Hoy, 18 de febrero, se celebra el Día Internacional del Síndrome de Asperger. Está condición está presente desde el nacimiento aunque su desarrollo se puede diagnosticar en cualquier etapa de la vida, en función de las características personales de cada uno.
La fecha coincide con el nacimiento del descubridor del síndrome, encuadrado en los Trastornos del Espectro Autista (TEA) del psiquiatra vienés, Hans Asperger, quien en 1943 realizó las primeras descripciones.
Este síndrome se asemeja a otros, lo cual, dificulta su diagnóstico.
Cada persona lo manifiesta de forma diferente pero todas comparten dificultades de interacción con el entorno, interpretar literalmente las cosas, déficit para interpretar sentimientos propios y ajenos.
Con esta jornada se pretende sensibilizar a la sociedad de este tipo de autismo, de origen neurológico, que provoca un trastorno severo del desarrollo.
Para este día, se celebran actividades con las que se quiere dar a conocer esta condición y las dificultades a las que debe hacer frente la persona que lo padece.
Se trata de un trastorno bastante frecuente, ya que de 1000 personas lo padecen entre 3 y 7. A pesar de ello, se conoce poco sobre la causa exacta.
El síndrome de Asperger incluye un conjunto de alteraciones en la interacción social, la comunicación y los intereses y supone una discapacidad para entender la sociedad, que provoca conductas poco adaptativas y problemas para desenvolverse.
Una persona con Asperger no reconoce el lenguaje corporal ni el tono de la voz, tiene dificultades para hacer amigos y le resulta casi imposible interpretar las acciones y pensamientos de los demás. Sin embargo, las personas afectadas tienen un aspecto e inteligencia normal o incluso superior a la media.
El reconocimiento internacional de esta enfermedad no se produjo hasta la década de los años 90.
