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“He visto la fragilidad del planeta”, dice Pesquet tras seis meses en espacio

BERLÍN. El astronauta francés de la Agencia Espacial Europea (ESA) Thomas Pesquet, que aterrizó el viernes tras seis meses en la Estación Espacial Internacional (EEI), hizo hoy un llamamiento a proteger el medioambiente: “he visto la fragilidad del planeta”.
En rueda de prensa desde el Centro Europeo de Astronautas con base en Colonia (Alemania), donde se recupera y se somete a pruebas y análisis, Pesquet relató sus experiencias en el espacio, junto a dos cosmonautas rusos y dos estadounidenses.
Horas antes de que pisara tierra en la estepa de Kazajistán junto a su colega ruso Oleg Novitsky, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciaba la retirada de su país del Acuerdo de París contra el cambio climático, un paso que Pesquet, sin querer hablar de política, calificó de “irresponsable”.
En el cambio climático, explicó, hay muchos datos abstractos que sobrepasan la capacidad de comprensión del ser humano por su escala global.
“Mi suerte es que esa vertiente abstracta se ha convertido en concreta; he tenido la experiencia, con mis sentidos, de ver la fragilidad del planeta”, manifestó para abogar por seguir el camino emprendido por el Acuerdo de París “a pesar de los obstáculos”.
Pesquet, entre ejercicios en el gimnasio y exámenes médicos, recupera poco a poco sus capacidades físicas, aunque admite que, “tras seis meses de flotar como una mariposa, retomar la gravedad es un poco difícil”.
Al abrirse la puerta de la nave Soyuz, su primer sentimiento fue de “alivio”, pues había concluido la fase más complicada de la misión; inmediatamente después, la primera bocanada de aire fresco en seis meses le llevó a una “sobredosis de sensaciones”, desde olores -percibía incluso el desodorante de quienes le esperaban- a colores -”era como poner el contraste de la televisión al máximo”-.
Entre los pequeños placeres de la vuelta, destacó el reencontrarse con su pareja, la primera ducha -aunque fue sentado en un taburete por la falta de equilibrio- y el queso, cumpliendo con el cliché francés, admitió.
Según explicó, se entrenó siete años para completar su misión en la Estación Espacial Internacional y participar en los experimentos científicos planificados, pero entre el 25 y el 30 % de lo que experimentó en la plataforma fueron nuevos descubrimientos.
Como lo desconocido genera miedo y estrés, resaltó, el entrenamiento resulta fundamental y las fases más críticas están perfectamente estructuradas y planificadas para los astronautas, aunque él no pudo evitar sorprenderse con los “fuegos de artificio”
que rodearon a la nave al entrar en la atmósfera, como “de ciencia ficción”, o con la apertura del paracaídas.
Echará de menos la “agradable” sensación de flotar, la ligereza y la facilidad para trasladar cosas muy pesadas, pero sobre todo a los tres compañeros que quedaron en la estación y que se convirtieron en su pequeña familia durante meses.
Según Pesquet, todos los astronautas vuelven con la conciencia clara de la fragilidad de la tierra, y también con total confianza en la “cooperación internacional”, tanto dentro de la ESA -”Europa funciona”, dijo- como con la NASA, Rusia, Canadá o Japón.
Tanto desde el punto de vista tecnológicos como científico, esa cooperación internacional permite avanzar juntos cuando en solitario no sería posible, destacó.
“Lo sabía antes, pero la EEI es la confirmación de la confirmación”, añadió Pesquet, quien dedicó los mayores elogios a su compañera Peggy Whitson, que ha batido el récord de permanencia en el espacio y de paseos especiales para un astronauta estadounidense.

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