Opinión
Trujillo y los haitianos / Hugo A. Ysalguez
Los haitianos ilegales pululan por nuestras ciudades, sin ningún recato y temor de ser aprehendidos por las autoridades y ser repatriados, mientras aumentan sus actividades delictivas y agresiones contra dominicanos, terminando algunos con lesiones permanentes, en tanto el gobierno se muestra indiferente ante una situación que cada día se torna más peligrosa para nuestro destino como nación.
Numerosos indocumentados exhiben una conducta desafiante frente a nuestros nacionales, lo que desbordará los límites de la paciencia, y provocará que la población reaccione de manera violenta y asume el rol que la Constitución y las leyes otorgan a las autoridades gubernamentales para proteger a los ciudadanos y la soberanía nacional.
Sin tener pretensiones de oráculo, el sangriento dictador Rafael Leónidas Trujillo, pronosticó el drama que estamos viviendo hoy, con estas palabras breves pero impactantes palabras que Trujillo improvisara en Santiago de los caballeros, en el año 1937, durante una reunión que sostuviera allí con la juventud dominicana a raíz del llamado “corte del 37”:
“Si mis manos se han manchado de sangre, ha sido para salvar de la haitianización del país a la generación de ustedes. “Dentro de cincuenta años, la ocupación pacífica del territorio nacional por parte de Haití significará para ustedes, que los haitianos podrán elegir autoridades dominicanas, podrán poner y disponer, podrán mandar a Duarte y a los Trinitarios al zafacón de la historia y anular para siempre sus ideales y su abnegada lucha, los cuales, ideales y lucha, no tienen ningún sentido para los haitianos.
“Estancados en su error, los haitianos piensan que este lado les pertenece, y como ven que somos gente decentes y pacíficos, mansos vecinos que nunca en la historia les hemos invadido, creen que pueden venir aquí a hacer y a deshacer. Hasta hace poco andaban por ahí robando y matando reses a su antojo, como si fuesen animales silvestres y sin dueños, o como si aquí no hubiera ley ni autoridad. Y ahora han aprendido que aquí hay ley y hay autoridad.
“Jóvenes dominicanos: En esa gente no se puede confiar. Cuiden su país. Y con más ahínco después de mi desaparición del escenario político nacional. Traten de preservar los programas de dominicanización fronteriza que yo he creado, y, ciertamente, extiéndanle la mano al necesitado, concédanle incluso un rincón para vivir como ya hicimos al cederles Hincha, pero no dejen que les invadan su casa ni sus haciendas ni su patria, y mucho menos que se las arrebaten con argucias o con fuerza. Recuerden siempre las palabras sacrosantas de Juan Pablo Duarte: Dios, Patria y Libertad. El patriotismo está por encima de todo y es innegociable.