Opinión
EL BULEVAR DE LA VIDA Una deuda y una tentación/ Pablo McKinney
esa inapelable tentación de su cuerpo”.
Joaquín Umbrales
LA TENTACIÓN DE LA (IN)JUSTICIA MEDIÁTICA. Como Uds. saben, el juez Francisco Ortega ordenó entregar al movimiento Participación Ciudadana, los documentos y pruebas del expediente contra los acusados del caso ODEBRECHT, como lo manda el Código Procesal Penal, y Ley de Libre Acceso a la Información Pública, sometida por el entonces senador peledeísta, José Tomás Pérez. La entrega de esos documentos es una muestra de nuestros avances en lo que tiene que ver con la participación de los ciudadanos en los asuntos de la república. Es por eso que uno saluda la solicitud de la organización, y la orden judicial de entregar esos documentos, pero al mismo tiempo clama, porque estos no sean utilizados para “judicializar la política”, para celebrar un antijuicio de (IN) justicia mediática, que consiste en ganar anticipadamente en las redes sociales y los medios de comunicación, lo que se puede perder en unos tribunales que, como se sabe, actúan a partir de evidencias y no de rumores, superada ya la “íntima convicción del juez”; esa es una tentación que Participación Ciudadana debe resistir, por el bien del Estado de derecho y de todos los ciudadanos, incluidos los que personalmente consideramos culpables, sin olvidar que, como el Sur, para nuestros enemigos o adversarios, la presunción de inocencia “también existe”.
LA DEUDA. Pero “el Sur también existe”, como existe una inmensa deuda que, cual bolero, las autoridades deben pagar “como se pagan las deudas del amor”; sólo que en este caso, no se trata de pagar con besos ni cabalgatas en una casita lejana, azul y pequeña (que es verso de viernes plomizo y desolvido), sino de sincera gratitud de la justicia dominicana en particular y del país nacional en general, con una profesional del derecho, ya ex fiscal del Distrito Nacional, de ovarios fuertes, comportamiento ejemplar, honradez probada, profesionalidad y entrega toda, y cuyo único gran defecto conocido y padecido por más de un buen amigo es su condición de aguerrida y fundamentalista fanática (rayando la intolerancia) de las Águilas Cibaeñas. Eso. De Yeny Berenice Reynoso, y tres compañeras con muy parecidas virtudes y el mismo defecto, ya había escrito uno que, eso de ser de las Águilas Cibaeñas es una estrategia de las mujeres hermosas e inteligentes para evitar ser perfectas, lo que conseguirían con pasar a ser fanáticas de los gloriosos Tigres del Licey, para lo que José Monegro tiene ya en su poder los formularios de inscripción.
LAS ALTAS CORTES ESPERAN. Pero fuera la santa poesía o el deporte rey, quiere uno aquí, con toda la formalidad y firmeza posibles, recordar que un país de tanta debilidad institucional como el nuestro, con un sistema de administración de justicia en el cual los ciudadanos confían menos que en un vendedor de carros usados; una justicia, ya digo, donde la imparcialidad y la transparencia, justa equidad de género, son metas a alcanzar, sería fantástico y sobre todo justo e inteligente (como ser del Licey) que la Dra. Reynoso sea tomada en cuenta para ocupar una de las plazas vacantes en las Altas Cortes. Sería la mejor manera de incentivar a los actuales y futuros fiscales y jueces del sistema, reconociendo la labor realizada por la joven Reynoso al frente de la Fiscalía del Distrito, donde logró trazar la “raya de Pizarro”, o sea, un antes y un después de su paso por allí en lo que a eficiencia, entrega, laboriosidad, verticalidad, profesionalidad, y respeto por sí mismo, se trata. Lo digo aquí por ser justo, y aunque ella, con la firmeza que le caracteriza, milite vehemente y apasionadamente en las Águilas Cibaeñas. ¡Quién no tiene defectos!
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