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Monseñor Grullón Estrella: entre Dios y el diablo

Hay de todo en la viña del Señor. Monseñor José Dolores Grullón Estrella, obispo de la Diócesis de San Juan, Azua y Elías Piña, realiza un tranquilo  ministerio en estas provincias, que no deja de ser evaluado por la opinión pública.

Lo que leerán a continuación no es un juicio personal. Es el intento de un desglose de una encuesta que pueden ver en el extremo derecho  de este periódico. No es una muestra representativa; pero marca una tendencia que ahora comentamos.

La opinión pública lo mira todo. Piensa en todo:la economía, la política, la sociedad, la iglesia, los líderes.

Monseñor, pese a que es un hombre discreto, es un personaje sobresaliente, que no puede pasar desapercibido, bajo ningún concepto. Un sacerdote diocesano, que no ha hecho voto de pobreza, sino de castidad y obediencia, que se siente a gusto con su fe católica, al punto que ha logrado ascender hasta los altos organismo de la estructura eclesiástica de la República Dominicana. En el lenguaje de la política se diría que “es un cuadro” de la iglesia.

Grullón Estrella llegó a San Juan en los primeros años de la década de los 90s, en sustitución del obispo Reynaldo Connors y desde entonces ejerce su obispado en las tres provincias citadas en el primer párrafo de este texto.

Hace poco EL GRANERO realizó una encuesta en torno a su ministerio y esta reveló varios aspectos interesantes.Lo primero que apareció fue que un 45% lo estima, y un 54% lo trata bien, pero con un granito de sal. Es decir, nuestro obispo se desenvuelve dentro de un clima que está impregnado por el amor y el desamor.Como todo líder está sometido a un fuego cruzado. Unos estiman que es un hombre humilde, entregado a su ministerio, y un hombre útil a la comunidad y a la iglesia. Otros lo consideran un farsante, abiertamente un hipócrita que vive como un rico.Un defensor de los pobres, pero cuyos mejores amigos son de la alta sociedad.Eso pasa, quizás, con todos los obispos del país. Es, probablemente, un fenómeno que se produce desde que el Emperador romano Constantino declaró el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano un siglo y  pico antes de que se iniciara la Edad Media.

Nadie, sin embargo,  considera a Monseñor Grullón Estrella como un ente negativo para nuestra sociedad; sino todo lo contrario. Es un hombre de bien. Nadie cree que su ministerio perjudica a los fieles de la iglesia. Por tanto, lo estiman como un hombre que vive su vida religiosa sin hacerle ningún daño moral, emocional o espiritual a la feligresía de la iglesia católica, de la cual es cabeza, como hemos dicho, en tres provincias del sur dominicano.

La valoración de Monseñor, pues, no es unánime. Para la gente se encuentra entre el cielo y la tierra. Entre Dios y el Diablo, no llegando a ser “ni pan ni casabe”. Ni todo bueno ni todo malo. Está en un lugar intermedio. Entre Lucas y Juan Mejía, dirían algunos. Mitad-mitad.

Pero siendo que a la gente le gusta hablar más  mal que bien de los demás, podía decirse que la imagen de Monseñor está muy bien parada. Ha pasado la prueba.Solamente lo consideran un hipócrita que fortalece su iglesia por ser un hombre humilde, pero que no le hace daño a los fieles de la iglesia. Esta es una mezcla bien bizarra; pero qué le vamos a hacer. Lo ideal hubiera sido que la gente lo considerara un santo o un diablo; pero no fue así. Las opiniones terminaron divididas. No hubo consenso. Monseñor es un hombre de carne y hueso, con sus luces y sus sombras.Unos lo quieren a plenitud, otros lo tratan con reservas; pero nadie lo rechaza.

Lo dijimos al principio: hay de todo en la viña del Señor. Al final, nadie es perfecto. El que esté libre de pecados, que tire la primera piedra.

Cassandro Fortuna

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