Opinión

Timoteo Ogando visto por el general Pérez y Pérez

Este miércoles se cumplen 201 años del natalicio del patriota en la comunidad de Pedro Corto

Pastor Vásquez
ceyba@hotmail.com
El General de Brigada,
doctor Rafael Leonidas Pérez y Pérez, historiador de las Fuerzas Armadas, es un investigador que se ha dedicado a resaltar la trayectoria de los grandes hombres que forjaron la nacionalidad dominicana.
Como hombre del Sur, el doctor Pérez y Pérez, ha hecho esfuerzos en destacar la participación de los héroes sureños en las grandes gestas patrióticas. Esta vez le ha tocado honrar la memoria del general restaurador Timoteo Ogando, y esa justa valoración queremos compartirla con ustedes en el día de hoy.
Palabras de exaltación del General de División Timoteo Ogando Encarnación, pronunciadas por el General de Brigada Médico doctor Rafael Leonidas Pérez y Pérez, E.N., Director General de Historia Militar, SEFA, en el Panteón de la Patria, con motivo de la colocación allí del cenotafio con que se honra la memoria del referido héroe independentista y restaurador, el 31-07-2008. Con el espíritu desbordante de patriotismo asistimos en esta mañana memorable a un acto de justicia suprema; a la exaltación mediante un cenotafio, en este pabellón de la inmortalidad (Panteón de la Patria) de uno de los hijos más meritorios de la República que ideara y fundara el preclaro prócer Juan Pablo Duarte y Díez.
Nos referimos al General de División Timoteo Ogando Encarnación, quien resumía en sí tanto valor, determinación, condiciones de estratega y entrega a las causas independentistas y de la Restauración, que fue bautizado como “El Centauro del Sur”.
Creemos, por los conocimientos que nos aporta la ciencia de la Historia, que no hay una metáfora más apropiada y acertada para definir a este prócer, pues en la figura de dimensiones legendarias de este abnegado soldado están conjugados los atributos excelsos que lo adornaron como guerrero arrollador a su paso por los campos de batalla. El centauro, figura mítica que se concibe como mitad caballo y mitad hombre, no es más que la conjunción en un sólo cuerpo del guerrero y el noble bruto, quienes, fusionados, van en pos de un mismo objetivo noble. Me faltan palabras que signifiquen la grandiosidad de este dominicano excepcional, relegado por su extracción campesina y humilde a un rincón de la historia hacia donde no se dirigen las miradas de los que se ejercitan en hacer la otra historia, la de aquellos cuyos nombres, que con justeza o no, figuran y refulgen en los frontispicios de edificios públicos o en la señalización de calles y avenidas importantes.
Fue el general de división Timoteo Ogando Encarnación, un incansable y loable soldado de la causa de su patria. Legendario y representativo guerrero sureño, de extensa y recta actuación a favor de las mejores causas. El Páez de Pedro Corto, lo llamó Alcides García Lluberes. Militar en las guerras de la independencia, pronto se incorporó a la lucha contra la Anexión a España. Estuvo entre los combatientes de la expedición de junio de 1861 que terminó con la ejecución de Francisco del Rosario Sánchez y veinte de sus compañeros, el 4 de julio de ese año en San Juan.
Por su condición de estratega, el general sanjuanero se dio cuenta de que la empresa en que había acompañado a los generales Sánchez y José María Cabral estaba condenada al fracaso, y ofreció entonces la grupa de su caballo para sacar al prócer independentista de la manigua, pero éste rechazó el gesto, debido a su condición de patriota indoblegable.
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En las gestas de Santomé y La Canela, en las que descolló como el que más, el relincho de su caballo inundó las sabanas y llenó de pánico las filas del enemigo, debido a su ganado renombre de soldado implacable que no cejaba hasta que las pezuñas de su corcel, plantadas en los predios a defender o conquistar, escarbaban la tierra y disparaban al aire los guijarros, como símbolo de que había obtenido una victoria definitiva y contundente.
Y cuando fue herido en La Canela, jamás perdió la iniciativa, y su ímpetu y patriotismo le impelieron a continuar la marcha como una reencarnación del Cid Campeador.
Así, siguió erguido y arrollante, para asombro de las tropas de la Corona, mejor provistas y con una listeza operacional no comparable con las rebeldes fuerzas dominicanas. Firme en sus convicciones dominicanistas, cuando en 1868 el presidente Buenaventura Báez se aventuró a establecer negociaciones para anexar la República, o parte de ella, a Estados Unidos, levantó el general Timoteo Ogando la bandera de Febrero y blandió su sable vencedor para oponerse transitando los trillos del país a esa tratativa.
De esta forma contribuye a hincar la Guerra de los Seis Años, verdadera epopeya nacional que mantuvo a flote la República e hizo aflorar en el primer lustro de 1870, a decir de Pedro Henríquez Ureña, la conciencia entre los dominicanos de que definitivamente era éste un proyecto de nación definitivamente viable, que podíamos ser libres e independientes cimentados en nuestras propias fuerzas y recursos.
Por lo que llevamos dicho,señoras y señores, es fácil concluir que el programa de eventos que tendrá una continuidad sostenida en el tiempo, montado por la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, siguiendo las directrices de nuestro Jefe Supremo, el Excelentísimo Señor Presidente Constitucional de la República, doctor Leonel Fernández Reyna; constituye un verdadero gesto de justicia, concebido para colocar en este altar de la inmortalidad a uno de los grandes de la Patria, el general de división Timoteo Ogando Encarnación, verdadero titán de las luchas que han hecho perdurar en el tiempo los deseos de soberanía e independencia de la nación dominicana, anhelos ondeantes en la enseña tricolor y estampados en nuestro escudo de armas, símbolos del orgullo nacional levantados hasta el cénit por las hazañas portentosas del Centauro del Sur.
¡Loor al General de División Timoteo Ogando Encarnación!
¡Loor a las Fuerzas Armadas Dominicanas!
¡Loor a la República Dominicana toda!
Muchas gracias.
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