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Tránsito en la capital dominicana es considerado igual de malo al de los países más pobres de África
También sobresalen las frecuentes violaciones a las leyes de tránsito, lo que ha llevado a la nación a estar entre los primeros lugares en muertes por accidente de tránsito en el mundo.
Resalta que en la provincia Santo Domingo y Distrito Nacional existen profundas desigualdades en el acceso a un transporte de calidad que por de demás presenta acentuadas inequidades geográficas y estratificadas.
El documento, elaborado por el Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales, cita el estudio de Dorrejo, Negrín y Pérez (2007), el cual señala que “en el Distrito Nacional se reporta a la fecha un movimiento de 842 mil 621 viajes realizados, mientras que en la provincia de Santo Domingo esta cifra asciende a un millón 742 mil 899; si sumamos estas cantidades podemos acotar que en la zona metropolitana del Gran Santo Domingo se realizan más de dos millones quinientos mil viajes cada día, en condiciones inhóspitas, con vehículos destartalados y en malas condiciones en algunos casos, produciendo gastos enormes en términos de contaminación, en accidentes producto de la imprudencia al conducir; deteriorando las condiciones de desplazamiento”.
La investigación concluye en que las últimas cuatro décadas las políticas de transporte urbano de la República Dominicana han sido fallidas, lo que ha sumido al Gran Santo Domingo en un estado caótico de movilidad, caracterizado por un alto índice de motorización de carácter privado, rutas controladas por sindicatos de choferes con flotillas no adecuadas para el transporte de pasajeros en condición digna. A esto se le suma, de acuerdo a los resultados arrojados, la dispersión de funciones de las entidades como la OTTT, la Opret, las diferentes alcaldías, la Amet, las luchas entre choferes sindicalizados e independientes o “piratas”y un parque vehicular en condiciones deplorables.
“La situación actual del sistema de transporte urbano en el Gran Santo Domingo ilustra lo complejo del problema, en el que confluyen la debilidad del sector público en regular los sindicatos y su capacidad de ofrecer un servicio de calidad, y la dinámica socioeconómica y cultural por lo que representa en la sociedad dominicana la posesión de un vehículo”, subraya. Explica que aunque la adquisición de un vehículo propio es un símbolo de movilidad social en las economías en desarrollo, la literatura especializada en esta materia demuestra que el automóvil es el modo de transporte menos eficiente. No obstante, indica que en esta ciudad caribeña alrededor de un millón de personas se mueven en vehículos privados. Un problema relevante en el sistema de movilidad urbana capitalino es el tiempo invertido para el traslado de un punto a otro y esto se atribuye al congestionamiento vehicular. Como ejemplo presenta el área del Distrito Nacional, cuya extensión es de 91 kilómetros cuadrados, pero la duración aproximada en transporte público de una ida es de 1 hora y cuatro minutos.
En ese sentido, se destaca que el Metro ha reducido este tiempo a unos 25 minutos, sin embrago, en la actualidad, este sistema solo cubre el 7% de la demanda de transporte en la zona metropolitana.
El análisis sobre la exclusión y equidad en el transporte observa que en el país converge un modelo mixto de participación pública y privada, estando esta última bajo el control de sindicatos de choferes que no se consideran empresas privadas. En ese sentido, salen a relucir datos estadísticos de la entidad que antes de entrar en vigencia la ley 63-17, se encargaba regular las rutas del Gran Santo Domingo. Las estadísticas más recientes (2017) de la Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet) indican que en la zona metropolitana operan 206 rutas. El dato difiere del registrado en la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT), que de acuerdo con una publicación de abril 2017, en esta demarcación existen 169 rutas.
Según precisa el informe, la caída en la calidad del servicio de la OMSA y la reducida flotilla con que cuenta no permite que se brinde una oferta adecuada.