelista

 

El escritor leonés confiesa tener una «relación íntima» y familiar con la muerte porque siempre la consideró como su «hermana mayor». Reconoce que la sociedad actual está «invadida» de muertes y muertos, gracias a las películas y series de televisión pero también por las imágenes «terribles» que muestran los informativos al recoger las guerras, los atentados terroristas y la crisis de los refugiados. De ahí que Luis Mateo Díez hable de la muerte como «espectáculo», con miles de fallecidos que pasan «a los ojos de todo el mundo».

Preguntado por cómo se debe enfrentar uno a la muerte, responde que los creyentes lo tienen fácil pero para los que no lo son, como es su caso, no hay más remedio que afrontarla como algo familiar, cercano, entrañable. «El problema no es la muerte sino cómo se muere», sentencia. No en vano, recuerda que todos aspiramos a una muerte dulce y no prematura, como algo cercano y familiar. «Yo soy de los partidarios de elegir la muerte cuando uno está en una situación límite y sin destino razonable», apunta.

Jesús García Burilla, obispo de Ávila

García Burillo asegura que la muerte es «un acontecimiento cierto al que nos vamos acercando en la medida en que vamos cumpliendo años», pero tiene claro que «es solo un paso». Y recalca que es «un paso para una vida definitiva que ya estoy viviendo en el presente: en la vida y en la muerte somos de Dios, asegura san Pablo. Y que nada he de temer».

El obispo de Ávila estima que, ante la muerte, en la sociedad actual «se mira hacia otro lado. Solo nos encontramos con ella en las enfermedades graves, especialmente si son propias, o en los funerales. Los intereses inmediatos no nos dejan preocuparnos por lo que, evidentemente, es definitivo y determinante para cada uno».

A su vez, considera que «la sociedad trata de desconocerla», y precisa que «el ‘carpe diem’ inunda la cultura en la actualidad: ¿para qué preocuparme, si la muerte no reporta ningún beneficio?». No obstante, también reconoce que «hay personas singulares y grupos humanos, cristianos, sobre todo, que le dan todo el valor y el sentido que la muerte tiene».

Apuesta por enfrentarse a la muerte con fe en la vida eterna. Precisa que «esta fe nos da una gran paz y una gran confianza en Aquel que es misericordioso. Y no me lleva a desentenderme de los asuntos de este mundo y menos de las personas con las que vivo. Mi entrega diaria marca el sentido de mi existencia y apunta a la meta final».

Silvia Hernansanz, cuidados paliativos

Silvia Hernansanz de la Calle, responsable de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Clínico Universitario de Valladolid

Esta médico reconoce que la muerte, por su trabajo, está muy presente en su vida. No en vano, lleva más de 20 años tratando de aliviar el sufrimiento de los enfermos en sus últimos días y sus familias. «Son momentos tristes, difíciles y emotivos», subraya. Eso sí, precisa que dependen muchas las circunstancias porque cuando la muerte llega a una persona mayor se vive de una forma natural pero supone un gran impacto cuando afecta a niños o padres jóvenes. En su quehacer profesional, apuesta por un buen control de síntomas, una comunicación adecuada y una planificación de los cuidados que hacen que el enfermo muera tranquilo, lo que ayuda a la familia a afrontar la pérdida. Otras veces, en cambio, no se consigue y el impacto es negativo e intenso tanto en los familiares como en el equipo que los atiende.

Hernansanz de la Calle considera que la sociedad actual -donde triunfa el éxito, la inmediatez, las apariencias y lo material- no ve la muerte como una parte más de la vida sino como un «fracaso». No en vano, recuerda casos de familiares que no aceptan la enfermedad terminal que solicitan todo tipo de pruebas y tratamientos pero también de profesionales sanitarios que «sobrepasan» los límites de la asistencia y llegar, incluso, al «encarnizamiento terapéutico». También pone el acento en las nuevas generaciones que tienen conductas que evitan la muerte, al alejarse de los moribundos y solicitar ingresos hospitalarios. «Cada vez es más frecuente encontrarse con familiares que no han visto morir a nadie y tienen miedo», asegura.

La responsable de Cuidados Paliativos lamenta la banalización de la muerte en la televisión, con detalles macabros o la «sobresaturación» de escenas violentas. Frente a eso, ella relaciona la muerte con la pérdida, el dolor y el sufrimiento, porque es un proceso «muy duro» para el enfermo y la familia.

