La Ciudad de Rodas fruto de la pasión del dios Sol y la ninfa Rode

Según la mitología griega, la creación de esta isla fue fruto de la pasión entre Elios (dios de Sol) y la ninfa Rode. Dispone de un litoral de playas muy extenso, que contrasta con las grandes zonas de acantilados y árboles donde se cultivan mayoritariamente olivas.

La ciudad medieval de Rodas es uno de los puntos clave de la isla y merece la pena dar un paseo por el interior de los cinco kilómetros de muralla que protegían la ciudad en el pasado, un casco antiguo formado por calles peatonales estrechas y llenas de encanto, aunque las calles pueden parecer un laberinto, esta ciudadela fue fortificada sucesivamente por los griegos, romanos, bizantinos, caballeros de San Juan y, por último, por los otomanos cuando llegaron a Rodas.

El cercano puerto de Mandraki, hoy presidido por dos famosas columnas con una estatua de dos ciervos y en el pasado el lugar donde se levantaba El Coloso.

Pero Rodas tiene otro tesoro: los gatos, gatos y griegos conviven en santa armonía desde hace 2.500 años.

Hay varias versiones que explican la presencia de tanto gato en Grecia. Una dice que la pasión por el gato viene de Egipto, donde se los cosideraba divinos. Pese a que las leyes egipcias prohibían sacar del país los gatos sagrados, los marinos fenicios se los llevaban de contrabando.

Los gatos eran tan apreciados en la Grecia clásica que se vendían igual que otros tesoros de Oriente. Así, difundieron por el Mediterráneo no solo el comercio y la cultura, sino también a los gatos. Consiguieron que en aquella época se difundieran los gatos por toda la costa mediterránea.

Ya entonces se pensaba que los gatos poseían poderes mágicos, especialmente los negros, y que arrojar sus cenizas sobre los campos de cultivo mantenía alejadas a las fieras y a las alimañas.