El delito y la criminalidad callejeras, que durante unos meses parecieron menguar en la República Dominicana, en la actualidad han vuelto a reeditarse.
Los asaltos y atracos se suceden unos a otro en cualquier lugar del país, Aun dentro de un carro de transporte urbano. En los llamados “carros del concho” han retornado los atracos a los pasajeros.
El rebrote de la criminalidad llegó a su más alto nivel en estos días con la infausta noticia del atraco al joven deportista del barrio El Almirante, en Santo Domingo Este, a quien los delincuentes le quitaron la vida para robarle un celular y ayer esta ola delictiva continuó cuando dos hombres vestidos de mujer, montados en una motocicleta, asaltaron al mensajero de una empresa mientras llegaba a la sucursal del Banco de Reservas en Santiago y lo despojaron de 30,000 dólares y 10,000 pesos dominicanos. Los asaltantes hicieron varios disparos al aire para amedrentar a personas que se encontraban en el lugar.
Elementos desconocidos asaltaron un almacén en ensanche Espaillat en el día de ayer, para solo cotar los casos más recientes.
En la actualidad no hay ningún lugar seguro en este país, pues donde quiera pueden atracarte. El asunto ha llegado tan lejos que hasta altos oficiales de las fuerzas armadas y la policía nacional, y sus familiares, han sido víctimas de la delincuencia.
En las últimas semanas el gobierno dispuso el patrulla je mixto por las calles de las ciudades dominicanas, de guardias y policías, para reforzar la seguridad ciudadana, pero ello no ha bastado. Cada día la población anuncia nuevas acciones delictivas que dan impunes ante ciudadanos que son atracados y tienen que aceptar ese atropello con impotencia consciente de que sus verdugos nunca serán apresados.
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