Opinión
FUERA DE CÁMARA ¿Que si rinden?/ Cesar Medina
Hay que insistir hasta el cansancio: la posición del Gobierno dominicano sobre el caso de Venezuela no es de apoyo a Nicolás Maduro, ni al chavismo, ni al oficialismo, ni a la oposición, ni a los Estados Unidos, ni al resto de los países grandes latinoamericanos que quieren una salida violenta a esa crisis…
Se trata de un asunto de sentido común coherente con nuestra propia historia, que se fundamenta en el respeto a la autodeterminación de los pueblos en consonancia con la Carta Democrática de la propia Organización de los Estados Americanos (OEA) que por más de dos meses viene debatiendo el tema de Venezuela provocando una división nunca antes vista en sus casi siete décadas de existencia.
La abstención dominicana a la moción de censura no puede asumirse como una expresión de apoyo al gobierno venezolano porque de ser así su voto habría marchado junto al de los países que han votado a favor de las posiciones asumidas en el propio seno de la OEA por la delegación oficial de ese país que aunque inició el proceso para desvincularse de ese órgano regional, se hizo representar en su última asamblea de Cancún por su canciller Delcy RodríguezEl gobierno dominicano tampoco ha hecho causa común con los países que se han propuesto adelantar fórmulas condenatorias contra Venezuela… No porque necesariamente esté en desacuerdo con esos planteamientos sino porque considera que la única salida viable a esa crisis tiene necesariamente que pasar por una negociación de las partes en pugna.
Nuestro país presentó formalmente tanto en la Reunión de Consulta de Cancilleres como en la 47™ Asamblea de la OEA una moción para crear un grupo de países amigos que acompañe ese diálogo y garantice el cumplimiento de los acuerdos que puedan lograrse para pacificar Venezuela y reencausarla por la senda democrática.
En el caso de Miguel
En el caso particular del canciller Miguel Vargas, algunos desorejados no alcanzan a entender que en su condición de presidente de la Internacional Socialista para América Latina tiene que bifurcar sus intereses políticos porque cuatro de los partidos venezolanos aliados a ese órgano mundial están en las calles de Caracas haciendo oposición al régimen de Maduro.
En el caso particular del canciller Miguel Vargas, algunos desorejados no alcanzan a entender que en su condición de presidente de la Internacional Socialista para América Latina tiene que bifurcar sus intereses políticos porque cuatro de los partidos venezolanos aliados a ese órgano mundial están en las calles de Caracas haciendo oposición al régimen de Maduro.
Además, los líderes de esos partidos son en su mayoría amigos personales del Canciller dominicano y en algunos casos llevan más de dos décadas tratándose en las cercanías porque se trata de una relación que les llega originalmente por la hermandad que mantuvieron el expresidente Carlos Andrés Pérez y José Francisco Peña Gómez.
Muy pocas personas –incluso dentro de su núcleo más cercano–, alcanzan a valorar en su real dimensión la disyuntiva política en que se encuentra en este momento el canciller Vargas: de un lado está demandado por la solidaridad de sus compañeros políticos; por el otro, compelido a asumir una responsabilidad de Estado que le exige prudencia y tacto diplomático.
Por supuesto que en su rol de canciller su voluntad política y personal también cuentan al momento de asumir la posición del Gobierno en el caso de Venezuela, pero la última palabra la tiene siempre el rector de la política exterior que es el presidente Danilo Medina.
Un lobby muy agresivo
No puede pasar inadvertida la agresividad del lobby que se ejerce fuera de Venezuela desde la oposición al régimen de Maduro. No son imberbes políticos quienes manejan esa maquinaria de propaganda y presión. Hay que recordar que en su mayoría son viejos zorros del partidismo tradicional.
No puede pasar inadvertida la agresividad del lobby que se ejerce fuera de Venezuela desde la oposición al régimen de Maduro. No son imberbes políticos quienes manejan esa maquinaria de propaganda y presión. Hay que recordar que en su mayoría son viejos zorros del partidismo tradicional.
Los pasillos del Departamento de Estado y de la OEA en Washington permanecen llenos de ellos, y ni se diga su incidencia en el edificio de la ONU en Nueva York.
¡Miraflores los contrarresta. Pero de que rinden, rinden!