Como creyente, recomienda afrontar la muerte con la mayor serenidad posible y con una preparación previa durante la vida. «No sabemos cuándo nos llegará pero sabemos que es algo inevitable que debemos aceptar», manifiesta.

Enrique Bonete, catedrático de Filosofía

Este experto nacional en Filosofía Moral sobre la muerte considera que la muerte está «apartada» del ámbito social». Y lo justifica al apuntar que la muerte tiene mucha presencia en la televisión como un espectáculo donde se mata sin problema pero la realidad es que los fallecimientos de las personas cercanas y los enfermos quedan ocultos en hospitales y cementerios.

Una realidad que, a juicio de Bonete, contrasta con la presencia de la muerte en otras épocas históricas y abordada por los filósofos. «Actualmente, es una especie de tabú, incluso entre alumnos y profesores», reflexiona. Una «banalización» de la muerte que aparece en las estadísticas y se olvidan que detrás de esas cifras hay «proyectos existenciales» destruidos.

Se produce así, según Bonete, una «banalización de la muerte en números, cifras y estadísticas que ocultan la idea de que esos muertos son personas con proyectos existenciales que son «destruidos». De ahí que reivindique la ‘Tanato-ética’, que explica el impacto real de la muerte en la vida, la libertad, la felicidad o la proyección de futuro y que saca a la luz «la incidencia ética de la mortalidad preguntando cómo ha de vivir el ser humano sabiendo que es mortal y tiene un tiempo limitado».

El catedrático de la Usal recuerda las diferentes actitudes para enfrentarse a la muerte que han diseñado epicúreos, estoicos o cristianos. Explica que son pensadores que apuestan por «integrar la muerte en la existencia» puesto que «un ser humano racional y sensato no ha de temer la muerte, porque puede llegar en cualquier momento y hemos de morir ineludiblemente». Algo que contrasta con el momento de morir y llegar al final de la vida que puede ser «doloroso, angustioso y medicalizado». De ahí que recomienda atender y cuidar a las personas que están cerca de ese final para evitar dolores y sufrimientos innecesarios.

Marcos GOzález, jefe del Servicio de Hematología

Este médico confirma la «carga psicológica» que supone para los profesionales sanitarios el tratamiento de enfermedades graves como linfomas o leucemia, que en algunos casos son «incurables». Declara que el contacto de este personal con la muerte llega en los momentos que no logra curar al paciente, por lo que se convierte en su «quehacer diario», y comprueba cómo lo afrontan los propios enfermos, los familiares y los facultativos. «Es algo muy personal e individual y cada persona lo afronta de una manera», explica.

El jefe del Servicio de Hematología y Hemoterapia y miembro del Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca destaca que la muerte está siempre presente en la sociedad, aunque hay gente que mira «para otro lado».

Pedro Cantera, obrero

Asegura contar una «especie de estrella» al haber coqueteado con la muerte en tres ocasiones. La primera vez fue cuanto tenía 18 años recién cumplidos y sufrió un accidente de tráfico del que salió ileso, no así el resto de ocupantes. La segunda fue en un accidente en una obra tras caer de un desnivel de tres pisos de altura. «En la caída vi mi parto y algunos de los momentos más importantes de mi vida. Lo recuerdo perfectamente, por inverosímil que pueda parecer», recuerda. No fue ni hospital pese a que el resto de obreros me dieron por muerto. Y la tercera fue hace 10 años cuando estaba montado en la pala de un tractor que le pasó por encima. «Suerte que no perdí la consciencia porque si me hubiera movido cuando estaba con el tractor encima no lo habría contado», apunta. En esa ocasión, se partió la pelvis y las costillas, que le obligó a estar varios días en la UVI. «Pero otro milagro quiso que me salvara», añade Pedro Cantera.

Este burgalés de 49 años considera que la muerte está muy presente en la sociedad actual aunque se prefiere mirar para otro lado y la banaliza. «Yo he preferido no pensar en la muerte porque cuando llegue, llegará. Si estamos aquí es porque un día nos iremos», sentencia. Por el contrario, sintió miedo por si quedaba mal del accidente y convertirse en una carga para sus familiares.

Tras sobrevivir a tres accidentes graves, Cantera recomienda enfrentarse a la muerte «de cara» y «vivir y disfrutar de la vida cada día». Para él, su mujer y sus hijas son lo más importante.

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