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Aumentan enfermedades mentales en cinco provincias fronterizas
Las más afectadas son Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales
Un estudio realizado por el Instituto de Salud Mental y Telepsicología reveló que la falta de profesionales de la conducta, la pandemia del Covid-19 y la pobreza han agravado los problemas de salud mental en las comunidades fronterizas.
La investigación procura dar a conocer los trastornos de salud mental en la zona fronteriza, identificar sus principales necesidades en esa materia y la percepción que se tiene sobre el acceso a los servicios de salud.
Los psiquiatras acuden a brindar servicios una o dos veces por semana a las provincias fronterizas y en horario reducido, reveló el estudio realizado en las provincias Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales durante los primeros dos meses del presente año 2021.
En entrevistas con productores en la zona fronteriza, estos señalan que han tenido “bajas de personas que a veces tienen problemas mentales y tienen que abandonar su trabajo”. La economía y la sostenibilidad familiar se ven afectadas por no contar con la asistencia de salud mental adecuada.
En cuanto a las personas con problemas de salud mental grave, se observan cada día más enfermos deambulantes en las calles, sobre todo personas de nacionalidad haitiana que duermen en vías públicas.
Se identificó que en estas provincias organizaciones no gubernamentales (ONG) que desarrollan proyectos de índole social intentan brindar atención en salud mental, pero es muy escasa porque los proyectos no están dirigidos a esa especialidad de manera específica.
“Las distancias que tienen que recorrer para ir a un servicio de salud mental conllevan desde tres hasta cuatro horas, además de hacer largos turnos, sumado al costo del transporte y alimentación. Y la pérdida de ingresos por un día de trabajo”, indica el Instituto, dirigido por Julio A. Canario, presidente, y Angelina Sosa, directora general.
Ni siquiera pueden identificar trastornos
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que los residentes en esas provincias ni siquiera están en capacidad de poder identificar sus padecimientos de salud mental, debido a la falta de asistencia adecuada y oportuna.
Entre adolescentes y jóvenes se pudo detectar que el ocio los lleva a asumir comportamientos erráticos, violentos y a caer en adicciones, como consumo de alcohol y sustancias controladas.
Las personas consultadas asociaron también el incremento de la violencia intrafamiliar, abusos y negligencia infantil a la depresión y la ansiedad acrecentadas por la pandemia. “Cuando estaba la cuarentena en su buena uno oía a las parejas peleando mucho, y a veces los vecinos teníamos que intervenir”, declaró una de las personas entrevistadas para el estudio.
Señalan que no hay psicólogos clínicos en sus provincias o es muy limitado el servicio.
La mayoría de los profesionales de la conducta que hay en esas demarcaciones fronterizas están nombrados en las escuelas públicas porque son psicólogos escolares y están solamente para trabajar el tema de orientación y acompañamiento psicoemocional de los niños, niñas y adolescentes.
En algunos casos religiosos que son psicólogos o tienen algún conocimiento ofrecen ayuda, pero la asistencia también es muy limitada porque no existen servicios de salud adonde referir a los pacientes.
Ubicación.
La investigación refiere que la situación de salud en las zonas fronterizas de todos los países tiende a una gran brecha, y respecto a la salud mental esta debilidad es más notable.
Factores.
Cita que las precarias condiciones de vida, la falta de acceso a los servicios básicos y la pobreza limitan las condiciones de vida de las personas en las fronteras, lo que incide también en los servicios de salud.
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